domingo, 25 de septiembre de 2011

Capítulo 29. El espejo Perdido



[Sirius seguía mirando sorprendido la escena que tenía lugar frente a sus ojos, su ahijado no dejaba de verlo como si en cualquier momento fuese a desaparecer, Ginny lo miraba con una sonrisa radiante y soñadora, Neville y Luna lo hacían con curiosidad, como si no lo conocieran y a hermione se le llenaban los ojos de lagrimas cada vez que lo veía. Intentaba atar cabos, encontrar razón a su comportamiento, y además el hecho de que Harry lo hubiese obligado a identificarse dentro de Grinmauld place, lugar al que no se podía acceder con facilidad, lo dejaba confundido, sin contar con el hecho de que evitaba ir a esa casa, la odiaba.

-¿Podría alguien explicarme que está pasando?—preguntó finalmente cuando Harry miraba su imagen en el espejo y sonreía, pero en cuanto sirius  observó que era lo que su ahijado miraba todo encajó en su lugar—no!—gritó—es..es..imposible!—dijo pálido y dejándose caer en la silla más cercana—tú…nosotros—balbuceaba sin sentido—no es posible.

-Sirius ¿Qué pasa?—preguntó Harry dejando el espejo y acercándose a su padrino, todos observaban con idéntica perplejidad.

-Eres tú—dijo sin sentido.

-Claro que soy yo ¿de que demonios estás hablando?—dijo Harry con pánico, pensando que habían hecho algo mal y su padrino había resultado afectado, se volvió hacia hermione con la pregunta escrita en la cara, pero la chica se encogió de hombros y negó con la cabeza—sirius ¿te sientes bien? ¿vamos a san mungo? Dime algo por Merlin!

-Es..que…imposible..todo es tiempo…ella tuvo razón—seguí balbuceando

Los demás lo miraban con miedo, no sabían que estaba pasando, hace unos momentos sirius Black estaba bromeando y burlándose de los chicos y ahora estaba allí, con el rostro pálido, sudoroso y balbuceando frases inconexas que para ellos no tenían sentido alguno.

-Canuto!—exigió Harry—vas a decirme ahora mismo lo que pasa o…

Pero lo que pasaría no lo supieron porque en ese momento Harry se tambaleó y acto seguido perdió el sentido, los demás no habían terminado de gritar su nombre cuando sufrieron algo similar, sirius reaccionó, aterrado sacó su varita y un perro plateado surgió de ella, se dividió  y abandonó la habitación, acomodó Luna, Ginny y hermione en los sillones que había e hizo aparecer algunos más para Harry, Neville y Ron, y espero a que la ayuda llegara pronto, pero estaba totalmente impactado, rogaba que no le ocurriera nada  los jóvenes frente a el, después de todo los amaba a todos y cada uno de ellos y por si fuera poco, les debía la vida..]


Frank recibió el libro de las manos del director, volvió junto a su esposa y lo abrió en la página que Dumbledore había dejado marcada, se acomodó junto a Alice, se aclaró la garganta y empezó a leer.

Capítulo 28
EL ESPEJO PERDIDO

-Bueno, por fin sabremos quien envió a Dobby—dijo Remus y los demás asintieron de acuerdo.

Los pies de Harry tocaron la carretera. Vio la ansiadamente familiar calle
principal de Hogsmeade, las fachadas oscuras de las tiendas, la línea de neblina en las montañas negras tras la aldea, la curva adelante en el camino que conducía directamente a Hogwarts, y luz que salía de las ventanas de Las Tres Escobas, y con una sacudida de la cabeza, recordó con exactitud desgarradora, como había aterrizado aquí hacia casi un año, sosteniendo a un Dumbledore desesperadamente débil; todo esto en un segundo, durante el aterrizaje…

-¿Qué?—dijeron todos menos el director.

-¿Sosteniendo a Dumbledore?—repitió extremadamente extrañada—pero..pero

-Pero si Quejicus lo asesinó en el colegio, en la torre de astronomía—dijo james extrañado.

-Tal vez—especuló el director—estaba con Harry lejos del colegio cuando ocurrió algo que me debilitó, nos aparecimos en Hogsmeade y cuando volvimos al castillo, por algún motivo, Snape acabo con mi vida.

-No puedo creer que diga en forma tan tranquila que ese mortifago lo mató—dijo sirius con la mirada endurecida.

-No sabemos a ciencia cierta las circunstancias que rodeador mi muerte—explicó Dumbledore con calma, en su mente seguía pensando si Severus lo había traicionado, era algo que en la situación actual consideraba imposible, el amor de Severus por Lily Evans era tan fuerte que se puso así mismo en una situación de peligro de muerte solo por protegerla, no creía que ese sentimiento cambiara si Lily  moria.

-No puedo creer que lo defienda—le acusó sirius y Ángela lo tomó del brazo para indicarle que se tranquilizara.

-El director tendrá sus motivos—le frenó y sirius la miró un momento antes de quedarse en silencio—por favor Frank, continua.

Y entonces mientras relajaba su apretón sobre los brazos de Ron y Hermione, sucedió.
El aire fue rasgado por un grito que sonó igual que el de Voldemort al descubrir que la copa había sido robada. Resonó en cada uno de los nervios del cuerpo de Harry, y supo que había sido causado por su aparición.

-Encantamiento Maullido—dijeron todos al tiempo.

-Y de seguro no podrán desaparecer de nuevo—comentó Remus nervioso—los mortifagos se encargarían de eso.

Mientras miraba hacia los otros bajo de la Capa, la puerta de Las Tres Escobas se abrió de golpe y una docena de mortifagos encapuchados y enmascarados salieron a la calle, con las varitas en alto.

Lily aferraba con fuerza el brazo de su esposo, james hacia una ligera mueca de dolor pero no decía nada, pues sabía lo difícil que debía ser para su esposa esa situación, el estaba igual, pero lo disimulaba mejor: Lily lo necesitaba fuerte.

Harry agarro la muñeca de Ron cuando éste alzó su varita. Había demasiados para aturdirlos si lo hacían revelarían su posición.

-Bien pensado—aprobaron james, Remus y sirius.

Uno de los mortifagos alzó su varita, y el grito se detuvo, haciendo eco a través de las montañas distantes.
—¡Accio Capa!, —rugió uno de los mortiagos.

Todos contuvieron la respiración, era cierto que los merodeadores la habían usado innumerables veces, pero jamás mientras lo hacían, alguien realizó un encantamiento convocador, Dumbledore creía, que si su teoría era cierta, la capa no abandonaría a su propietario.

Harry aferró los pliegues, pero la Capa no hizo ningún intento por escapar. El hechizo convocador no había funcionado.

Soltaron el aliento que habían estado conteniendo.

-Esa capa es genial!—rugieron al tiempo Remus, sirius y james

-Gracias a Merlín que la tenías, james—dijo Lily aún pálida.

-Y Tú que lo molestabas tanto por ella en el colegio—Alice soltó una risita nerviosa: aún temía por la suerte de su ahijado y sus amigos.
-Bueno, es diferente. —se defendió Lily—Harry la usa bien, en cambio estos—dijo apuntando con un dedo acusador a los merodeadores—solo la usaban para hacer bromas.

-y recorrer el castillo de noche—aportó sirius mientras Ángela reía.

-y robar comida de las cocinas para las celebraciones—indicó james y Frank sonrió al recordar las decenas de fiestas que se llenaron de comida y bebida cortesía de los merodeadores.

-Y salir a hurtadillas los días de luna llena—terminó Remus con una mirada de agradecimiento a sus amigos, el director los miraba sorprendido pero feliz, jamás había notado una amistad tan fuerte como la de esos tres, aunque claro, por lo que leían, la de Harry, Ron y Hermione era igual o más fuerte.

—¿No estás bajo tu envoltorio, entonces, Potter? —grito el mortifago que había intentado el encantamiento, y después hacia sus compañeros, —Dispérsense ahora. Esta aquí.

-Lo van a atrapar!—dijo Lily horrorizada

-No, no lo harán—dijeron los otros a coro, con la tensión haciéndose evidente en su voz.

Seis de los Mortifagos corrieron hacia ellos, Harry, Ron y Hermione retrocedieron tan rápido como fue posible hacia la calle lateral más cercana y los Mortifagos no los encontraron por milímetros. Esperaron en la oscuridad, oyendo los pasos corriendo arriba y abajo, haces de luz de las varitas de los mortifagos que buscaban volaban a lo largo de la calle.
—¡Vamos sin mas! —susurró Hermione—. ¡Desaparezcamos ahora!

-No va a funcionar!—dijo Remus un poco más alto de lo requerido por culpa la tensión.

—¡Excelente idea! —dijo Ron, pero antes de que Harry pudiera responder, un mortifago grito,
—¡Sabemos que estas aquí, Potter, y no hay salida posible! ¡Te encontraremos!
-Si le haces algo a mi hijo no te alcanzará la vida para pagarlo—amenazó Lily sin notar que le hablaba a un libro.

—Estaban preparados para nosotros, —susurro Harry—. Montaron ese hechizo para que les avisara cuando viniéramos. Supongo que han hecho algo para mantenernos aquí, atraparnos…

-Desgraciadamente otra vez esta en lo cierto—dijo james

—¿Y que hay de los dementores? —habló otro Mortifago—. ¡Sueltenlos!,
¡ellos los encontrarán rápidamente!

-no!—se lamentó Lily

-Descuida, Harry sabe defenderse—dijo james tratando inútilmente de tranquilizarla.

-Sí—dijo Lily con sarcasmo—en cuanto se libre de los dementores solo tendrá que luchar contra una docena de mortifagos.

Y james supo que era mejor no decir nada y simplemente abrazarla., Lily recostó su cabeza en el pecho de su esposo.

—El señor tenebroso no quiere a Potter muerto por ninguna mano que no sea la suya…

Todos bufaron indignados, sirius abrazaba con fuerza a Ángela, mientras Alice recostaba su cabeza en el hombro de su esposo, Remus estaba sentado junto a Lily y sostenía una de sus manos como apoyo.

—¡… los dementores no le matarán! El Señor Tenebroso quiere la vida de Potter, no su alma. ¡Será más fácil de matar si ha sido Besado antes!

-Imbécil—dijo sirius con furia—sigue así y el que será besado por un dementor será otro.

Se produjeron muestras de conformidad. El pavor inundó a Harry, para repeler a los dementores tendrían que hacer Patronus que les descubrirían inmediatamente.
—¡Vamos a tener que intentar desaparecer, Harry! —susurró Hermione.
Mientras lo decía, sintió ese frió antinatural extendiéndose por la calle. La luz fue succionada del ambiente, hasta las estrellas se desvanecieron.

Se estremecieron ligeramente al recordar la sensación de los dementores, los gritos de Lily eran lo que oía james, aquella vez que Bellatrix la torturaba, mientras que Lily recordaba a james cayendo herido por protegerla de una maldición, cuando el sanador le decía que no sabía si su esposo (en ese tiempo novio) se recuperaría, las palabras “posiblemente muera” resonaban en sus oídos, sirius por su parte recordaba a su hermano.

En medio de la oscuridad, sintió a Hermione tomar y sujetar su brazo y juntos, se dieron la vuelta en el lugar. El aire por el que necesitaban moverse, parecía haberse vuelto solido. No podían desaparecerse, los mortifagos habían realizado bien sus encantamientos.

De nuevo todos temían por la vida de los chicos, siempre salían de una situación peligrosa para meterse dentro de otra peor, james no sabía cuánto sería capaz de soportar su esposa antes de derrumbarse por completo.

El frió penetrando mas y mas profundamente en la carne de Harry. Ron, Hermione y él retrocedieron hacia atrás por la calle lateral, andando a tientas a lo largo de la pared, intentando no hacer ruido. Entonces, a la vuelta de la esquina, deslizándose silenciosamente, llegaron los dementores, diez o mas de ellos, visibles porque eran de una oscuridad mas densa que sus alrededores, cubiertos con sus negras capas y con sus manos en descomposición y con pústulas. ¿Podían detectar miedo en las cercanías? Harry estaba seguro de ello. Parecían estar acercándose mas rápido ahora, con esas pesadas y ruidosas respiraciones que detestaba, probando la desesperación en el aire, acercándose…

-¿Qué espera?—preguntó sirius—el patronus!, ya!

-Delatará su presencia—le indicó Remus

-Mejor batirse a duelo con los mortifagos que sufrir el beso del dementor!—dijeron james y sirius al tiempo.

Alzó su varita. No podía, no sufriría el beso de los dementores, sin importar lo que ocurriera después. Era en Ron y Hermione en lo que pensaba mientras susurraba, —¡Expecto Patronum!

Dumbledore de nuevo supo que una de las principales fortalezas de Harry eran sus amigos y el amor incondicional que estaba presente entre ellos, por ron y hermione haría lo que fuera, sin contar a los weasley y sus otros seres queridos.

El ciervo plateado surgió de su varita y embistió. Los dementores se dispersaron y se oyó un grito triunfante en alguna parte fuera de vista.
—¡Es él, allá abajo, allá abajo, he visto su Patronus, era un ciervo!

Lily, Ángela y Alice gimieron con terror, mientras los hombres tensaban la mandíbula y las abrazaban protectoramente.

Los dementores se habían retirado, las estrellas destellaban de nuevo y los pasos de los mortifagos se hacían más fuertes, pero antes de que Harry en su pánico pudiera decidir que hacer, se oyó un rechinar de goznes cerca, una puerta se abrió en el lado izquierdo de la estrecha calle, y una voz áspera dijo: —¡Potter, aquí adentro, rápido!

-¿Amigo o enemigo?—preguntó Ángela con el miedo reflejado en su voz.

-Amigo, si es quien creo que es—dijo Dumbledore que creía saber dónde estaba el espejo, una sonrisa se extendió por su cara pero no dijo nada más.

Obedecieron sin vacilación, los tres se apresuraron a través del umbral abierto.
—¡Escaleras arriba, déjense la capa puesta, manténganse en silencio! —murmuró una figura alta, pasando junto a ellos mientras salía a la calle y cerrando la puerta tras él.

Dumbledore sonreía, estaba casi seguro de quién era ese personaje, y se sentía orgulloso de él.

Harry no había tenido ni idea de donde se metían, pero ahora veía, a la luz temblorosa de una simple vela, reconoció el mugriento suelo recubierto de aserrín del bar de la posada La Cabeza de Cerdo.
Los ojos de todos se volvieron hacia Dumbledore, el director les había presentado a su hermano Aberforth cuando se habían unido a la orden.

-Gracias—dijo Lily con fervor.

-No soy yo quien las merece—declaró el director.


Corrieron detrás de la barra y a través de una segunda puerta, que conducía a una engañosa escalera de madera, que subieron tan rápido como pudieron. Las escaleras daban a una sala de estar con una alfombra raída y una pequeña chimenea, sobre la cual colgaba un retrato grande al óleo de una chica rubia que miraba hacia el cuarto con una especie de dulzura ausente.

Los ojos del director se llenaron de tristeza, si bien ninguno de los dos hermanos Dumbledore se había recuperado nunca de la muerte de Ariana, fue a su hermano Aberforth a quien más afecto, esa culpa nunca se le borraría.

Llegaron gritos desde las calles abajo. Aun llevando la Capa de Invisibilidad puesta, se acercaron a la mugrienta ventana y miraron hacia abajo. Su salvador, a quien Harry había reconocido como el cantinero de La Cabeza de Cerdo, era la única persona que no vestía una capucha.
—¿Qué? —bramaba hacia una de las caras encapuchadas—. ¿Qué? ¡Envían dementores a mi calle, yo respondo un Patronus! ¡No permitiré que se acerquen a mí! ¡lo he dicho! ¡No lo permitiré!

Todos esperaban con impaciencia, se alegraban de que Harry, ron y Hermione hubiesen salido del peligro, ahora pedían que también Aberforth saliera bien librado.

—Ese no era tu Patronus, —dijo un mortifago—. Era un ciervo. ¡Era el de Potter!
—¡Ciervo! —gruñó el cantinero, y saco su varita—. ¡Ciervo! Idiota, ¡Expecto Patronum!
Algo enorme y con cuernos salió de la varia. Con la cabeza baja, embistió
Por High Street, hasta perderse de vista.
—Eso no es lo que yo vi, —dijo el mortifago, aunque parecía ahora menos seguro.

-Bien hecho!—dijeron sirius y james al tiempo.

—Violaron el toque de queda, ya oíste el ruido, —dijo uno de sus compañeros al cantinero—. Alguien estaba afuera en la calle contra las regulaciones…
—¡Si quiero dejar salir a mi gato, lo haré, y al diablo tu toque de queda!

-Eso!—dijo sirius eufórico—demuéstrale quien manda.

—¿Tu activaste el encantamiento aullido?
—¿Y qué si lo hice? ¿Van a llevarme a Azkaban? ¿Asesinarme por asomar la nariz fuera de mi propia puerta principal? ¡Háganla entonces! Pero espero por su propio bien que no hayan presionado sus pequeñas Marcas tenebrosas, convocándolo. No le va a gustar que le hagan venir aquí por mí y mi viejo gato, ¿o si?

-Este sujeto me cae muy bien—alabó sirius quien escuchaba encantado como el cantinero ponía a los mortifagos en su lugar y además de todo salvaba a su ahijado.

—¡No te preocupes por nosotros, —dijo uno de los mortifagos—, preocúpate por ti mismo y por no violar el toque de queda!

—¿Y en donde traficaran con pociones y venenos cuando mi bar sea clausurado? ¿Qué pasara entonces su pequeña actividad suplementaria?
—¿Nos estas amenazando?

-Fuerte y claro—dijo sirius asintiendo.

—Mantengo la boca cerrada, por eso vienen aquí, ¿o no?
—¡Sigo diciendo que vi un Patronus con forma de ciervo! —grito el primer mortifago.
—¿Ciervo? —rugió el cantinero—. ¡Es una cabra, idiota!

-Mi hermano y su obsesión con las cabras—dijo Dumbledore sonriendo.

—Vale, cometimos un error, —dijo el segundo mortifago—. ¡Viola el toque de queda de nuevo y no seremos tan clementes!
Los mortifagos avanzaron a zancadas de vuelta hacia High Street. Hermione gimió de alivio, saliendo de debajo de la capa, y se sentó en una silla de patas bamboleantes. Harry corrió las cortinas y después retiro la capa de Ron y de sí mismo. Podían oír al cantinero abajo, echando los cerrojos de la puerta del bar, y después subiendo las escaleras.

-Ahora les va a regañar—dijo Dumbledore sonriendo—Aberforth no cambiara.

La atención de Harry fue capturada por algo que había en la repisa de la
chimenea, un pequeño espejo rectangular, colocado de pie, justo debajo del retrato de la chica.

-Con que el lo tenia.—dijeron todos al tiempo

-Pues ya sabemos quien envió a Dobby—dijo Ángela—ósea, que es la segunda vez que Aberforth les salva la vida.

-Esperemos que no necesiten ser salvados de nuevo—dijo Lily—esto se pone cada vez peor.

El cantinero entró en el cuarto.
—Malditos tontos, —dijo bruscamente, mirando de uno a otro—. ¿En qué estaban pensando al venir aquí?

-Tan gentil como siempre—ironizó sirius.

—¡Gracias! —dijo Harry—. ¡No podemos agradecérselo lo suficiente! !Salvo nuestras vidas!

-Así me gusta Harry—aprobó Lily—educación ante todo.

El cantinero gruñó. Harry se aproximó mirándole a la cara, tratando de ver más allá del largo, fibroso y canoso pelo de la barba. Llevaba gafas. Tras los sucios cristales, los ojos eran de un azul brillante y penetrante.
—¡Es su ojo el que he estado viendo en el espejo!

-Por Merlín Harry!—se burló sirius—descubriste la función de las lechuzas!
Todos rieron pero Lily no

-No te burles de mi hijo, Black!—le amenazó—ya te lo había advertido.

-Vamos pelirroja, no me burlo solo…

-Solo nada, no te metas con Harry—lo interrumpió con gravedad, sirius hizo una mueca pero se quedo en silencio ante la risa de todos.

Se hizo el silencio en la habitación. Harry y el cantinero se miraban uno a otro.
—¡Usted envió a Dobby!

Sirius abrió la boca pero antes de que pudiera decir algo Ángela lo impidió

-Cielo, de verdad no me gustaría enviudar antes incluso de haber pensado en casarme—le indició y sirius vio la mirada furiosa de Lily y decidió que su novia tenia razón.

El cantinero asintió y busco al elfo alrededor.
—Pensé que estaría contigo. ¿Dónde lo dejaste?
—Está muerto, —dijo Harry—, Bellatrix Lestrange lo mató.
La cara del cantinero permaneció indiferente. Después de unos momentos dijo,
—Lamento oírlo. Me gustaba ese elfo.

-y a todos—dijo Alice—los Malfoy son basura por tratarlo como lo hacen.

-Es cierto—aprobó Frank—los elfos que nos sirven se ven bastante contentos de de hacerlo, no hay porque tratarlos mal y mucho menos hacer que se castiguen.

-Los magos no suelen considerar a los elfos como criaturas con sentimientos complejos—expresó Dumbledore.

Se dio la vuelta, encendiendo lámparas con golpecitos de su varita, sin mirar a ninguno de ellos.
—Usted eres Aberforth, —dijo Harry a la espalda del hombre.
Él no lo confirmó ni negó, sino se agachó para encender la chimenea.
—¿Cómo consiguió esto? —preguntó Harry, caminando hacia el espejo de Sirius, el gemelo del que él había roto casi dos años antes.

-y sigo ofendido por eso!—dijo sirius—¿cómo pudo romperlo?

Nadie le hizo el menor caso.

—Se lo compré a Dung hace cosa de un año, —dijo Aberforth—. Albus me dijo lo que era. Intentaba mantener un ojo en ti.

Lily y james se sintieron profundamente agradecidos con el hombre, y de nuevo agradecieron que aunque ellos no estuviesen allí para su hijo, existieran tantos magos y brujas dispuestos a ayudarlo y defenderlo.

Ron jadeó.
—La cierva plateada, —dijo excitadamente—. ¿Fue también usted?

-¿Qué no acaba de mostrar que su patronus es una cabra?—dijo Remus exasperado.

—¿De que estás hablando? —pregunto Aberforth.
—¡Alguien nos envió un Patronus en forma de cierva!
—Con un cerebro así, podrías ser mortifago, hijo. ¿No acabo de probar que mi Patronus es una cabra?

Todos se rieron quedamente de lo dicho por Aberforth y mas aun de imaginar las expresiones que debería tener en ese momento el mejor amigo de Harry.

—¡Oh, —dijo Ron—, vale… bueno, tengo hambre! —agregó a la defensiva mientras su estomago soltaba un enorme gruñido.

-Bueno, esa es una muy buena excusa—dijo sirius—por cierto, pelirroja ¿a que hora almorzamos?

-Creo que podremos hacerlo al leer este capítulo—le contesto Lily.

—Iré a por comida —dijo Aberforth, y salió de la habitación, reapareciendo momentos más tarde con una hogaza grande de pan, algo de queso, y una jarra de estaño con aguamiel, los puso sobre una pequeña mesa frente al fuego. Hambrientos, comieron y bebieron, y durante un rato solo hubo silencio, excepto por los crujidos del fuego, los golpes de las copas, y el sonido producido al masticar.
—Bien entonces, —dijo Aberforth cuando hubieron comido su ración y Harry y Ron se sentaron encorvados y somnolientos en sus sillas—. Tenemos que pensar en la mejor forma de sacarlos de aquí.

-Sí claro—dijo Remus con sarcasmo—y Harry aceptara irse y dejarle el camino libre a voldemort para esconder el horrocrux.

No puede ser de noche, ya oísteis lo que pasa si alguien se mueve en el exterior en la oscuridad. El encantamiento aullido se activa, saldrán tras vosotros como bowtruckles sobre huevos de doxy. No considero que vaya a ser capaz de hacer pasar un ciervo por una cabra una segunda vez. Esperen a que amanezca cuando el toque de queda termine, entonces pueden ponerse su Capa de Invisibilidad de nuevo y salir a pie.
Salgan directamente de Hogsmeade, hacia las montañas, y podrán desaparecer allí. Tal vez vean a Hagrid. Se ha estado escondiendo en una cueva allá arriba con Grawp desde que intentaron arrestarlo.

-Sigo preguntándome como logró Hagrid domesticar a un gigante—dijo sirius—por muy hermano que sea.

-Es Hagrid—dijeron los otros a modo de explicación, para que james continuara—intentara domesticará incluso a un basilisco si se presenta la ocasión.

—No nos iremos, —dijo Harry—. Tenemos entrar en Hogwarts.
—No seas estúpido, chico, —dijo Aberforth.
—Tenemos que hacerlo, —dijo Harry.
—Lo que tiene que hacer, —dijo Aberforth, inclinándose hacia adelante—, es irse tan lejos de aquí como puedan.

-Mi hijo no es ningún cobarde—reclamó james

—No lo entiende. No hay mucho tiempo. Tenemos que conseguir entrar en el Castillo. Dumbledore… quiero decir, su hermano, quería que nosotros…
La luz de la chimenea hizo que las mugrientas gafas de Aberforth se volvieron momentáneamente opacas, de un parejo blanco brillante, y que a Harry le recordaron a los ojos ciegos de la araña gigante, Aragog.

-Ahora resulta que también se ha topado con una araña gigante—dijo Lily molesta—¿con cuántos monstruos se ha enfrentado Harry?


—Mi hermano Albus quería un montón de cosas, —dijo Aberforth— y la gente tenia el hábito de salir malparada mientras el llevaba a cabo sus grandes planes.

Frank leyó con algo de culpa, cuando terminó de decirlo los ojos de todos se plantaron en la cara del director, en la que claramente se podía ver un gesto de profunda tristeza y culpabilidad, sin embargo, Dumbledore negó con la cabeza y Frank siguió leyendo.

Mantente alejado de ese colegio, Potter, y fuera del país si puedes. Olvida a mi hermano y sus astutas intrigas. Él se ha ido a donde ya nada de esto puede herirle, y no le deben nada.

-¿Cómo puede hablar así de usted?—se escandalizó Lily—usted que siempre ha luchado por detener a voldemort.

-Mi hermano tiene grandes motivos para odiarme—dijo Dumbledore—ya leyeron todo lo que Rita publicó en su libro.

-Skeeter es una arpía mentirosa—dijo Ángela recordando las miles de veces que aún en el colegio Rita había ocasionado problemas con sus intrigas—vive para destruirle la vida a los demás con sus embustes.

-Bueno, fue amigo de Grindelwald ¿y que?—preguntó Alice—cualquiera comete errores, pero fue usted mismo quien lo detuvo, no dejo que esa pasada amistad le evitara enfrentarse a el y detenerlo.

Dumbledore no dijo nada más, pero estaba seguro de que en cuanto se supiera el resto de la historia no lo apoyarían tanto, y la culpa volvió a él de forma cruel.

-Usted no lo entiende -dijo Harry de nuevo.
-Oh, ¿no? -dijo Aberforh con calma-. ¿Crees que no entendía a mi propio
hermano? ¿Crees conocer a Albus mejor que yo?
-No quería decir eso -dijo Harry, cuyo cerebro se sentía entumecido por el cansancio y el exceso de comida y vino-. Él... me dejó un trabajo.
-¿De veras? -dijo Aberforth-. Un trabajo agradable, espero. ¿Cómodo? ¿Fácil? ¿La clase de cosas que esperarías que un mago niño no cualificado pudiera hacer sin abusar de sí mismo?

Ninguno decía nada, la verdad era que seguían preguntándose porque el director había encomendado a tres jóvenes magos que apenas habían alcanzado la mayoría de edad un trabajo tan complicado y peligroso, como lo era la búsqueda de los Horrocruxes y su destrucción, ni siquiera el director se explicaba su futuro proceder.

Ron soltó una risa sombría. Hermione parecía cansada.
-N-no es fácil, no -dijo Harry-. Pero tengo que...
-¿Tienes? ¿Por qué? Él esta muerto, ¿no? -dijo Aberforth rudamente-. ¡Lárgate, chico, antes de que le sigas! ¡Sálvate a ti mismo!
-No puedo.
-¿Por qué no?
-Yo... -Harry se sentía superado; no podía explicarlo, así que tomó la ofensiva en vez de eso-. Pero usted también lucha, esta en la Orden del Fénix.

-Fiel a Dumbledore cueste lo que cueste—dijo james con orgullo.

-Lo estaba -dijo Aberforth-. La Orden del Fénix ha pasado a la historia. Quien-tú-ya-sabes ha vencido, se acabó, aquel que piense lo contrario se engaña a sí mismo. Aquí nunca estarás a salvo, Potter, él te tiene muchas ganas. Vete al extranjero, escóndete, sálvate a ti mismo. Será mejor que te lleves a estos dos contigo. -Lanzó el pulgar hacia Ron y Hermione-. Estarán en peligro mientras vivan ahora que todo el mundo sabe que han estado ayudándote.

-Creo que ya no me cae tan bien como creía—dijo sirius—lo siento director, es su hermano, pero se esta portando como un cobarde, después de haber enfrentado a los mortifagos ahora dice que lo mejor es quedarse de brazos cruzados y ver como muere gente inocente.

-Sirius—dijo Dumbledore con voz baja pero decidida—ya hemos leído como están las cosas allá, Aberforth solo quiere evitar más muertes, estoy seguro de ello.

Sirius no dijo nada, pero era evidente que no estaba de acuerdo con el director, Ángela lo abrazó para calmarlo y Frank siguió leyendo.

-No pudo marcharme -dijo Harry-. Tengo un trabajo...
-¡Que lo haga otro!
-No puedo. Tengo que ser yo. Dumbledore lo explicó todo...
-Oh, ¿lo hizo? ¿Y te lo contó todo, fue honesto contigo?

Se prepararon para oír la respuesta, ya sabían todas las dudas que embargaban a Harry sobre su profesor, y ahora Aberforth estaba sacando todo eso a flote.

Harry deseó con todo su corazón decir "Si", pero de algún modo esa sencilla palabra no llegaba a sus labios. Aberfoth pareció saber lo que estaba pensando.
-Conocía a mi hermano, Potter. Aprendió de mi madre el arte de guardar secretos. Secretos y mentiras, así es como crecimos

Dumbledore bajó la mirada avergonzando, más aún porque sabia que su hermano tenía razón, aun a su orden no le contaba todo, los Potter, por ejemplo, se habían escondido bajo su indicación, sin embargo, el no les había dicho en ese momento, el verdadero motivo por el que debían hacerlo, y por lo visto, años más adelante seguía comportándose de igual manera.

Los ojos del viejo viajaron hasta la pintura de la chica sobre el chimenea. Era, ahora que Harry se fijaba apropiadamente, la única foto de la habitación. No había ninguna foto de Albus Dumbledore, ni de nadie más.
-Señor Dumbledore, -dijo Hermione bastante tímidamente-. ¿Es esa su hermana Ariana?
-Si -dijo Aberforth tensamente-. ¿Has estado leyendo a Rita Skeeter, verdad, señorita?

Se estaban preguntando si finalmente iban a obtener la verdad completa de ese asunto, que paginas atrás dejaron inconcluso, no estaban seguros de querer enterarse.

Incluso a la luz pálida del fuego se notó claramente que Hermione se había ruborizado.
-Elphias Doge nos la mencionó, -dijo Harry, intentando cubrir a Hermione.
-Ese viejo imbécil, -murmuró Aberforth, tomando otro trago de aguamiel-. Idolatraba a mi hermano, desde luego. Bueno, igual que mucha gente, incluidos ustedes tres por lo que se ve.

-Dumbledore Es el mejor hechicero de todos los tiempos—dijo james con seguridad—es lógico que lo admiremos.

-Gracias, james—dijo Dumbledore—pero no me considero digno de tanta admiración.

-Tonterías—contradijo james, antes de que Frank reemprendiera la lectura

Harry siguió callado. No quería expresar las dudas e incertidumbres que le habían carcomido durante meses. Había hecho su elección mientras cavaba la tumba e Dobby, había decidido continuar por el sinuoso y peligroso camino señalado por Albus Dumbledore, aceptar que no se le había contado todo lo que quería saber, pero simplemente confiando. No tenía ningún deseo de volver a dudar; no quería  oír nada que pudiera desviarle de su propósito. Encontró la mirada de Aberforth que era tan penetrante como la de su hermano. Los brillantes ojos azules daban la misma impresión, como si estuvieran atravesando con rayos X al objeto de su escrutinio, y Harry creyó que Aberforth sabía lo que estaba pensando y le despreciaba por ello.

Dumbledore lamentó que su futuro alumno estuviese pasando por todo eso, le habría gustado sentirse digno de  toda esa admiración que Harry parecía sentir por el, pero desde su punto de vista, no la merecía.

-El Profesor Dumbledore se preocupaba por Harry, muchísimo -dijo Hermione en voz baja.
-¿De veras? -dijo Aberforth-. Es curioso como muchas de las personas a las que apreciaba tanto mi hermano han terminado en peor estado que si les hubiera dejado en paz.

-Ey!. eso es muy duro—dijo Lily—estoy segura de que el profesor Dumbledore tenía las mejores intenciones siempre que ha llevado a cabo algún plan.

-¿Qué quiere decir? -preguntó Hermione sin respiración.
-No importa, -dijo Aberforth.
-¡Pero eso es algo realmente serio para decir! -dijo Hermione-. ¿Esta hablando de su hermana?

Los ojos azules de Dumbledore brillaban mas que de costumbre, pero contrario a casos anteriores, esta vez lo hacían invadidos por una devastadora tristeza.

Aberforth la miró fijamente. Sus labios se movían como si estuviera mordiendo las palabras para contenerlas. Entonces rompió a hablar.

-Cuando mi hermana tenía seis años, fue atacada, por tres chicos muggles. La habían visto hacer magia, espiando a través del seto del jardín trasero. Era una niña, no podía controlarlo, ninguna bruja o mago puede a esa edad.

Ninguno dijo nada, esa parte ya se las había explicado el director cuando leyeron el capitulo “vida y mentiras de Albus Dumbledore”

Lo que vieron, les asustó, supongo. Se abrieron paso a través del seto, y cuando ella no les mostró el truco, fueron un poco lejos intentando detener lo que la pequeña monstruito hacía.

Lily se dijo que evidentemente no había necesidad de tener magia o ser un mago tenebroso para tener poder.

Los ojos de Hermione estaban enormes a la luz del fuego. Ron parecía
ligeramente enfermo. Aberforth se puso en pie, tan alto como Albus, y repentinamente terrible en su furia y la intensidad de su dolor.

-Fue mi culpa—dijo Dumbledore con infinita tristeza—murió por mi culpa.

Nadie fue capaz de decir nada, Frank se sintió culpable, pues por segunda vez, leía un capitulo donde los secretos del director quedaban expuestos.

-Eso la destruyó, lo que le hicieron. Nunca volvió a estar bien. No utilizaba la magia, pero no podía librarse de ella; la interiorizó y eso la volvió loca, explotaba cuando ya no podía controlarla mas, y a veces era extraña y peligrosa. Pero principalmente era dulce, asustadiza e inofensiva.

Una sonrisa triste se instaló en el rostro del director, “la preciosa Ariana”, pensaba mientras recordaba los escasos momentos que paso con ella antes del incidente, siempre tan ocupado en alcanzar logros y metas, que descuido a su familia.

-Y mi padre fue por los bastardos que lo hicieron, -dijo Aberfoth-, y les atacó. Y le encerraron en Azkaban por ello. Nunca dijo por qué lo había hecho, porquesi el Ministerio hubiera sabido en qué se había convertido Ariana, la habrían encerrado en St Mungo por su bien. La hubieran visto como una seria amenaza contra el Estatuto Internacional de Secreto, desequilibrada como estaba, con la magia explotando de ella por momentos cuando no podía contenerla mas.

-No podíamos permitir que la internaran en san Mungo—explico el director—ella estaría más feliz con mi madre y con mi hermano, que siempre se desvivieron por que estuviera bien.

-Nosotros la mantuvimos a salvo y tranquila. Nos mudamos de casa, pero eso hizo que enfermara, y mi madre se ocupaba de ella, e intentaba manterla tranquila y feliz.
-Yo era su favorito -dijo él, y mientras lo decía, un escolar desaliñado pareció surgir a través de mugrienta y enredada barba-. No Albus, que siempre estaba en su dormitorio cuando estaba en casa, leyendo sus libros y contando sus premios, manteniendo correspondencia con "los mas notables nombres mágicos de la actualidad" -gruñó Aberforth-. No quería molestarse con ella.

El silenció era roto únicamente por la voz de Frank, baja y controlada, miles de imágenes pasaban a velocidad vertiginosa por la cabeza del director, en todas y cada una de ellas salía su hermana con una sonrisa radiante.

A ella le gustaba mas yo. Yo podía llevarle la comida cuando no podía mi madre, la calmaba cuando tenía uno de sus ataques de rabia, y cuando estaba tranquila, solía ayudarme a alimentar a las cabras.

Albus Dumbledore siempre había sabido controlar sus emociones de forma rotunda, pero el relato de su hermano, en boca de Frank Longbotton, sobre su hermana lo estaban venciendo, sus ojos se inundaron de lagrimas que el director intentaba con todas las fuerzas retener.

-Entonces, cuando tenía catorce años... Verán, yo no estaba allí -dijo Aberfoth-. Si hubiera estado allí, podría haberla calmado. Tuvo una de sus rabietas, y mi madre ya no era tan joven como antes, y... fue un accidente. Ariana no pudo controlarlo. Pero mi madre murió.

Los rostros de todos reflejaron el shock por lo que acababan de descubrir, trataron de no mirar al director pero les fue imposible, lo que vieron los dejó helados, el gran Albus Dumbledore, siempre tan controlado, tenia lagrimas brillando en los ojos y un gesto de profundo dolor.

Harry sintió una horrible mezcla de pena y repulsión, no quería oír nada mas, pero Aberfoth siguió hablando, y Harry se preguntó cuánto hacía que no hablaba de esto; de hecho, si alguna vez había hablado de ello.

-Ni siquiera lo habló conmigo—les confió el director—nunca hablamos de Ariana desde que murió, sé que el aún me culpa y con toda razón.

-Así que eso dio al traste con el viaje de Albus alrededor del mundo con el pequeño Doge. Los dos volvieron a casa para el funeral de mi madre y después Doge se fue por su cuenta, y Albus se quedó como cabeza de familia. ¡Ja! Aberforth escupió en el fuego.
-Yo me habría ocupado de ella, así se lo dije, no me importaba la escuela. Me hubiera quedado en casa, lo hubiera hecho. Él me dijo que tenía que terminar mi educación y que él ocuparía el lugar de mi madre. Un poco bajo para el Señor Brillante, no había ningún logro en ocuparse de tu hermana medio loca y evitar que volara la casa un día si y otro también. Pero lo hizo muy bien durante unas semanas... hasta que llegó él.

Dumbledore gimió internamente, los demás no eran capaces de pronunciar palabra, el asombro los dejaba completamente anonadados, ni sirius, el mas explosivo y por mucho, era capaz de hablar en ese momento.

Y ahora una mirada positivamente peligrosa se arrastró hasta la cara de
Aberforth.
-Grindelwald. Y al fin mi hermano tenía un igual con el que hablar, alguien tan brillante y talentoso como él. Y ocuparse de Ariana pasó a ocupar un lugar secundario, mientras tramaban sus planes para un Nuevo Orden Mágico y buscaban Reliquias, y lo que fuera en lo que estaban interesados.

-Por eso siempre nos insistía en que las reliquias de la muerte si existen—dijo Ángela con un hilo de voz—antes incluso de que supiéramos que usted tiene la varita invencible.—Dumbledore asintió pero no agrego nada más

Grandes planes en beneficio de toda la raza mágica, ¿y si se era negligente en el cuidado de una jovencia, que importaba, cuando Albus estaba trabajando por el bien mayor?

No podían creer lo que leían, no querían creerlo, su líder, su modelo a seguir, comportándose de esa forma, era mas de lo que habría esperado.

-Pero después de unas semanas, yo ya había tenido suficiente. Casi me había llegado el momento de volver a Hogwarts, así se lo dije, a los dos, cara a cara, como te lo estoy diciendo ahora, -y Aberfoth bajó la mirada hasta Harry, y requirió poca imaginación verle como un adolescente, tieso y enfadado, enfrentando a su hermano mayor-. Le dije, será mejor que despiertes ahora. No puedes moverla, no en su estado, no puedes llevártela contigo adonde quiera que estés planeando ir cuando estas haciendo tus astutos discursos, intentando reunir seguidores. No le gustó eso, -dijo Aberforth y sus ojos se opacaron brevemente por la luz del fuego sobre los cristales de las gafas.

La escena se repetía en la cabeza de Dumbledore, su hermano, molesto y ofendido reclamándole, intentando que el entrara en razón, pero él fue demasiado ciego y demasiado necio como para escucharlo a tiempo.

Se volvió blanco y ciego de nuevo-. A Grindelwald no le gustó en absoluto. Se enfadó. Me dijo que era un estúpido muchachito, intentando interponerme en el camino de mi brillante hermano... ¿Es que yo no entendía que mi pobre hermana no tendría que permanecer oculta, una vez ellos cambiaran el mundo, y lideraran a los magos abandonando el ocultamiento, y enseñaran a los muggles cual era su lugar?

Sirius se sentía enfermo, recordaba a sus padres tratando de inculcarle el odio a los muggles, tratando de convencerlo que eran inferiores y que no merecían existir, el hombre que estaba con el en ese mismo momento llego a pensar lo mismo, y sirius lo había considerado un ejemplo desde que entró a Hogwarts, se sentía traicionado, extremadamente furioso con el director.

-Y hubo una discusión... y yo saqué mi varita, y él la suya, y me encontré
sufriendo una Maldición Cruciatus a manos del mejor amigo de mi hermano...

Lily, Ángela y Alice gimieron, miraron con horror y tristeza entremezclada al profesor, sirius estaba en extremo molesto, james, Remus y Frank estaban demasiado asombrados como para reaccionar.

Y Albus estaba intentando detenerle, y entonces los tres nos enzarzamos en un duelo, y los destellos de luces y los ruidos la atrayeron, no pudo quedarse... El color desapareció de la cara de Aberfoth, como si hubiera sufrido una herida mortal.

Para ese momento Dumbledore no pudo contener las lagrimas, era tan extraño ver al director llorar, jamás lo habían pensado, tantas malas noticias que habían recibido, tantos momentos oscuros por los que habían atravesado en los últimos tiempos y jamás lo habían visto derramar una sola lagrima, verlo como estaba en ese momento los dejó helados, ninguno sabía que hacer, ahora entendían porque Dumbledore les había dicho en varias ocasiones que en su juventud se había equivocado enormemente.

-... y creo que quería ayudar, pero en realidad no sabía qué estaba haciendo, y no sé cual de nosotros lo hizo, pudo haber sido cualquiera... y estaba muerta.

Lily, Alice y Ángela también estaban llorando, el director mantenía la mirada en el piso, Frank hablaba con voz entrecortada, Remus sentía compasión por el director y james y sirius estaban aún estupefactos.

Su voz se rompió en la última palabra y se dejó caer en la silla mas cercana. La cara de Hermione estaba bañada en lágrimas, y Ron estaba casi tan pálido como Aberfoth. Harry no sentía nada mas que repulsión. Deseó no haberlo oído, deseó poder limpiarlo de su mente.

Y por las miradas de los presentes, Harry no era el único que deseaba quitarlo de su mente.

-Yo... lo.. lo siento mucho, -susuró Hermione.
-Se fue -graznó Aberfoth-. Se fue para siempre.

Lily le dirigió una mirada de compasión a Dumbledore, pero el hombre, aún mirando el piso, no la vio.

Se limpió la nariz con la manga y se aclaró la garganta.
-Por supuesto, Grindelwald puso pies en polvorosa. Ya tenía un historial, allá en su país, y no quería que Arianna se sumara a su cuenta también. Y Albus estaba libre, ¿verdad? Libre de la carga de su hermana, libre para convertirse en el mas grande de los magos de...

-Jamás me he sentido libre—dijo con voz abatida el director.

-Nunca fue libre -dijo Harry.

Que Harry lo defendiera hizo que Albus levantara la cabeza para mirar a Frank, el auror siguió leyendo.

-¿Perdón? -dijo Aberforth.
-Nunca -dijo Harry-. La noche en que su hermano murió, bebió una poción que le volvió loco. Empezó a gritar, suplicando a alguien que no estaba allí-. No les hagas daño, por favor... házmelo a mí.

Sirius se estremeció notablemente, nunca había contado a sus amigos lo que había pasado en la isla.

-¿Estas bien?—preguntó Ángela en voz baja.

Sirius asintió, pero nadie le creyó.

-Vamos, canuto—le apremió james—pensé que confiabas en nosotros, el director lo observaba.—¿qué pasa?

-La..la poción—miró al director con gesto ausente—yo…la poción—tomó aire para calmarse y poder explicar—hace que revivas tus peores situaciones, yo…recordé…lo vi, cornamenta, lunático—dijo a sus amigos que lo conocían más que nadie—re..¿Recuerdan las historias que les conté de cuando Reg y yo eramos pequeños?.

-¿sobre lo unidos que eran?.—preguntaron al tiempo los dos merodeadores.

-Exacto—respondió al animago—yo..bueno la poción me hizo recordar las miles de veces que Reg fue castigado por mi culpa, los cruciatus que recibió de mi madre—dijo la palabra con asco—los latigazos, todas las veces que no pude defenderle—sus ojos grises brillaban con culpa, Lily, Ángela y Alice aún lloraban, el director escuchaba con compasión—vi en mi mente las imágenes de los castigos que recibió Reg por mi culpa, desde cosas tan sencillas como salir al parque a jugar con niños muggles, y entonces, Walburga lo castigaba tan fuerte que quedaba en la cama por días—relató—conmigo no podía, según ella yo “no tenía remedio”, pero decía que Reg estaba a tiempo, y lo consiguió—terminó con amargura—yo me rendí, lo abandoné.

-No es tu culpa—dijeron todos al tiempo, pero el negó.

-Nunca me lo voy a perdonar—dijo—pero no descansaré hasta lograr que su muerte no haya sido en vano—se volvió hacia el director—en verdad estoy bastante enfadado—el tono de su voz no era nada propio de el, como tampoco sus palabras—y molestó por todo lo que nos ha ocultado, pero—y todos se asombraron cuando continuo—no soy nadie para juzgarlo, todos hemos cometido errores, y si, no vamos a olvidar lo que estamos leyendo, pero usted ha luchado desde entonces por remediar los errores, y no seremos nosotros quienes lo juzguemos por eso.

-Gracias sirius—dijo Dumbledore con fervor el aludido asintió.

Ron y Hermione miraban fijamente a Harry. Nunca había entrado en detalles sobre lo que había ocurrido en la isla del lago. Los eventos que habían tenido lugar después de que él y Dumbledore volvieran a Hogwarts lo habían eclipsado concienzudamente.

-Así que..—dijo Lily aún con rastros de lagrimas en sus mejillas—el mismo día que fueron a la cueva, usted falleció—dijo mirando al director, Dumbledore asintió pero sirius interrumpió.

-No falleció—dijo con rotundidad—Quejicus lo mató.

Frank consideró oportuno seguir leyendo.

-Creyó estar de vuelta allí con usted y con Gridelwald, lo sé -dijo Harry,
recordando a Dumbledore susurrando y suplicando-. Creyó estar viendo como Grindelwald les hacía daño a usted y a Ariana... Fue una tortura para él. Si le hubiera visto entonces, no diría que era libre.

-Bueno, si Harry puede perdonarlo—dijo james—nosotros también.

Aberfoth parecía perdido en la contemplación de sus propias manos nudosas y venosas. Después de una larga pausa dijo,
-¿Cómo puedes estar seguro, Potter, de que mi hermano no estaba mas
interesado en el bien mayor que en ti? ¿Cómo puedes estar seguro de que no eres prescindible, como mi hermanita?

No creían que eso fuese posible, después de todo Dumbledore había ayudado a Harry, según lo que leían, no creían que Harry no significara nada para el director, después de todo, Albus siempre había lamentado y se había entristecido por la pérdida de cualquiera de los miembros de la orden, y de hecho, por cualquier inocente que hubiese muerto.

Un afilado trozo de hielo atravesó el corazón de Harry.
-Yo no lo creo. Dumbledore quería a Harry, -dijo Hermione.

-Bien dicho, hermione—alabo Lily

-¿Por qué no le dijo que se ocultara entonces? -disparó Aberforth. ¿Por qué no le dijo "Cuida de ti mismo, así es como sobrevivirás"?

-Porque para lograr el mundo que queremos debemos pensar en algo más que en nuestra propia seguridad—dijo Lily con rotundidad.

-¡Porque, -dijo Harry antes de que Hermione pudiera responder-, algunas veces tienes que pensar en algo mas que en tu propia seguridad! ¡Algunas veces tienes que pensan en el bien mayor! ¡Esto es una guerra!

-Me siento tan orgullosa—declaró Lily—es cierto que me da pánico la situación de Harry en esa guerra, pero me siento muy orgullosa de cómo lo enfrenta.

-Todos estamos orgullosos—dijeron james, sirius y Remus al tiempo dirigiendo idénticas sonrisas de orgullo al niño pelinegro

-¡Tienes diecisiete años, chico!
-¡Soy mayor de edad, y voy a seguir luchando incluso si usted se ha rendido!
-¿Quién dice que me haya rendido?

-Usted mismo lo dice—reclamó james—“la orden del fénix ha pasado a la historia, quien-tu-sabes ha vencido”

-La Orden del Fénix ha pasado a la historia, -repitió Harry-. Quien-tu-ya-sabes ha vencido, se acabó, y quien piense lo contrario se engaña a sí mismo.
-¡No dije que me gustara, pero es la verdad!

-No, no lo es—contradijo james.

-Así es—lo secundo su esposa—mientras hayan magos y brujas dispuestos a hacerle frente, hay esperanza.

-No, no lo es -dijo Harry-. Su hermano sabía cómo terminar con Quien-usted-ya-sabe y me pasó a mí el conocimiento. Voy a seguir adelante hasta que tenga éxito... o muera. No crea que no sé como podría terminar esto. Lo sé desde hace años.

-Mi pobre niño—se lamentó Lily.

Esperó a que Aberfoth se quejara o discutiera, pero no lo hizo. Simplemente se movió.
-Tenemos que entrar en Hogwarts -dijo de nuevo Harry-. Si no puede ayudarnos, esperaremos hasta que sea de día, le dejaremos en paz, e intentaremos encontrar una forma de entrar por nuestra cuenta. Si puede ayudarnos... bueno, sería un gran momento para mencionarlo.

-Igual a ti Evans—se burló sirius.

-Black ¿Cuántas veces voy a tener que repetirte que ahora soy Potter?—dijo exasperada—mira que el cabezota de tu amigo luchó bastante para que lo aceptara, así que mejor te haces a la idea.

-Ey!—protestó james mientras los demás reían, Lily lo calmó con un beso.

Aberforth permaneció pegado a su silla, mirando a Harry a los ojos, con esos ojos que se parecían tan extraordinariamente a los de su hermano. Al fin se aclaró la garganta, se puso en pie, rodeó la mesa, y se aproximó al retrato de Ariana.
-Ya sabes qué hacer -dijo él.

-¿Qué?—dijeron todos confundidos mirando al director.

-me temo que no tengo idea de lo que está pasando—dijo con simpleza.

Ella sonrió, se giró, y salió, no como hacia normalmente la gente por el costado de sus marcos, sino a lo largo de lo que parecía un largo túnel pintado tras ella.

Nadie sabía que pretendía Aberforth, pero esperaban que ayudara a Harry.

Observaron su pálida figura retraerse hasta que finalmente fue tragada por la oscuridad.
-Er... ¿qué...? -empezó Ron.
-Ahora hay solo un camino -dijo Aberforth-. Debéis saber que todos los pasadizos secretos han sido tapiados por los dos extremos, hay dementores alrededor de los muros exteriores, y patrullas regulares dentro de la escuela por lo que mis fuentes me dicen.

-No puedo creerlo—dijeron james y sirius indignados.

-¿Qué?—preguntaron curiosos los otros.

-Alguien descubrió un pasadizo secreto que nosotros nunca encontramos—dijeron al tiempo, perfectamente sincronizados y los demás rodaron los ojos.

El lugar nunca ha estado tan bien guardado. Cómo esperan hacer algo una vez consigan entrar, con Snape al cargo y los Carrows en sus puestos... bueno, eso es cosa suya, ¿no?, después de todo dicen que esta preparados para morir

-No debería decirles eso—dijeron Alice y Lily con rabia.


-¿Pero qué...? -dijo Hermione, frunciendo el ceño a la pintura de Ariana.
Un diminuto punto blanco reaparecía al final del túnel de la pintura, y ahora Ariana volvía hacia ellos, haciéndose mas y mas grande mientras llegaba. Pero había alguien mas con ella ahora, alguien más alto que ella, que avanzaba cojeando, con aspecto excitado.

-Genial!—dijeron james, Remus y sirius al tiempo.

-¿Dónde iniciara este pasadizo?—pregunto sirius mirando a los otros dos merodeadores.

-No tengo la menor idea, canuto—contestaron al tiempo.

-Pero no tardaremos en descubrirlo—finalizó Remus.


 Llevaba el pelo más largo de lo que Harry le había visto nunca. Estaba pálido y agotado. La dos figuras se hicieron mas y mas grandes, hasta que solo sus cabezas y hombros llenaron el retrato. Entonces toda la cosa se separó de la pared como si fuera una pequeña puerta, y la entrada a un auténtico túnel se reveló. Y de él, con su pelo demasiado largo, la cara cortada, la túnica desgarrada, surgió trepando el auténtico (Frank sonrió cuando leyó quien era el recién llegado) Neville Longbotton, que soltó un rugido de alegría, saltó de la chimenea y gritó.

-Neville!—gritaron todos y el pequeño se volvió hacia sus padres, Alice le sonrió a su hijo—vamos Frank lee!—le apremió

La emoción de la aparición del chico les había hecho pasar por alto la descripción, pero el director si lo notó y se preocupó por la situación en el colegio, no sabía cómo estaban sus estudiantes y eso le preocupaba.

-¡Sabía que volverías! ¡Lo sabía, Harry!

-Parece que si son buenos amigos—dijo Alice con voz soñadora, observando a los dos niños jugando tranquilamente.

-Eee..esto—Remus también había notado como el director, la descripción del recién llegado—no quisiera preocuparlos, pero ¿notaron lo que dijeron de Neville?

-¿A que te refieres?—preguntó Alice a la defensiva—¿Qué tiene de malo mi hijo?

-Nada, el no tiene nada de malo—se apresuró a decir Remus—pero dijeron que tenia la cara cortada, la túnica desgarrada—Frank y Alice miraron rápidamente el libro para confirmar lo que Remus decía y se miraron con idéntica preocupación—eso quiere decir que las cosas en Hogwarts deben estar peor de lo que pensábamos, los est..

Pero en ese momento un patronus se materializó frente a ellos, un pequeño oso abrió la boca y con voz apremiante dijo.

-Profesor Dumbledore—empezó la voz de una mujer—atacan Hogsmeade, necesitamos refuerzos.

Todos se pusieron en pie de inmediato a la espera de instrucciones…

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