domingo, 25 de septiembre de 2011

Capitulo 31. La Huida de Snape


-Date prisa Sirius.—lo apremió Lily—quiero saber que pasa con mi hijo.

-Espera un segundo—detuvo Dumbledore ignorando la mirada fulminante de Lily—antes ¿no nos estamos olvidando de algo? O más bien ¿de alguien?

-Pettegrew—dijo Frank.

-Es verdad, maldita rata—se quejó Sirius.

-Creo que podemos esperar a terminar el libro—propuso Remus—Dumbledore dice que Moody no lo dejará escapar, así que estará allí cuando terminemos el libro, pero es imperativo que tengamos todas las pistas y saber si es necesario preguntarle algo más aparte de si ha visto el diario y el guardapelo.

-Creo que Remus tiene razón—opinó James—lo mejor será terminar con el libro para luego encargarnos de Peter.

-Bueno, ya  está decidido—urgió Lily—ahora Sirius, ¿quieres empezar a leer?

-Ya voy, ya voy—contestó—pero que carácter—susurró solo para el, aunque Ángela, sentada a su lado, lo escuchó y rodó los ojos.

Capítulo 30
La Huida de Snape

-Genial!—dijeron Sirius y James cuando el primero leyó el capitulo.

-Parece que uno de los sueños del ED se cumple—murmuró Frank.

En el momento que su dedo tocó la Marca, la cicatriz de Harry ardió salvajemente, la estrellada habitación desapareció de la vista, y se encontró de pie sobre el saliente de una roca bajo un acantilado, el mar moviéndose a su alrededor y había triunfo en su corazón. Tenían al chico.

-Al menos esta lejos de Hogwarts—intentó Sirius al ver la palidez de Lily.

-Como si eso significara mucho para un mago—contestó Lily cortante y Sirius decidió que lo mejor era seguir la lectura.

Un fuerte golpe trajo a Harry de vuelta a la realidad. Desorientado, alzó la varita, pero la bruja que tenía ante él ya estaba cayendo, golpeó contra el suelo, tan fuerte que los cristales de la librería tintinearon.

-Bien hecho, Luna—la felicitó James.

-Sí, me alegra que Harry no haya ido solo—estuvo de acuerdo Lily.

-Aunque hizo mucho ruido—se lamentó alice—espero que no les cause problemas.

-Nunca he Aturdido a nadie excepto en nuestras lecciones del E.D., -dijo Luna, sonando medianamente interesada-. Hizo mas ruido del que pensé que haría.

Era evidente en el rostro de todos, que pensaban que Luna era aún más extraña de lo creían.

-¿Lecciones del ED?—se extrañó Ángela.

-Bueno, se puede deducir que se entrenaban para luchar—comentó Frank—eso es bueno, sabrán maldiciones y hechizos defensivos.

Y efectivamente, el techo empezó a temblar con carreras apresuradas, el eco de pasos crecía en intensidad tras la puerta que se dirigía a los dormitorios. El hechizo de Luna había despertado a los Rawenclaws que dormían arriba.
-¿Luna, dónde estas? ¡Tengo que meterme bajo la Capa!

Lily rogaba a quien quiera que la escuchara que su hijo saliera bien librado del asunto, pero temía que no fuese así, pensaba que esa era la razón por la que el libro había sido enviado, creía que su hijo no lo había logrado y que por eso, desde el futuro, habían decidido enviar el libro al pasado, para cambiar eso, y probablemente muchas cosas más.

Los pies de Luna aparecieron de ninguna parte, corrió a su lado y dejó caer la Capa sobre ellos cuando la puerta se abrió y una riada de Ravenclaw, todos ellos en pijama, inundaron la sala común. Hubo jadeos y gritos de sorpresa cuando vieron a Alecto yaciendo allí inconsciente.

-No creo que les moleste—se interrumpió así mismo Sirius—estarán contentos seguramente.

La rodearon lentamente, una bestia salvaje que podía despertar en cualquier momento y atacarles. Entonces un valiente pequeño de primero se adelantó y la pinchó en el trasero con el dedo gordo.

-Esos chicos son geniales—volvió a hablar Sirius—y tan solo de primer año.

-¡Creo que puede estar muerta! -gritó con deleite.

-Lo ven!—dijo de nuevo y Lily lo miró de forma amenazante, el la ignoró—les dije que iban a estar felices.

-Sirius, eres mi amigo—dijo Remus riendo—por eso te recomiendo que me des el libro o Lily terminará matándote.

-Luego no digas, pelirroja—comentó Sirius mientras le pasaba el libro a Remus—que yo nunca leo, tú me limitas, me intimidas.

-Cállate ya y deja que Remus lea—lo silenció Ángela tirándolo a su puesto.

-Oh mira, -susurró Luna felizmente, mientras los Ravenclaw se apiñaban
alrededor de Alecto-. !Estan encantados!
-Bravo... genial...

Lily Frunció el ceño pero no comentó nada, sin embargo, pensó que su hijo era un poco grosero con Luna.

Harry cerró los ojos, y cuando la cicatriz latió eligió hundirse de nuevo en la mente de Voldemort. Se movía a lo largo de un túnel en la primera cueva. Había escogido asegurarse de que el guardapelo estaba bien antes de ir a... pero no le llevaría mucho tiempo...

-Eso es una ventaja—comentó Frank—en caso de que vaya a haber una lucha tendrán un poco más de tiempo para prepararse.

-No creerás que va a ver lucha en el colegio ¿verdad?—preguntó Lily aterrada.

-No lo sé—confesó Frank—pero en caso de que así sea prefiero que tengan un poco más de tiempo para prepararse.

-y para evacuar a los alumnos—intervino Dumbledore—no puede desencadenarse una batalla con ellos en medio.

-Aunque de seguro algunos se quedaran a luchar—aportó Sirius mientras los demás asentían.

-Creo que Minerva se encargaría de sacar por lo menos a los menores de edad—dijo Dumbledore—es todo cuanto podemos pedir.

Se oyó un golpe en la puerta de la sala común y cada uno de los Ravenclaw se quedó helado. Desde el otro lado, Harry oyó la suave y musical voz que surgía del picaporte en forma de águila.
-¿Adónde van los objetos Desaparecidos?
-¿Y yo que sé? !Cállate! -gruñó una voz inculta que Harry conocía como la del hermano de Carrow, Amycus-, ¿Alecto? ¿Alecto? ¿Estas allí? ¿Le tienes? !Abran la puerta!

-Por Merlín, sale de una cosa y se mete de inmediato en otra—se lamentó Lily—pobre de mi bebe.

Los Ravenclaw susurraban entre ellos, aterrorizados. Luego sin ninguna
advertencia, hubo una serie de fuertes golpes, como si alguien disparara un arma contra la puerta.
-¡ALECTO! Si viene, y no tenemos a Potter. ¿Quieres seguir el mismo camino que los Malfoy? !CONTÉSTAME! -bramó Amycus, sacudiendo la puerta con todas sus fuerzas, pero ni aun así la puerta se abrió.

-Imbecil—dijeron Sirius, James y Frank por lo bajo.

-Cobarde—corrigó Remus que los había oído antes de reemprender la lectura.

Los Ravenclaw estaban todos en la parte de atrás, y algunos de los mas asustados echaron a correr por las escaleras hacia sus camas. Luego, justo cuando Harry se estaba preguntando si debía o no abrir la puerta de golpe y Aturdir a Amycus antes de que el mortífago pudiera hacer algo mas, una segunda voz mucho mas familiar se oyó detrás de la puerta.

-Espero que no sea Snape—dijo Alice con miedo.

-¿Puedo preguntar que esta usted haciendo, Profesor Carrow?
-!Intento... conseguir... traspasar esta maldita... puerta! -gritó Amycus-. !Ve y traéme a Flitwick! !Obligueles a abrirla, ahora mismo!

-Pero ¿Quién demonios se cree?—se enfadó Ángela.

-Bueno, al menos sabemos que sea quien sea el que este allí no es amigo de los mortífagos y por supuesto no es snape—aportó Alice.

-¿Pero no esta su hermana ahí? -preguntó la Profesora McGonagall-. ¿No Profesor? Flitwick la dejó ahí esta tarde mas temprano, ante su urgente petición ¿Quizás ella podría abrirle la puerta? Entonces no necesitaría despertar a medio castillo.

Fue evidente como todos se relajaron un poco al conocer la identidad de la otra persona.

-Ella ayudará a Harry en caso de que lo descubran—dijo James muy decidido.

-Oh, por supuesto que si—aprobó Dumbledore antes que nadie más hablara—Minerva no permitirá que nada le ocurra a Harry si ella puede evitarlo.

-Siempre fue mi profesora favorita—dijo Lily—y desde que salí del colegio y entre a la orden la admiró todavía más.

-!No contesta, escoba con patas !Abrala! !Demonios! !Hágalo ahora!.

-Idiota!—dijeron todos al tiempo exceptuando a Dumbledore, era obvio que todos en la habitación profesaban un gran cariño por Minerva McGonagall, los merodeadores la querían mucho pese a los múltiples castigos que les impuso, y lo mejor, era que ellos sabían que en el fondo, McGonagall también les guardaba mucho cariño, les enfadaba que un mortífagos le hablara de ese modo a su profesora favorita.

-Si de verdad lo desea -dijo la profesora McGonagall, con gran frialdad.

-Demuéstreles quien manda—dijo Sirius pensando en su profesora.

Se oyó un gentil golpe de la aldaba y la voz musical preguntó otra vez.
-¿Adónde van los objetos Desaparecidos?
-A la no existencia, lo que quiere decir, al todo, -replicó la profesora
McGonagall.

-Que bueno que no soy Ravenclaw—dijo Sirius—prefiero memorizar las contraseñas, es mucho más fácil!.

-Muy bien expresado -respondió la aldaba en forma de águila, y la puerta se abrió suavemente.

Lily contuvo el aliento, deseando y al mismo tiempo temiendo saber lo que iba a ocurrir a continuación
Los pocos Ravenclaw que se habían quedado atrás corrieron rápidamente hacia las escaleras cuando Amycus apareció en el umbral, blandiendo su varita.

-Estan aterrados—se lamentó Alice mirando a su hijo—no es justo, son solo niños.

-A Voldemort y sus mortífagos poco les importa el miedo que hagan pasar siempre y cuando consigan sus objetivos—dijo Dumbledore realmente serio.

Encorvado como su hermana, tenía una cara pálida y fofa y ojos diminutos, que cayeron de inmediato sobre Alecto, extendida inmóvil en el suelo. Dejó escapar un grito de furia y miedo.

-Esto se pondrá feo—comentó james preocupado, su esposa lo estaba aún más, sujetándose con fuerza al brazo del hombre que amaba.

-¿Qué han hecho, jovencitos? -gritó-. Voy a imponer la Maldición Cruciatus a un buen montón de ellos hasta que me digan quién lo hizo… ¿y qué voy a decirle al Señor Tenebros? -chilló, de pie sobre su hermana y golpeándose la frente con el puño-, ¡No lo tenemos, se han ido y la han matado!

-es verdaderamente imbécil—dijo Frank asqueado.

-Que no se atreva a tocar a los alumnos—amenazó Dumbledore y todos se asombraron por el tono de odio del director.

-Sólo esta Aturdida, -dijo impaciente la profesora McGonagall que se había inclinado para examinar a Alecto-. Se pondrá bien.

-no lo tranquilice—casi gritó Sirius—déjelo, no merece que usted se preocupe.

-¡No lo creo! -bramó Amycus-. ¡No después de que el Señor Tenebroso acabe con ella! Esta acabada y borrada para él, siento arder mi Marca. ¡Y cree que tenemos a Potter!

-eso le pasa por tener por jefe a un cerdo infeliz—dijo Sirius con rabia.

-¿Tienen a Potter? -dijo la profesora McGonagall bruscamente-, ¿Qué quiere decir, "tienen a Potter"?

-Esta preocupada por mi hijo—dijo James conmovido—Lils, recuérdame enviarle un regalo gigantesco a McGonagall cuando todo esto termine.

-Te lo recordaré—prometió su esposa.

-Él nos dijo que Potter intentaría entrar en la Torre de Ravenclaw, ¡y nos envió aquí para atraparle!

-Bien—dijo Dumbledore—eso quiere decir que el Horrocrux si está conectado a Ravenclaw, por eso Voldemort envio a sus mortífagos a la torre de esa casa.

-Eso…tiene sentido—dijo Frank.

-De verdad, señor—se asombró James—usted realmente es brillante.


-¿Por qué trataría Harry Potter de entrar en la Torre de Ravenclaw? ¡Potter pertenece a mi Casa!

-Exacto!—bramó James—mi hijo es un Gryffindor en todos los sentidos.

Bajo la incredulidad y la cólera, Harry oyó un pequeño dejo de orgullo en su voz y el afecto que sentía hacia Minerva McGonagall brotó en su interior.

James y Lily sintieron algo similar, el cariño por su profesora se incrementó a limites desconocidos.
-¡Nos informaron de que podría presentarse aquí! -dijo Carrow-. No se por qué.

-Ni lo sabrás, gusano asqueroso—Sirius agitó sus manos con rabia en dirección al libro.

La profesora McGonagall se levantó y sus pequeños ojos brillantes recorrieron la habitación. Dos veces pasaron por encima del lugar dónde estaban Harry y Luna.

-¿creen que sepa que Harry esta allí?—preguntó Lily.

-Si lo sabe no dirá nada—aseguró james.

-Podemos cargárselo a los chicos, -dijo Amycus, su cara de cerdo repentinamente astuta-. Bravo, eso es lo que haremos. Le diremos que Alecto fue emboscada por los niños, los niños de arriba -se quedó mirando el techo estrellado hacia el dormitorio- y le diremos que ellos la obligaron a tocarse la Marca, y así fue como se produjo la falsa alarma… No puede castigarlos a ellos. Una par de chicos mas o menos, ¿Cuál es la diferencia?

Los ojos de Dumbledore llamearon con furia, una furia que con cada palabra que Remus leyó del plan de Amycus, se encendió más.

-McGonagall jamás permitirá algo así—afirmó Lily con rotundidad—preferiria morir a permitir que eso paso.

-Lo sabemos—contestó Remus—pero no evita que queramos asesinar al imbécil por sugerirlo.

-La única diferencia es la que hay entre la verdad y la mentira, el valor y la cobardía, -dijo la profesora McGonagall, que se puso pálida-, una diferencia, en resumen, que usted y su hermana parecen incapaces de apreciar. Pero déjeme dejarle una cosa muy clara. No va a cargar las culpas de sus numerosas ineptitudes a los estudiantes de Hogwarts. No lo permitiré.

-Exacto!—alabó Sirius—¿lo oíste Mortífago asqueroso?, ella no dejará que eso pase.

-¿Perdón?
Amycus se movió hasta que estuvo ofensivamente cerca de la profesora
McGonagall, la cara a pocas pulgadas de la de ella. McGonagall se negó a dar un pasó atrás, en lugar de eso bajó la mirada hacia él como si fuera algo repugnante que hubiera encontrado pegado al retrete.

-JA!—se burló james—intimidar a McGonagall, como si eso fuese posible.

-La cuestión no es que lo permita, Minerva McGonagall. Usted ya no pinta nada aquí. Nosotros estamos al cargo ahora, y me respaldara o pagarás el precio. Y le escupió en la cara.

-Ahora si lo mató!—dijeron james y Sirius al tiempo.

-Yo les ayudo—se sumaron Remus y Frank.

-Calma—los llamó Dumbledore—Remus sigue leyendo, además, no te conviene alterarte.

Harry se sacó la Capa de encima, alzando la varita, y dijo,
-Hasta aquí podemos llegar.

-eso hijo—lo alabó james—muéstrale como se debe tratar a una dama como McGonagall, demuéstrale quien manda allí.

Cuando Amycus se giraba, Harry gritó,
-¡Crucio!

-Wooow—Frank fue el primero que hablo—debe tenerle realmente cariño a McGonagall para haber usado una imperdonable.

-No me agrada que lo haya hecho—concedió Lily—pero es una guerra, además, cuando vemos ciertas cosas perdemos el control y lanzamos la primera maldición que se nos pasa por la mente. Aún así espero que no se repita, no quiero a mi hijo usando esas maldiciones.

El mortífago se levanto sobre sus pies. Se contorsionó en el aire como un
ahogado, azotado y aullando de dolor, y entonces, con un crujido y un estallido de cristales, y se estrelló contra la librería y cayó acurrucado e insensible, en el suelo.

-Lils, espero que no te moleste lo que voy a decir—la previno Alice—pero Harry debía estar verdaderamente enojado y ser realmente poderoso para lograr que la maldición fuese tan poderosa.

Lily hizo una mueca pero no dijo nada más, Remus siguió la lectura.

-Ya veo lo que quería decir Bellatrix, -dijo Harry, con la sangre tronando a través de su cerebro-, es necesario desearlo realmente.

-Esa arpía—gruñó Lily—le voy a enseñar a mantenerse alejada de mi hijo.

-¡Potter! -susurró la profesora McGonagall, aferrándose al corazón- ¡Potter… estas aquí! ¿Qué…? ¿Cómo…? -Luchó para recobrar la compostura-. ¡Potter, eso ha sido una locura!
-Le ha escupido en la cara, Profesora -se justificó Harry.

Lily sonrió orgullosa por su hijo, al igual que james, pues pese a que a ninguno de los dos le agradaba el hecho de que Harry hiciera uso de la maldición de tortura, pero les enorgullecía enormemente que se hubiese descubierto solo para defender a su profesora.

-Potter, yo… eso es muy… galante de tu parte… ¿pero no te das cuenta…?
-Sí, me doy cuenta, -le aseguró Harry. En cierta forma su pánico le estabilizó-. Profesora McGonagall, Voldemort esta en camino.

-eso fue muy directo—comentó Ángela.

-McGonagall sabrá manejarlo—dijo Sirius—después de Dumbledore—miró al director quien agradeció con la cabeza educadamente—McGonagall es la mejor opción para Hogwarts, nadie defenderá el colegio como ella.

-¿Oh, ahora se nos permite decir el nombre? -preguntó Luna con un aire de interés, quitándose la Capa de Invisibilidad. La aparición de un segundo proscrito pareció abrumar a la profesora McGonagall, que se tambaleó hacia atrás y cayó en una silla cercana, aferrándose al cuello de su viejo camisón de tartán.

-no es para menos—dijo Alice—tanto tiempo sin saber nada de Harry y de repente esta allí frente a ella y con otra persona que se supone que ha estado escondida, es para desestabilizar a cualquiera.

-No creo que haya ninguna diferencia en como le llamemos, -dijo Harry a Luna—el ya sabe dónde estoy.

La preocupación se instalo en todos, no solo por Harry y Neville, sino también por Ron, Hermione, Ginny, Luna y todos los que estaban aún en el colegio.

Una parte distante del cerebro de Harry, esa parte conectada a la inflamada y ardiente cicatriz, podía ver a Voldemort navegando rápidamente sobre el oscuro lago en un fantasmagórico bote verde… Casi había alcanzado la isla en dónde estaba la vasija de piedra…

-Aún tienen algo de tiempo—murmuró Dumbledore—lo suficiente para fortificar el colegio y evacuar a los jóvenes.

-Deben escapar, -susurró la profesora McGonagall-, ¡Ahora Potter, tan rápido como puedan!

Todos estaban enternecidos por la preocupación de McGonagall, sabían que si Harry se iba (cosa que estaban seguros no haría), la profesora iba a estar en problemas, pues los carrow despertarían y dirían a su amo todo cuanto sabían, y en ese momento Minerva estaría en serio peligro.

-No puedo, -dijo Harry-. Hay algo que necesito hacer. Profesora, ¿Sabe dónde esta la diadema de Ravenclaw?

-Nadie sabe donde esta esa diadema—se lamentó Lily.

-Es verdad—confirmó Dumbledore preguntándose como haría Harry para conseguir ese horrocrux, pues era la única joya perteneciente a Ravenclaw de la que se tenia conocimiento—pero sé que Harry encontrará la forma de conseguirla.
-¿La d-diadema de Ravenclaw? Por supuesto que no… ha estado perdida durante siglos. -Se sentó un poco mas derecha-. Potter, es una locura, una completa locura para ti entrar en este castillo…
-Tenía que hacerlo, -dijo Harry-. Profesora, hay algo escondido aquí que se supone que debo encontrar, y podría ser la diadema… si al menos pudiera hablar con el profesor Flitwick…

-Filius tampoco sabe nada—informó Dumbledore.

Se oyó un movimiento, un tintineo de cristal. Amycus se estaba dando la vuelta. Antes de que Harry o Luna pudieran actuar, la profesora McGonagall se levantó, apuntando la varita hacia el atontado mortífago, dijo,
-Imperio.

-A tiempos desesperados medidas desesperadas—balbuceó Frank.

-Al menos nuestro bando no usa la imperius para causar daño—dijo Lily.

Amycus se levantó, caminó hacia su hermana, recogió la varita, luego se
encaminó obedientemente hacia la profesora McGonagall y se la dio junto con la suya. Luego se echó en el suelo junto a Alecto. La profesora McGonagall agitó su varita otra vez, y una cuerda brillante de plata apareció por arte de magia y reptó alrededor de los Carrow, atándolos juntos apretadamente.

-Dos menos y queda uno—dijo james—y por el titulo del capitulo, no tarda en dejar de ser una amenaza, al menos por ahora.

-Potter, -dijo la profesora McGonagall, volviendo de nuevo la cara hacia él con soberbia indiferencia hacia el apuro de los Carrow-. Si El Que No Debe ser Nombrado se entera de que estas aquí…

-Ya lo sabe—dijo Lily con preocupación mirando lo que quedaba del libro—y por lo visto, falta poco para descubrir lo que pasara y el motivo del envió del libro.

Mientras decía esto, un arranque de cólera, como un dolor físico, atravesó a Harry dejando ardorosa su cicatriz, y por un segundo bajó la mirada a una vasija cuya poción se había vuelto clara, y veía que ningún guardapelo de oro yacía seguro bajo la superficie.

-No puede ser!—Lily estaba muy pálida—se les acaba el tiempo y Voldemort estará más que molesto, lo que lo hace más peligroso, deben darse prisa

-Potter, ¿estas bien?. -dijo una voz, y Harry regresó. Estaba aferrado al hombro de Luna para estabilizarse.
-El tiempo corre, Voldemort se esta acercando, profesora, estoy siguiendo ordenes de Dumbledore,

-bien, McGonagall no preguntará más—dijo james—todos sabemos que siempre ha sido totalmente leal a usted, profesor—dijo mirando a Dumbledore.


¡debo encontrar lo que quería que encontrara! Pero tengo que mantener a los estudiantes fuera mientras registro el castillo. Es a mí a quien Voldemort quiere, pero no le importará matar a unos pocos mas o menos, no ahora… -no ahora que sabe que estoy acabando con los Horrocruxes, Harry terminó la frase en su cabeza.

-Como si alguna vez le hubiese importado a cuantos tiene que matar—dijo James con asco.

-¿Actúas bajo las órdenes de Dumbledore? -repitió ella con una mirada naciente de asombro. Luego se alzó en su altura completa-. Debemos asegurar la escuela contra el Que No Debe ser Nombrado mientras buscas ese… ese objeto.

-Bien, pongan a los menores de edad a salvo—indicó Frank.

-Frank ¿eres consiente que se acerca una batalla?—dijo su esposa pálida—una batalla en la que con seguridad nuestro hijo participará.

-Si lo sé—confesó y se notó la preocupación que trataba de ocultar—y tengo pánico de que algo pueda pasarle, pero no sería la persona que queremos que sea si corriera a esconderse mientras otros luchan y arriesgan sus vidas, ya lo has visto, es el líder de Hogwarts y se quedará a defender a su colegio y a los suyos—Alice se estremeció—solo podemos rogar que nada malo le pase, ni a el, ni a Harry ni a los demás.

Lily soltó un quejido de miedo al igual que Alice, sus esposos las abrazaron.

-Tienen que ser consientes de que probablemente lo que venga sea mucho peor de lo que hemos leído hasta el momento—dijo Remus—pero deben tranquilizarse, todos debemos hacerlo, solo así evitaremos que lo malo pase.

-Tienes razón—dijo Lily respirando profundamente—sigue leyendo, Remus

-¿Eso es posible?
-Creo que sí, -dijo la profesora McGonagall secamente-, los profesores somos bastante hábiles con la magia, sabes. Estoy segura que seremos capaces de mantenerle alejado un rato si ponemos todo nuestro empeño en ello. Por supuesto, tendremos que hacer algo con el profesor Snape…

-Echarlo de allí a patadas—propuso Sirius
-Dejeme…
-…y si Hogwarts esta a punto de entrar en un estado de sitio, con el Señor Tenebroso a sus puertas, ciertamente sería aconsejable apartar a cuanta mas gente inocente sea posible del camino. Con las comunicaciones Flu bajo su control y la Aparición imposible siquiera en los terrenos…

Dumbledore suspiró tranquilo, sabía que Minerva evitaría una tragedia catastrófica, y sacaría a cuantos estudiantes pudiese, Albus sabía que probablemente se perderían vidas, pero aún así, estaba seguro de que con la profesora de transformaciones al frente, sus alumnos estarían más seguros.

-Hay un camino, -dijo Harry rápidamente, y le habló del pasadizo que cuya entrada se escondía en La Cabeza del Cerdo.
-Potter, estamos hablando de cientos de estudiantes…
-Lo sé, profesora, pero si Voldemort y los mortífagos se concentran en los límites de la escuela no se interesarán en nadie que se Desaparezca fuera de La Cabeza del Cerdo.

-eso es cierto—concedió Frank—además, es la mejor opción que tienen.

-Hay algo de razón eso, -estuvo ella de acuerdo. Apuntó la varita hacia los Carrows, y una red plateada cayó sobre sus cuerpos unidos, se ató a su alrededor, y los alzó en el aire, dónde quedaron suspendidos bajo el techo azul y dorado como dos grandes y feas criaturas marinas-. Vamos. Tenemos que alertar a los otros Jefes de Casas. Mejor te vuelves a poner la Capa.

La tensión crecía con cada palabra leída, todos sabían que se acercaba una batalla, y no tenían idea de que bando seria el vencedor y mucho menos sabían a quienes más se llevaría la guerra.

Marchó hacia la puerta, y mientras lo hacía alzó la varita. De la punta salieron tres gatos plateados con espectaculares marcas alrededor de los ojos. Los Patronus corrían lustrosos delante, llenando la escalera de caracol de luz plateada, mientras la profesora MacGonagall, Harry y Luna bajaban corriendo.

Lily solo podía pedir estar equivocada, solo deseaba que sus suposiciones no fuesen correctas y que el libro no le llevara la noticia de la muerte de su hijo, ni de ninguno de sus seres queridos.

Recorrieron los pasillos velozmente, y uno a uno los Patronus les abandonaron. El camisón de tartán de la profesora McGonagall susurraba contra el suelo, y Harry y Luna trotaban tras ella bajo la Capa.
Habían descendido dos pisos mas cuando tropezaron con alguien.

-Snape—dijeron con rabia james y Sirius, era tal el enfado que ni siquiera se burlaron de el con el habitual "quejicus"

Harry, cuya cicatriz todavía picaba, lo oyó primero. Rebuscó la bolsa que llevaba alrededor del cuello, buscando el Mapa del Merodeador, pero antes de que pudiera hacerse cargo del asunto, McGonagal también pareció caer en la cuenta de que tenían compañía. Se detuvo, alzó la varita preparada para un duelo, y dijo,
-¿Quién anda ahí?
-Soy yo, -dijo una voz grave.
Desde detrás de una armadura salió Severus Snape.

-Estúpido—escupió Sirius—de seguro también sabe que Harry esta en el colegio, espero que no cause muchos problemas.

-McGonagall manejará la situación—dijo james—y si ella sabe que snape—escupió la palabra con asco y odio—asesinó a Dumbledore—lo miró con disculpa—ahora que la batalla se viene, y con los carrow fuera, hará que él también se vaya.

El odio hirvió en Harry ante su visión. Había olvidado los detalles de la apariencia de Snape ante la magnitud de sus crímenes, olvidando cuan grasiento era su cabello negro colgando en cortinas alrededor de su delgada cara, cuan fría y mortífera la mirada de sus negros ojos. No llevaba pijama, pero estaba vestido con su habitual capa negra, y también sujetaba la varita preparado para una pelea.

James y Sirius eran los que más odiaban a snape en esa habitación, pues a pesar de que ni a Ángela, Remus, Frank o Alice les caía bien el hombre, el odio no tenia punto de comparación con el de los dos animagos, y Lily siempre intentaba no opinar en ese aspecto, mientras que Dumbledore conocía un poco más a Severus y confiaba en no haberse equivocado con el.

-¿Dónde están los Carrows? -preguntó con tranquilidad.
-Donde quiera que les dijeras que fueran, supongo, Severus, -dijo la profesora McGonagall.

James y Sirius no pudieron evitar sonreir ante la actitud de la profesora.

Snape se acercó unos pasos, y sus ojos revolotearon de la profesora McGonagall al aire a su alrededor, como si supiera que Harry estaba allí. Harry sostenía la varita en alto también, preparado para el ataque.

-eso hijo, no bajes la guardia—le alabó james—con esa serpiente nunca se sabe cuando atacará.

-Me dio la impresión, -dijo Snape- de que Alecto había detenido a un intruso.
-¿De verdad? -dijo la profesora McGonagall-. ¿Y que te dio esa impresión?
Snape hizo una leve flexión con su brazo izquierdo, dónde la Marca Oscura estaba grabada en su piel.
-Oh, pero naturalmente, -dijo la profesora McGonagall-. Ustedes los mortífagos tienen sus  formas de comunicarse, lo olvidaba.

Remus sentía algo de lástima por el hombre, había tomado el camino equivocado, como muchos otros, Lily le había mencionado alguna vez que snape no tuvo una infancia fácil, y que su padre era un muggle que lo maltrataba a el y a su madre, Lily solía justificarlo durante mucho tiempo, pero al final, ella misma tuvo que admitir que Snape recorría un caminó contrario al suyo, y Remus la vio llorar varias veces por su amigo perdido.

Snape fingió no haberla oído. Sus ojos todavía sondeaban el aire a alrededor de McGonagall, y se acercaba gradualmente, como sin darse cuenta de lo que estaba haciendo.
-No sabía que era tu turno de patrullar los pasillos Minerva.
-¿Alguna objeción?

-Otro que cree que puede intimidar a McGonagall—James tenía una mirada de orgullo—mortífagos descerebrados!.

-Me pregunto qué te ha sacado de la cama a estas horas tardías
-Creía haber oído un alboroto, -dijo la profesora McGonagall.
-¿De verdad? Pues todo parece en calma.
Snape la miró a los ojos.
-¿Ha visto a Harry Potter, Minerva? Porque si lo ha visto. Tengo que insistir…

-¿Crees que ella es como tú?—Sirius se burló de snape—jamás te dirá nada sobre mi ahijado!.

La profesora McGonagall se movió mas rápido de lo que Harry la hubiera creído capaz. Su varita cortó el aire y durante una fracción de segundo Harry creyó que Snape se arrugaría, inconsciente, pero la rapidez de su Hechizo Protego fue tal que McGonagall perdió el equilibrio. Blandió su varita en una floritura y a un toque de la misma con la pared la voló de su soporte.

-Vamos, sáquelo, échelo de Hogwarts!—coreaban james y Sirius.

Harry, a punto de maldecir a Snape, se vio forzado a apartar a Luna del camino de las llamas descendentes, las cuales se convirtieron en un anillo de fuego que llenó el pasillo y volvió volando como un lazo hacia Snape…

Escuchaban atentos cada palabra, Ángela presionaba tan fuerte el brazo de Sirius que le hacia daño, otro tanto ocurría con Lily y Alice, sus esposos no decían una palabra, inmersos también en la lectura.

Entonces ya no fue fuego, sino una gran serpiente negra que McGonagall hizo estallar en humo, y luego se reagrupó y solidificó en segundos para convertirse en un enjambre de dagas perseguidoras. Snape las evitó simplemente forzando a la armadura a ponerse frente a él, y con golpes resonantes, las dagas se hundieron, una tras otra, en su pecho.

-Maldición!—se quejó Sirius.

-El infeliz ha mejorado—dijo james en el mismo tono que su amigo.

-¡Minerva! -dijo una voz chirriante, y mirando tras de él, todavía escudando a Luna de los hechizos voladores, Harry vio al profesor Flitwick y a Sprout corriendo por el pasillo hacia ellos en pijama, con el enorme profesor Slughorn resollando en la retaguardia.

-Bien, Flitwick y Sprout ayudaran a McGonagall—dijo Alice—con Slughorn nunca se sabe.

-Horace es una buena persona—dijo Dumbledore—solo que es el primero en su lista de prioridades.

-¡No! -chilló Flitwick, alzando la varita-. ¡No matarás a nadie mas en Hogwarts!

Todos miraron disimuladamente a Dumbledore, quien fingió no darse cuenta de nada, y Remus continuó la lectura.

El hechizo de Flitwick golpeó la armadura tras la cual Snape se había escudado. Con un estrépito esta volvió a la vida. Snape luchó para liberarse de los aplastantes brazos y los envió volando hacia sus atacantes.

-Ahora viene la huida!—dijo james feliz

Harry y Luna se lanzaron a un lado para evitarlos mientras se estrellaban contra la pared y se hacían añicos. Cuando Harry alzó la mirada, Snape estaba en plena huída, y McGonagall, Flitwick y Sprout corrían tras él.

-y Slughorn no hizo nada—dijo Alice ofendida.

Se lanzó a través de la puerta de una clase y, momentos mas tarde, se oyó el grito de McGonagall,
-¡Cobarde! ¡COBARDE!

-Es ya lo sabíamos—comentó Sirius.

-¿Qué pasa, que esta pasando? -preguntó Luna.
Harry la arrastró y corrieron rápidamente por el pasillo, arrastrando la Capa de Invisibilidad tras ellos, hasta el interior de la clase desierta dónde los profesores McGonagall, Flitwick y Sprout estaban de pie frente a la ventana rota.
-Ha saltado, -dijo la profesora McGonagall cuando Harry y Luna entraron
corriendo en la habitación.

-Bueno, ahora a fortificar el colegio—exclamó Frank.

-¿Quiere decir que esta muerto? -Harry corrió velozmente hacia la ventana, ignorando los gritos de sorpresa de Flitwick y Sprout por su repentina aparición.
-No, no esta muerto, -dijo McGonagall con amargura-. A diferencia de
Dumbledore, todavía llevaba una varita… y parece haber aprendido unos cuantos trucos de su maestro.

James y Sirius se tragaron su comentario, pero no pudieron evitar la mueca en sus rostros.


Con un matiz de horror, Harry vio en la distancia una enorme forma de murcielago volando a través de la oscuridad hacia los muros de Hogwarts. Se oyeron pasos pesados tras ellos, y una gran cantidad de resoplidos. Slughorn los había alcanzado.

-Ya era hora—bufó Ángela.

-¡Harry! -Resolló, masajeándose el inmenso pecho bajo el pijama de seda verde esmeralda-. Mi querido muchacho… qué sorpresa… Minerva, por favor explícate… Severus… ¿qué?
-Nuestro director se ha tomado un breve descanso, -dijo la profesora McGonagall, señalando hacia el agujero con la forma de Snape de la ventana.

-Espero que no este preocupado por ese asqueroso asesino—dijo Sirius a quien el profesor Slughorn siempre le había generado algo de rechazo.

-¡Profesora! -gritó Harry con la mano en la frente. Podía ver a los Inferi del lago deslizándose bajo él, y pudo sentir un fantasmagórico bote verde golpear el fondo en la orilla, y Voldemort salió de él con la muerte en su corazón… -Profesora, tenemos que fortificar la escuela. ¡Ya viene!

-dense prisa!—Lily estaba cada vez más asustada—no tienen tiempo que perder.

-Muy bien. El Que No Debe ser Nombrado esta en camino -informó a los demás profesores.
Sprout y Flitwick ahogaron un grito. Slughorn dejó escapar un gemido por lo bajo.
-Potter tiene un trabajo que hacer en el castillo bajo las ordenes de Dumbledore. Necesitamos levantar cada protección de la que seamos capaces mientras Potter hace lo que necesita hacer.

-Espero que Harry tenga suficiente tiempo para encontrar el horrocrux—dijo James.

-¿Te das cuenta, por supuesto, de que nada de lo que seamos capaces de hacer para mantener fuera a El Que No Debe Ser Nombrado será indefinido? -chilló Flitwick.
-Pero podemos retrasarle -dijo la profesora Sprout.

-Así se habla!—gritaron varias voces al tiempo.

-Gracias, Pomona -dijo la profesora McGonagall, y entre las dos brujas pasó una corriente de entendimiento-. Sugiero que establezcamos una protección básica alrededor del lugar, luego congregaremos a los alumnos y nos reuniremos en el Gran Salón. La mayoría deben ser evacuados, sin embargo si cualquiera que sea mayor de edad desea quedarse y luchar, creo que deberíamos darle la oportunidad.

Lily se aferraba a James con todas sus fuerzas y alternaba miradas ansiosas entre su pequeño, a salvo frente a ella y Remus quien leía el futuro de su hijo.

-De acuerdo, -dijo la profesora Sprout, apresurándose hacia la puerta-. Nos encontraremos en el Gran Salón en veinte minutos con los de mi Casa.
Y cuando se perdió de vista al trote, pudieron oir sus murmullos,
-Tentacula, Trampas malditas. Y Vainas de Snargaluff… sí, quiero ver a los Mortífagos peleando con eso.

-También yo—dijeron Ángela y Alice, ambas eminencias en la herbologia.

-Yo puedo actuar desde aquí, -dijo Flitwick, y aunque apenas podía ver fuera, apuntó con la varita a través de la ventana rota y empezó a murmurar conjuros de enorme complejidad. Harry oyó un extraño ruido de precipitación, como si Flitwick hubiera desatado el poder del viento en los jardines.

-Bien, Flitiwck fue campeón de Duelo—susurró Lily—y es el mejor en encantamientos, podrá conseguir algo de tiempo con sus defensas.

-Profesor, -dijo Harry, que se acerba al pequeño Profesor de Encantamientos-. Profesor, siento interrumpirle, pero es importante. ¿Tiene alguna idea de dónde esta la diadema de Ravenclaw?
-… Protego Horribilis… ¿la diadema de Ravenclaw? -chilló Flitwick-. Un pequeño extra de sabiduría nunca viene mal, Potter, pero no creo que pudiera ser de mucha utilidad en esta situación.

-Harry no se la quiere poner!—dijo james ofendido—las diademas son cosas de mujeres!

-James…-dijo Lily y el hombre guardó silencio.

-Sólo quise decir… ¿sabe dónde esta? ¿La ha visto alguna vez?
-Verla. ¡Nadie que viva todavía la ha visto alguna vez! Hace mucho que se perdió, chico.
Harry sintió una mezcla de decepción desesperada y pánico. ¿Qué es entonces, el Horrocrux?

-Entonces no es la diadema—dijeron decepcionados.

-Espero que los chicos descubran cual es el otro horrocrux—dijo Alice.

-¡Nos reuniremos contigo y tus Ravenclaw en el Gran Vestíbulo, Filius! -dijo la profesora McGonagall, llamando por señas a Harry y Luna para que la siguieran. Justo habían alcanzado la puerta cuando Slughorn habló con tono sordo.
-¡Dios mío!, -resopló, pálido y sudoroso, su bigote de morsa temblaba-. ¡Qué lio!  No estoy del todo seguro de que esto esa inteligente, Minerva. Seguro que va a encontrar la forma, sabes, y todo el que haya intentado retrasarle estará en el mas grave de los peligros…

-Cobarde—dijo Sirius—con razón es un Slytherin.

Lily no dijo nada, pues pese a sus particularidades, le tenia gran apreció al profesor Slughorn, y sabía que el hombre también la quería bastante a ella

-Te espero también a ti y a los de Slytherin en el Gran Vestíbulo en veinte minutos. -dijo la profesora McGonagall-. Si deseas irte con sus alumnos, no te detendremos. Pero si haces algún intento de sabotaje a nuestra resistencia o de levantarse en armas contra nosotros en el interior del castillo, entonces, Horace, te retaré  a muerte.

-Así es, ya es hora de que Slughorn escoja un bando o se aparte definitivamente—dijo Sirius completamente de acuerdo con McGonagall.

-¡Minerva! -dijo, horrorizado.
-Ha llegado el momento de que la Casa de Slytherin decida sobre sus lealtades, - interrumpió la profesora McGonagall-. Ve y despierta a los estudiantes, Horace.

-Creo que todos sabemos perfectamente donde esta la lealtad de las serpientes—escupió Sirius.

-No todos son iguales, Sirius—intervino Albus—no todos.

Y Sirius, pensando en su hermano, tuvo que dar una seca cabezada otorgándole la razón al director.


Harry no se quedó para observar el balbuceo de Slughorn. Él y Luna permanecieron detrás de la profesora McGonagall, quien había asumido una posición en medio del pasillo y alzado la varita.
-Piertotum… oh, por el amor de Dios, Filch, ahora no…

-Imbécil—dijeron james y Sirius.

-No se como lo pueden tener en el colegio—dijo Frank—es evidente que lo odia y a todos los estudiantes.

-Hogwarts es su hogar—dijo Dumbledore—como el de muchos otros.

El anciano conserje había entrado en su campo de visión cojeando, y gritando
-¡Estudiantes fuera de sus camas! ¡Estudiantes en los pasillos!
-¡Se supone que tienen que estarlo, idiota balbuceante! -gritó McGonagall-. ¡Ahora váyase y haga algo constructivo! ¡Encuentre a Peeves!

-Idiota balbuceante—repitieron entre carcajadas james y Sirius mientras los otros medio sonrían.

-¿P-Peeves? -tartamudeó Filch como si no hubiera oído nunca antes el nombre.
-¡Sí, a Peeves, no se haga el tonto, a Peeves! ¿No se ha estado quejando de él durante un cuarto de siglo? Vaya y tráigalo, enseguida.

-Me encantaría verle la cara a Filch en ese momento—dijo Sirius divertido.

-y a mi canuto—dijeron james y Remus con idénticas sonrisas.

Filch evidentemente pensó que la profesora McGonagall se había vuelto loca, pero marchó cojeando, con los hombros caidos, murmurando por lo bajo.
-Y ahora… ¡Piertotum Locomotor! -gritó la profesora McGonagall. Y a lo largo del pasillo las estatuas y armaduras saltaron de sus pedestales, y por el eco de los choques en los pisos de arriba y abajo, Harry supo que los miembros de todo el profesorado habían hecho lo mismo.

Ese hecho le terminó de confirmar a Lily que la batalla era inminente, y se sintió morir cuando esta certeza se instaló en su cabeza, pues sabia que su hijo era el blanco principal del bando enemigo.

-¡Hogwarts esta amenazada! -gritó la profesora McGonagall-. ¡Hombres a sus puestos, protéjannos, cumplan vuestro deber para con nuestra escuela!

Dumbledore aprobaba los movimientos de McGonagall, la profesora estaba haciendo todo cuanto podía para aumentar las posibilidades de su bando, y para ayudar a Harry.

Hablando rápidamente y a gritos, la horda de estatuas en movimiento se
precipitaron pasando junto a Harry, algunos de ellos mas pequeños, otros mas altos que en vida. También había animales, y el sonido metálico de las armaduras blandiendo espadas y cadenas con bolas de púas.
-Ahora, Potter, -dijo McGonagall-, usted y la señorita Lovegood harán mejor en volver con sus amigos y traerlos Al Gran Salón… despertaré a los otros Gryffindors.

Remus leía con un nudo en la garganta, era consciente de que esa podría ser la batalla final, a partir de ese día Voldemort se hacia con el poder o caía, y pese a saber que podían cambiar el resultado y volverlo a su favor, el , al igual que Lily, sabían que eso le había ocurrido a Harry varios años en el futuro, pues tal como le pasaba a Sirius, Remus quería a Harry como a su hijo y no le agradaba pensar que podría pasarle algo.
Partieron hacia lo alto de la siguiente escalera, Harry y Luna se dirigieron hacia la entrada oculta de la Sala de los Menesteres. Mientras corrían, se encontraron con tropeles de estudiantes, la mayoría llevaban capas de viaje sobre los pijamas, siendo guiados hacia el Gran Vestíbulo por los profesores y prefectos.
-¡Es Potter!
-¡Harry Potter!
-¡Era él, lo juro, acabo de verlo!

-Dejen a mi hijo en paz!—dijo Lily con furia al ver como todos, pese a una batalla inminente, seguían señalando a su hijo como si fuese una atracción de circo.

Pero Harry no miró hacia atrás, y al fin alcanzaron la entrada de la Sala de los Menesteres, Harry se apoyó en la pared encantada, la cual se abrió permitiéndoles entrada, y él y Luna bajaron rápidamente los escalones.
-¿Que…?
Cuando la habitación estuvo a la vista, Harry resbaló unos pocos escalones del susto.

-¿Qué ocurrió?—preguntó Lily con voz demandante, Remus se limitó a leer.

Estaban apiñados, muchos mas que cuando había estado allí la última vez. Kingsley y Lupin alzaron la vista hacia él,

-Gracias—dijo james fervientemente mirando a Remus—gracias por acudir en ayuda de mi hijo.

-Sabes que aunque Harry no fuese el objetivo, yo me presentaría a la lucha—le recordó Remus.

-Lo sé, pero también sé que tu no quieres que nada le pase a mi hijo, lo has probado durante todas tus apariciones en el libro—afirmó.

-No, no durante todas—dijo Remus cabizbajo.

-Claro que sí—intervino Lily—sé en que estas pensando, y tienes que recordar que aún en ese momento le ofreciste tu ayuda, eres un gran amigo Remus, tienes que empezar a ver lo que realmente vales y dejar de sentirte inferior.

-Y si no—aportó Sirius—unos cuantos golpes pueden hacerte cambiar de opinión.

-Sirius!—gritaron Ángela y Lily pero Remus rió feliz, una vez más, de ver lo valorado que era por sus amigos, y con esa misma sonrisa volvió a leer.

estaban Oliver Wood, Katie Bell, Angelina Johnson y Alicia Spinnet, Bill y Fleur, y el Señor y la Señora Weasley.

-¿Harry qué sucede? -dijo Lupin, reuniéndose con él al pie de las escaleras.

James le sonrió a su amigo cuando este levanto la mirada, al igual que Lily, Dumbledore seguía maravillado de la unidad de ese grupo, en todos sus años de vida, jamás había visto nada así.

-Voldemort esta en camino, están fortificando el colegio… Snape ha huido… pero ¿Qué están haciendo aquí? ¿Cómo lo han sabido?
                                                 
-La orden debe estar pendiente de lo que pasa en Hogwarts—comentó Ángela—así se enteraron.

-Enviamos mensajes al resto del Ejercito de Dumbledore, -explicó Fred-. No puedes esperar que todo el mundo se pierda la diversión, Harry, y el E.D. se lo hizo saber a la Orden del Fenix, y así sucesivamente, la reacción ha sido imparable.

-Espero que todo salga bien—dijo Lily con un hilo de voz.

-¿Qué hacemos primero, Harry? -llamó George-. ¿Qué pasa?
-Estan evacuando a los mas pequeños y todo el mundo se esta reuniendo en el Gran Salón para organizarse, -dijo Harry-. Vamos a presentar batalla!.

-es inminente ¿verdad?—dijo Lily asustada—mi hijo se va a enfrentar a Voldemort y yo no estoy ahí para protegerlo.

-Lily…-empezó james pero ella negó con la cabeza y le pidió a Remus que continuara con la lectura.

Se alzó un gran rugido y una oleada de gente se abalanzó hacia las escaleras, lo presionaron contra la pared al pasaron corriendo. Los miembros mezclados de la Orden del Fénix, el Ejercito de Dumbledore y el antiguo equipo de Quidditch de Harry, todos ellos sacando las varitas, se dirigían hacia el salón principal del castillo.

-¿y Ron y Hermione?—preguntó Frank intrigado.

-Vamos, Luna, -la llamó Dean al pasar, tendiéndole la mano libre. Ella la tomó y le siguió escaleras arriba.
La multitud se disolvió. Sólo un pequeño núcleo de gente se quedó en la Sala de los Menesteres, y Harry se reunió con ellos. La Señora Weasley discutía con Ginny. A su alrededor estaban Lupin, Fred, George, Bill y Fleur.

-Creo que sabemos de que va la discusión—dijo Ángela.

-Sí es la mitad de terca que tú será un caso perdido—dijo Sirius recordando cuando le pedía que se quedara y ella no accedía.

-¡Eres menor de edad! -gritaba la Señora Weasley a su hija mientras Harry se aproximaba-. ¡No te lo voy a permitir! Los chicos, sí, ¡pero tú te vas a ir a casa!
-¡No quiero! -El pelo de Ginny ondeaba cuando liberó el brazo del apretón de su madre.-Pertenezco al Ejercito de Dumbledore…

-Esa chica es muy valiente—dijo james—será perfecta para Harry.


-¡Una pandilla de adolescentes!
-¡Una pandilla de adolescentes que planea plantarle cara a quien-tu-sabes, cosa que hasta ahora nadie se ha atrevido a hacerlo.! -dijo Fred.

-Fred tiene razón—dijo james.

-Puede ser que ellos estén más dispuesto a luchar porque han oído como era todo antes, ósea ahora—opinó Ángela—cuando Voldemort se estaba haciendo con el poder, el miedo, el caos, no quieren que eso se repita, aunque hayan crecido al margen de la guerra.


-¡Tiene dieciséis años! -gritó la Señora Weasley-. ¡No es lo bastante mayor! En qué estaban pensando al traerla con ustedes…

-Creo que Ginny habría ido de cualquier forma—dijo Alice—aunque sus hermanos no la hubiesen llevado.

Fred y George parecían algo avergonzados.
-Mamá tiene razón, Ginny. -dijo Bill suavemente-. No puedes hacer esto. Los menores de edad tienen que marcharse, es lo correcto.

-No lo entienden—dijo james—no saben el miedo que debe tener, toda su familia va a luchar, mientras ella esta en algún lugar seguro, es insoportable esa sensación—su esposa lo abrazó, pues supo que james recordaba aquella vez en que murieron sus padres, ellos lo enviaron a un lugar seguro mientras se enfrentaban a los mortífagos, eran vacaciones de verano, james tenia 16 años y fue la última vez que vio a sus padres, pues cuando logró escapar de donde lo habían enviado, ya era muy tarde, cuando regresó a su casa sus padres ya habían muerto.

-¡No puedo ir a casa! -gritó Ginny, lágrimas airadas brillaban en sus ojos. -toda mi familia esta aquí, no puedo quedarme esperando allí sola y sin saber y … Sus ojos se encontraron con los de Harry por primera vez. Le miró suplicante, pero él sacudió la cabeza y ella se dio media vuelta con amargura.

-Pobre Harry—se lamentó Frank—pero es obvio que quiere que ella este a salvo, no soportaría perderla—terminó mirando a su esposa con adoración.

-Bien, -dijo, mirando hacia la entrada del túnel que regresaba a La Cabeza del Cerdo-. Diré adiós ahora, entonces, y…

-regresara cuando pase un tiempo—aseguró james.

Se oyó una escaramuza y un gran golpe. Alguien había salido a trompicones del tunel, perdiendo ligeramente el equilibrio y cayendo. Se levantó el solo apoyándose en la silla mas cercana, miró alrededor a través de sus torcidas gafas de carey, y dijo,
-¿He llegado tarde? ¿Ya ha empezado?. Acabo de enterarme, yo… yo… -Balbuceó Percy en silencio.

-¿Percy?—preguntó Lily—¿no era que no se hablaban?

-A lo mejor por fin recapacitó—dijo Sirius que era de todos el que más incomodo había estado con la situación de percy—o al menos eso espero.

Evidentemente no había esperado chocar con la mayor parte de su familia. Hubo un largo momento de asombro, roto por Fleur que se volvió hacia Lupin y dijo, en un intento totalmente transparente de romper la tensión.
-Entonces… ¿como esta el pequeño Teddy?

Remus leyó el ultimo nombre con una sonrisa, que intrigo a los demás, hasta que hubo concluido la frase.

Lupin parpadeó asustado. El silencio entre los Weasleys parecía solidificarse, como el hielo.
-Yo… oh sí… ¡esta bien! -dijo Lupin en voz alta-. Sí, Tonks esta con él… y con su madre…

-Espero que se quede allí—dijo Sirius pensando en su sobrina—y que no sea tan necia como andromeda.

-¿Crees..crees que puede presentarse a la batalla?—dijo Remus.

-No lo sé—Sirius negó con la cabeza—ya sabes que en este tiempo es una niña, pero desde ya ha demostrado ser una cabeza dura, espero que se quede con Teddy.

Percy y los otros Weasleys todavía se estaban mirando mutuamente con frialdad.
-Aquí, tengo una foto. -gritó Lupin, sacando una fotografía de su chaqueta y enseñándosela a Fleur y a Harry, que vieron a un pequeño bebé con un penacho de un brillante pelo turquesa, agitando sus puños regordetes hacia la cámara.

-Suena encantador—dijo Lily sonriéndole a Remus.

-Si ¿verdad?.—contestó embargado de felicidad—aún no me lo creo, no quiero que esto cambie.

-No te preocupes, no cambiará—dijeron Lily, james y Sirius al tiempo, Lily continuó—ya verás, cuando esto acabe tendrás una familia hermosa.

-¡Fui un tonto! -rugió Percy tan fuerte que Lupin casi dejó caer la fotografía- Fui un idiota, un gilipollas pomposo, fui un… un…

-Tarado, desagradecido, imbécil—decía Sirius.

-Creo que entendimos tu punto, cariño—lo tranquilizó Ángela.

-Vendido al Ministerio, desagradecido, idiota ansioso de poder, -
dijo Fred.
Percy tragó saliva.
-¡Sí, lo fui!
-Bien, no podías decir nada mas honesto que eso -dijo Fred, tendiéndole la mano a Percy.

-Nada mas maravilloso que el amor y el perdón de las personas que queremos—dijo Dumbledore—sobre todo en tiempos tan oscuros.

La Señora Weasley estalló en lágrimas. Corrió hacia él, empujando a Fred a un lado, y envolviendo a Percy en un abrazo estrangulador mientras él le palmeaba la espalda, con los ojos fijos en su padre.
-Lo siento, Papá. -dijo Percy.
El Señor Weasley parpadeó rápidamente, luego también corrió a abrazar a su hijo.

-Al menos, sea cual sea el resultado de esto—dijo Ángela—algo bueno habrá pasado, una madre recuperó a su hijo, y la familia otra vez esta completa.

-¿Cómo te ha vuelto la cordura, Percy? -preguntó George.
-Ha estado llegando desde hace bastante, -dijo Percy, secándose los ojos bajo las gafas con el borde de su capa de viaje-. Pero tuve que encontrar una salida y no es tan fácil en el Ministerio, encarcelan a los traidores a cada momento. Me las arreglé para mantener contacto con Aberforth y él me sopló hace diez minutos que Hogwarts estaba a punto de entrar en batalla, así que aquí estoy.

-Supongo que más vale tarde que nunca—aprobó Sirius.

-Bien, debemos buscar a nuestros prefectos para que nos dirijan en momentos como estos, -dijo George en una buena imitación de los modales mas pomposos de Percy-. Ahora subamos las escaleras y luchemos, o todos los mortífagos buenos estarán cogidos.

-Todos merecen una segunda oportunidad—dijo Dumbledore pensando en snape—solo hace falta que alguien este dispuesto a brindarla—miró momentáneamente a Lily y luego instó a james a seguir leyendo.

-Así que, ¿eres mi cuñada? -dijo Percy, estrechando la mano a Fleur mientras corrían escaleras arriba con Bill, Fred y George.
-¡Ginny! -ladró la Señora Weasley.
Ginny había intentado, bajo la cobertura de las reconciliaciones, escabullirse también escaleras arriba.

-Ginny es de armas tomar!—dijo james mirando a su esposa—se parece a ti, cielo.

-Molly, con respecto a eso, -dijo Lupin-. ¿Por qué no dejas que Ginny se quede aquí, al menos así estará en la escena y sabrá lo que esta pasando pero sin estar en medio de la pelea.
-Yo…
-Es una buena idea, -dijo el Señor Weasley firmemente-, Ginny, quédate en esta habitación, ¿me has oído?

-¿Creen que se quede?—preguntó james curioso.

-A lo mejor si la batalla termina pronto—dijo Sirius—porque de lo contrario no soportara no saber de su familia y saldrá a buscarlos.

A Ginny no pareció gustarle mucho la idea, pero bajo la inusual mirada severa de su padre, asintió. El Señor y la Señora Weasley y Lupin se dirigieron hacia las escaleras también.
-¿Dónde esta Ron? -preguntó Harry-, ¿Dónde esta Hermione?

-Eso ¿Dónde anda ese par?—preguntó james.

-A lo mejor aprovecharon para mostrarse su amor de una vez por todas—opinó Sirius.

-No seas ridículo, Sirius—dijo Lily—deben estar haciendo algo importante.

-¿Qué mas importante que el amor, pelirroja?—cuestionó Sirius.

-Remus, por favor lee—dijo un divertido james—antes de que mi esposa mate a nuestro amigo.

-Deben haber subido ya al Gran Salón, -gritó el Señor Weasley sobre su hombro.
-No los he visto pasar, -dijo Harry.
-Dijeron algo sobre un baño, -dijo Ginny-, no mucho después de que te fueras.

-¿Un baño?—dijeron todos preocupados.

-¿Un baño?
Harry atravesó la habitación a zancadas para abrir la puerta de la Sala de los Menesteres e inspeccionó el baño de abajo. Estaba vacío.
-¿Estas segura que dijeron baño..?
Pero entonces su cicatriz ardió y la Sala de los Menesteres desapareció.

-Ha llegado—dijo Alice.

-Voldemort ya esta allí—se lamentó Lily.

Estaba inspeccionando las altas verjas de hierro forjado con aladas gárgolas en los pilares de cada lado, inspeccionando los oscuros jardines del castillo, que irradiaba luces. Nagini yacía cubriendo sus hombros. Estaba poseído por esa fría y cruel sensación de determinación que precedía al asesinato.

Luego De la ultima palabra del capitulo, hubo unos segundos de silencio, antes de que todos comprendieran lo que estaba por ocurrir.

-Bien, yo leeré el que sigue—dijo Frank muy decidido parándose para tomar el libro.

[Una seria de imágenes inconexas pasaban por sus cabezas, cosas que los chicos estaban seguros que no habían vivido jamás, Harry se vio a mismo sentado con Ron, Hermione y Neville en un compartimento del expreso de Hogwarts, por la apariencia de sus amigos parecían tener 11 o 12 años, pero eran diferentes a como los recordaba, Ron no mostraba esa inseguridad tan característica, Hermione en cambio se veía igual que siempre, como si no supiera lo que hacia allí, Neville no se parecía en nada al tímido niño de sus primeros cuatro años de Hogwarts.

Hermione por su parte vio imágenes de lo que, por el tema que estudiaba, suponía era su primer año en el colegio, estaba sola, tal y como lo estuvo todo el tiempo antes de hacerse amiga de Ron y Harry, pero luego, vio a algunos chicos de Slytherin, metiéndose con ella, en una imagen nueva, la chica estaba acorralada, y por la escasa luz parecía ser de noche.

-La sangre sucia cayó en la trampa—balbuceó uno de los chicos.

Una discusión, Hermione sentía mucho miedo, pero de repente, Harry, Ron y Neville aparecieron, la salvaron de los Slytherin, pero entonces, apareció McGonagall, retándolos por estar fuera de la cama y por atacar en los pasillos.

-Fue mi culpa—dijo la chica muy parecido a aquel día del troll—ellos…ellos intentaron decirme que no debía venir—por los rostros de los otros tres, la chica supo que era mentira—pero cuando no regrese a la sala común se preocuparon y vinieron a buscarme—los chicos la miraron con incredulidad, pero por fortuna la profesora no lo notó—yo…los Slytherin me atacaron—dijo señalando a los inconscientes muchachos—yo crei que podría enfrentarme a ellos y ganar, habría terminado en la enfermería de no ser por Harry, Ron y Neville….

Neville se vio comiendo un pastel de cumpleaños, rodeado de sus padres, de los potter y de algunos más a los que estaba seguro no conocía.

-Feliz cumpleaños, Nev—dijo una niña abrazada a tu cintura—yo misma envolví tu regalo…

Ron estaba en la madriguera, en su cuarto cuando su madre lo llamó.

-Ron, Tus amigos llegaron—gritó la señora Weasley—baja ahora mismo.

Luna por su parte solo vio un par de imágenes diferentes, Ginny la había presentado con los chicos, el ED no existía y muchos seguían metiéndose con ella, pero, de alguna manera, Harry, Neville, Ron y Hermione la defendían, ella pensaba que era gracias a Ginny…

Ginny hablaba con su madre.

-Y los Potter vendrán hoy—la chica se sonrojó—para el cumpleaños de tu hermano, necesito tu ayuda para organizar la casa, no quiero que tengan mala impresión.

-Mamá, la señora Potter te adora—dijo Ginny—sabes que desde que te conoció se han llevado muy bien, y sabes que nunca ha dicho una palabra contra la madriguera, relájate…

Mil flash semejantes ocurrieron en las mentes de los chicos, que permanecían desmayados en aquella habitación. Poco a poco las imágenes fueron disminuyendo su intensidad, hasta quedar con la mente en blanco, asimilando todo lo que habían visto.


¿Crees que estén bien?—preguntó una voz que a Harry le sonó muy lejana—digo ¿ya ha pasado mucho tiempo?—se notaba su preocupación—llevan más de media hora inconsientes, y si la teoría de Sirius es cierta, puede ser que algo les haya pasado por hacer lo que hicieron—ahora estaba al borde de la histeria—y ¿si el precio por todas las vidas salvadas es la vida  de ellos?. Jamás me lo perdonaria

-Tienes que calmarte—dijo otra voz—no sabemos porque se desmayaron.

-Tenemos que llevarlos a San mungo—dijo una tercera voz.

-y decir ¿Qué exactamente?—preguntó Sirius—que se desmayaron porque hicieron algo que ningún mago o bruja ha hecho, y que por cierto, conocen un futuro paralelo, lo que habría pasado de no haber vencido a Voldemort hace tanto tiempo.

-Si..sirius—dijo Harry y se levantó rápidamente lo que ocasiono que su cabeza diera vueltas—Sirius ¿Qué pasó?.

-Tal vez deberían decírnoslo ustedes—sugirió el hombre—Harry, ¿Qué ocurrió? ¿Por qué se desmayaron todos?

-¿Todos? ¿Qué quieres decir?—preguntó el muchacho con intención de levantarse.

-No te levantes tan rápido—le previno el hombre.

-Neville también ha despertado—informó alguien.

-Hermione y Ron también—dijo otra persona.

-Luna y Ginny  están abriendo los ojos—escuchó Harry que alguien mas decía.

En cuestión de segundos todos estuvieron en sentados, Harry, Ginny, Ron, Neville y Luna estaban sin habla, se apresuraron a juntarse, y tenían sus varitas en la mano.

-No, Harry—previno sirus—puedo asegurarte que ellos son quienes tu crees, no es ningún truco, y creo también, que todos sabemos lo que esta pasando, pero necesitamos algunas explicaciones.

-¿Mamá? ¿Papá?—dijeron Harry y Neville al tiempo.

-Así es—contestaron las parejas y sus hijos fueron corriendo a abrazarlas llorando sin control.

-Lo hicimos—decia Harry aferrado a sus padres.

-Funcionó—balbuceaba Neville.

Ron, Hermione, Ginny y Luna observaban la escena sonriendo.

-Entonces ¿es verdad?—dijo Lily mirando a su hijo—¿fueron ustedes? ¿ustedes enviaron el libro hace tantos años?.

-Sí, señora potter—contestó Hermione pues ni Harry ni Neville parecían capaces de explicar nada.—y parece que funcionó, o eso creo-- añadió insegura

-¿Crees?—preguntó Sirius—hermione que estemos aquí es prueba de eso.

-Pero ¿Dónde esta el profesor Dumbledore? Y ¿Remus?—preguntó.

-El profesor bueno, ya les contaremos—contestó Frank—y Remus esta trabajando, le hemos enviado un patronus, no tarda en venir.

-Ustedes ¿no recuerdan nada de estos años?—preguntó Lily preocupada por sus nietos.

-Es confuso—dijo Ginny—creo que no ha cambiado nada sustancialmente en nuestra vida, al menos ese era el plan—dijo ahora con miedo—ví cosas, cosas que no me habían pasado, pero al final todo terminó igual, es como si en algún momento hubiésemos sabido lo que debíamos hacer..es difícil de explicar.

-¿osea que si recuerdan a james Sirius, a Albus y a Lily?—preguntó Lily mirando a Harry—y ¿su matrimonio y todo lo demás?

-Sí—dijeron al tiempo y Hermione continuó—no hicimos nada hasta estar seguros de que eso no afectaría a nuestros hijos.

-Así que aquí, ustedes son los héroes—dijo Luna hablando por primera vez—los que vencieron a Voldemort.

-Eso…eso parece—dijo Remus entrando muy confuso—¿quieren explicarme que está pasando aquí?—le hicieron un rápido resumen.

-Bien,-decidió Lily—tal vez es momento de ponernos al día—quedamos con muchas dudas después de haber leído el libro.

-Así es—dijo Remus—aún seguimos sin saber exactamente donde esta la cámara secreta.

-y ¿Cómo fue que salió el ED?—dijo Sirius—eso fue grandioso.

-¿y lo que realmente ocurrió con nosotros?—preguntó Alice señalándose así misma y a su esposo.

-Bien, creo que podremos contárselo—decidió Harry que no se apartaba de sus padres—pero antes papá—se sintió inmensamente feliz de decirlo—dime ¿cómo demonios te hiciste esa cicatriz?—dijo señalando la marca en la cara de james potter—en ninguna de mis fotos aparece, y no logró identificarlo, mis recuerdos aún están algo confusos.

-Esa hijo—Harry sonrió profundamente—es una larga historia, primero oiremos la suya ¿esta bien?

-Esta bien, papá—decidió Harry sonriéndole—será como tu quieras.]

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