domingo, 25 de septiembre de 2011

Capitulo 32. La Batalla de Hogwarts


Frank se apresuró a continuar con la lectura, todos eran conscientes que todo lo que habían leído hasta momento palidecería comparado con lo que les faltaba por averiguar, y cuando Frank, mentalmente leyó el titulo del capítulo antes de decirlo en voz alta para los demás, confirmó que se venia lo peor, aún así, se aclaró la garganta y se dispuso a leer en voz alta.
CAPITULO 31. LA BATALLA DE Hogwarts
-No!—dijeron Alice y Lily al tiempo mientras james y Frank las abrazaban y todos intercambiaban miradas de pánico, cada uno, de forma inconsciente se acomodó mejor en su asiento.
El techo encantado del Gran Comedor estaba oscuro y salpicado de estrellas, y bajo él las cuatro largas mesas de las Casas estaban llenas de estudiantes desaliñados, algunos con capas de viaje, otros en bata. Aquí y allá brillaban las figuras blanco perladas de los fantasmas del colegio. Cada ojo, vivo o muerto, estaba fijo en la Profesora McGonagall, que estaba hablando desde la elevada plataforma en lo alto del Comedor. Detrás de ella se encontraban el resto de profesores, incluyendo al centauro palomino Firenze, y los miembros de la Orden del Fénix que habían llegado para luchar.
-¿Centauro?—preguntó Ángela visiblemente confundida—¿Qué hace un centauro en la mesa de los profesores?, a ellos no les gusta mezclarse con humanos.
-Conozco a Firenze—explicó Dumbledore—desde muy joven siempre ha mostrado ciertas diferencias de pensamiento con el resto de su raza, a su líder no le hace mucha gracia, pero firenze no considera que tener buen trato con nosotros, y hacer favores siempre que pueda, sea algo denigrante, personalmente me agrada bastante su manera de pensar.
-A mi los centauros nunca me han gustado mucho—dijo sirius—siempre se sienten superiores, viven insinuando que saben cosas que nadie más conoce, pero se niegan a compartir lo que supuestamente saben.
-Bueno, son muy celosos con sus cosas—intervino Lily algo asombrada por el comentario de sirius—y tienen muy marcada su manera de pensar desde el mismo nacimiento de su raza.
-Estoy segura de que los centauros son un tema muy importante de conversación—intervino Alice antes de que sirius replicará—pero por si no recuerdan se acerca una batalla, y quiero saber lo que pasará.
-Tienes razón, Alice—se disculpó Lily—yo también quiero saber que se viene para mi hijo y para los demás, por favor Frank continua.
—… la evacuación será supervisada por el señor Filch y la señora Pomfrey. Prefectos, cuando de la orden, organicen a sus casas y lleven a los estudiantes a su cargo de forma ordenada al punto de evacuación.
Dumbledore asintió conforme, esperaba que pudiesen evacuar a todos los estudiantes menores de edad, confiaba en que no saldrían lastimados.
Muchos de los estudiantes parecían petrificados. Sin embargo, mientras Harry bordeaba las paredes, examinando la mesa de Gryffindor en busca de Ron y Hermione, Ernie Macmillan se levantó en la mesa de Hufflepuff y gritó: —¿Y si queremos quedarnos y luchar?
-Bien, entre más varitas preparadas mejor—dijo james.
-Eso, suponiendo que sean varitas preparadas—comentó Remus con temor.
-Minerva no lo consentiría si pensara que no pueden defenderse—dijo Dumbledore—además, sin los mayores quieren quedarse, nadie puede impedírselos.
Hubo un puñado de aplausos.
—Si son mayores de edad, pueden quedarse —dijo la Profesora McGonagall.
-Esperemos que sirva de algo—dijo Lily visiblemente angustiada—una cosa es luchar contra los mortifagos, pero enfrentarse a voldemort es algo muy diferente—dijo recordando sus propios encuentros con el mago tenebroso—supongo que se libraran de tantos mortifagos como puedan.
—¿Y qué pasa con nuestras cosas? —habló una chica en la mesa de Ravenclaw—. ¿Nuestros baúles, nuestras lechuzas?
-y se supone que los Ravenclaw son inteligentes—bufo sirius exasperado—se acerca una batalla y esa niña piensa en sus cosas.
—No tenemos tiempo de recoger posesiones —dijo la profesora McGonagall—. Lo importante es sacarlos de aquí sin contratiempos.
-Exacto!—dijeron Remus y james al tiempo mientras todos recordaban la vez en que los mortifagos atacaron Hogsmeade durante una salida del colegio, el miedo de todos por sacar a los alumnos, especialmente a los menores de edad, del lugar de forma rápida y segura.
—¿Dónde está el Profesor Snape? —gritó una chica desde la mesa de Slytherin.
-Lejos, como debe ser—dijo sirius con odio.
-Arrestándose a un agujero para esconderse, como el cobarde que es—lo secundó james.

—Ha ahuecado el ala, como suele decirse —respondió la Profesora McGonagall, y un gran vitoreo estalló entre los Gryffindors, Hufflepuffs, y Ravenclaws.
-Bien dicho!—rugieron james y sirius para que el primero continuara—definitivamente, es mi profesora favorita—se volvió hacia Dumbledore—sin ofender.
Dumbledore solo sonrió, pero no añadió nada más.
Harry se desplazó por el Comedor junto a la mesa de Gryffindor, todavía buscando a Ron y Hermione. Mientras pasaba, muchas caras se giraron en su dirección y una gran cantidad de susurros estalló tras su estela.
-Me enferma que todos crean que mi hijo tiene que acabar con voldemort—dijo Lily indignada y con una mirada furiosa—si no han podido magos mayores y mas experimentados no es justo que se lo pidan a un chico de 17 años.
—Ya hemos colocado protección alrededor del castillo —estaba diciendo la Profesora McGonagall—, pero es poco probable que aguante durante mucho tiempo si no la reforzamos. Por tanto, debo pedirles que se muevan rápido y con calma, y que hagan lo que los prefectos les..
Frank leía con extrema concentración, esperando saber pronto algo de su hijo, pidiendo internamente que la batalla terminara pronto y que no hubiese perdidas que lamentar, pero, como miembro de la orden del fénix y estando en ese momento en medio de una guerra, sabia que la perdida de vidas era algo que podría pasar fácilmente.
Pero sus palabras finales fueron ahogadas por una voz diferente que resonó por todo el Comedor. Era alta, fría y clara. No se podía decir de dónde venía. Parecía emitirse desde las mismas paredes. Como el monstruo al que una vez había dado órdenes, podía haber permanecido latente allí durante siglos.
-¿Monstruo?—preguntó james
-A lo mejor es una metáfora—sugirió Lily.
—Sé que se están preparando para luchar —hubo gritos entre los estudiantes; algunos de ellos se agarraron a otros, mirando alrededor aterrados en búsqueda de la fuente del sonido—. Sus esfuerzos son inútiles. No pueden luchar contra mí. No quiero matarlos. Tengo un gran respeto por los profesores de Hogwarts. No quiero derramar sangre mágica.
-Como si realmente voldemort supiera algo de respeto—dijo sirius con resentimiento
-Voldemort ve a Hogwarts como su primer reino—les recordó Dumbledore—fue le primer lugar donde fue diferente y sobresaliente entre aquellos que ya lo eran, y donde consiguió a sus primeros seguidores.
Ahora hubo silencio en el Comedor, el tipo de silencio que presionaba contra los tímpanos, que parecía demasiado enorme para ser contenido por las paredes.
—Entréguenme a Harry Potter
-No!—rugió lily.
-Maldito infeliz!—dijeron por su parte sirius, Remus y james con el odio palpable en su voz.
—dijo la voz de Voldemort—, y no se les haré daño. Entréguenme a Harry Potter y dejaré la escuela intacta. Entréguenme a Harry Potter y serán recompensados.
-El único que va a obtener recompensa eres tú, y será una muerte dolorosa donde te atrevas a tocar a mi hijo—amenazó james abrazando a su esposa.
—Tienen hasta medianoche.
El silencio se los tragó de nuevo. Cada cabeza se giró, cada ojo de la habitación pareció posarse en Harry, sujetándole para siempre en el resplandor de miles de rayos invisibles. Entonces una figura se levantó de la mesa de Slytherin, y Harry reconoció a Pansy Parkinson cuando levantó un brazo tembloroso y gritó:
—¡Pero está allí! Potter está allí. ¡Que alguien lo coja!
-Maldita serpiente—gruñó Lily para asombro de todos—¿qué?, quiere entregar a  mi hijo a voldemort.
-Creo que los demás no dejaran que eso pase—la tranquilizo james.
-Así es, ya vimos que no están contentos con el nuevo régimen y muchos están dispuestos a luchar para acabarlo—dijo Alice con seguridad.
Antes de que Harry pudiera hablar, hubo un movimiento generalizado. Los Gryffindors que tenía delante se habían levantado y se enfrentaban a los Slytherins, no a Harry. Entonces los Hufflepuffs se levantaron, y casi al mismo tiempo los Ravenclaws, todos con la espalda hacia Harry, todos mirando a Pansy. Y Harry, asombrado y abrumado, vio salir varitas de todas partes, sacadas de debajo de las capas y de las mangas.
-no es buena idea que empiecen a enfrentarse entre ellos—dijo Remus—voldemort y sus mortifagos están afuera, deben centrarse en eso.
-Los Slytherin son unos cobardes—dijo sirius—cuando vean que las otras tres casas van a defender a Harry no harán nada.
-Además McGonagall se encargará de calmar todo para preparar la defensa del castillo—Lily rebosaba confianza en la profesora de transformaciones.
—Gracias, señorita Parkinson —dijo la Profesora McGonagall con voz cortante—. Abandonará el Comedor de primera con el señor Filch. El resto de su Casa puede seguirla.
-eso, sáquelos del castillo—aprobó james con una cabezada—mejor que no intenten sabotear a mi hijo.

Harry oyó el chirrido de los bancos y luego el sonido de los Slytherin saliendo en tropel por el otro lado del Comedor.
-Por supuesto ninguno se quedará a defender el colegio—escupió sirius—tendrían que luchar contra sus propios padres mortifagos
—¡Ravenclaw, ahora ustedes! —gritó la Profesora McGonagall.
Con lentitud las cuatro mesas se vaciaron. La mesa de Slytherin estaba completamente vacía, pero bastantes Ravenclaw de los últimos cursos permanecieron sentados mientras sus compañeros salían; incluso más Hufflepuff se quedaron, y la mitad de los Gryffindors permanecieron en sus asientos, de modo que fue necesario que la Profesora McGonagall bajase de la plataforma de los profesores para obligar a los menores de edad a ponerse de camino.
-Gryffindor—dijo jame con orgullo—donde habitan los valientes.
-Son solo unos niños—comentó Lily con tristeza—tienen que estar seguros, con sus familias, no disponiéndose a luchar.
—¡Absolutamente no, Creevey, váyase! ¡Y usted, Peakes!
Harry se acercó apresurado hacia los Weasley, todos sentados juntos en la mesa de Gryffindor.
—¿Dónde están Ron y Hermione?
-¿Dónde se habrá metido ese par?—preguntó Ángela—no suelen dejar a Harry solo.
-Sea lo que sea que estén haciendo, debe ser muy importante para haberse marchado cuando la batalla está por comenzar—aseguró james.—de lo contrario jamás habrían dejado a Harry a su suerte.
—¿No los has encontrado…? —empezó el Señor Weasley, con expresión preocupada.
Pero se interrumpió cuando Kingsley dio un paso adelante en la plataforma elevada para dirigirse a los que se habían quedado.
-eso, no hay tiempo que perder—Dijo Remus—tienen que organizarse antes de que voldemort decida enviar a sus mortifagos.
—Sólo tenemos media hora hasta la medianoche, así que tenemos que actuar con rapidez. Ya se ha aceptado un plan de batalla entre los profesores de Hogwarts y la Orden del Fénix. Los profesores Flitwick, Sprout y McGonagall van a llevar a grupos de luchadores a la parte de arriba de las tres torres más altas —Ravenclaw, Astronomía y Gryffindor— donde tendrán una buena visión general, excelentes posiciones desde donde lanzar hechizos. Mientras tanto Remus —señaló a Lupin—, Arthur —apuntó hacia el señor Weasley, sentado en la mesa de Gryffindor—, y yo, llevaremos grupos a los terrenos. Necesitaremos a alguien que organice la defensa de las entradas o de los pasadizos hacia el colegio…
Lily miró con miedo a Remus, si iban a los terrenos del colegio, significaba que serian los primeros en el frente de batalla, cuando los mortifagos tuviesen todavía sus energías intactas y no hubiesen sufrido ninguna baja, sería el primero en exponerse al peligro.
-Estará bien—le susurro james al oído pero ambos sabían que eran palabras vacías, más llenas de deseo que de seguridad.
—Eso suena a un trabajo para nosotros —gritó Fred, indicándose a George y a sí mismo, y Kingsley asintió con aprobación.
-O para nosotros, si estuviésemos allí—dijo sirius con una media sonrisa.
-Así es canuto, pero al menos sabemos que nuestro legado llegará lejos—comentó james también sonriendo, pero con la tristeza pintada en sus ojos.
—Muy bien, ¡que vengan aquí los líderes y dividiremos las tropas!
—Potter —dijo la Profesora McGonagall, apresurándose hacia él mientras los estudiantes inundaban la plataforma, empujándose por alcanzar una mejor posición, recibiendo instrucciones—. ¿No se supone que tienes que estar buscando algo?
—¿Qué? Oh —dijo Harry—, ¡oh, sí!
-Debe darse prisa—instó Remus.
-Pero ni siquiera sabe que es el horrocrux—dijo Lily aterrada—¿y si no lo consigue?
-Entonces nosotros lo encontraremos—prometió sirius con solemnidad—no te preocupes pelirroja, no dejaremos que nadie hiera a Harry, y tampoco a Neville—terminó mirando a Alice.
-Gracias—dijeron las dos mujeres con tal fervor, que sirius supo que no podría romper esa promesa, sin importar que le costara la vida.
Casi se había olvidado del Horrocrux, casi se había olvidado de que se estaba presentando esta batalla para que pudiese buscarlo, la inexplicable ausencia de Ron y Hermione había apartado momentáneamente de su mente el resto de pensamientos.
Todos podían entender a Harry, unos más que otros, y es que el hecho de que sus mejores amigos, los que estuvieron con el siempre, corriendo peligros en bosques abandonados e infiltrándose en el ministerio y Gringotts, no aparecieran por ningún lado lo debía tener muy preocupado, sobre todo con la batalla en ciernes porque ¿y si algún mortifago los había atrapado?
—¡Entonces vete Potter, vete!
—Cierto… sí…
Nadie se imaginaba que podría hacer Harry para conseguir el horrocrux desconocido, y menos en medio de una batalla, que por lo que suponían, podría ser la batalla final.
Sintió que muchos ojos le seguían cuando de nuevo salió corriendo del Gran Comedor, hacia el vestíbulo de entrada todavía lleno de estudiantes que estaban siendo evacuados. Se dejó arrastrar con ellos subiendo la escalera de mármol, pero al llegar arriba se apresuró por un pasillo vacío. Miedo y pánico nublaban sus procesos mentales.
-Serénate!—dijo Remus con la mandíbula tensa—no es momento para perder la cabeza.
-Sobre todo después de haber demostrado lo bien que actúa en momentos como este—dijo Ángela.
Intentó calmarse, concentrarse en encontrar el Horrocrux, pero sus pensamientos zumbaban tan frenéticos e infructuosos como avispas atrapadas bajo un cristal. Sin Ron y Hermione para ayudarle, no parecía ser capaz de ordenar sus ideas. Empezó a avanzar más despacio, deteniéndose a mitad de un pasillo. Se sentó en el pedestal de una estatua que se había ido y sacó el Mapa del Merodeador de la bolsita que llevaba colgada al cuello.
-Con la cantidad de gente moviéndose en este momento por los pasillos, el mapa no podrá ayudarle demasiado—dijo james preocupado.
No pudo ver por ninguna parte el nombre de Ron o el de Hermione, aunque pensó que la densidad de la multitud de puntos que ahora se dirigían a la Sala de los Menesteres podría estar ocultándolos. Apartó el mapa, se apretó las manos contra la cara y cerró los ojos, intentando concentrarse.
-Bien hecho—aprobó Remus.
-Así es, si se toma unos minutos para tranquilizarse, puede despejar su mente y aclarar las ideas—dijo Frank con su entrenamiento de auror hablando por él.
Voldemort creyó que iría a la torre de Ravenclaw.
Dumbledore asintió, asombrado por el curso de los pensamientos de el muchacho, quien con tan solo 17 años lograba captar cosas que muchos magos cualificados no harían.
Ahí estaba, un hecho sólido, un lugar por donde empezar. Voldemort había colocado a Alecto Carrow en la sala común de Ravenclaw, y sólo podía haber una explicación: Voldemort temía que Harry ya supiese que su Horrocrux estaba conectado a esa Casa.
-Creo..creo que se parece un poco a usted profesor—dijo Alice sorprendida recordando lo que Dumbledore les había dicho un poco antes, cuando leyeron que Harry y luna se colaron en la sala común de Ravenclaw.
-Harry tiene muy buen instinto—aprobó Dumbledore con una cabezada—eso le ayudará en sus planes.
Pero el único objeto que alguien parecía asociar con Ravenclaw era la diadema perdida… ¿y cómo podía ser el Horrocrux la diadema? ¿Cómo era posible que Voldemort, un Slytherin, hubiera encontrado la diadema que había esquivado a generaciones de Ravenclaws? ¿Quién le habría dicho dónde mirar, cuando nadie que hubiese visto la diadema estaba vivo para contarlo?
-Por supuesto!—dijeron Lily, Remus y Ángela al tiempo.
-¿Qué?—pregunto james.
-Nadie vivo, james—contesto Lily—¿lo adviertes?, nadie vivo!
-Un fantasma!—corearon sirius, james y Alice.
-El fantasma de Ravenclaw—siguió sirius—ella lo debe saber.
-Me temo que si lo sabe,  no lo dirá—dijo Dumbledore—yo se lo pregunté en mi época de estudiante y sé que Filius también lo hizo, así como muchos otros estudiantes, tanto Ravenclaw como de otras casas.
-Tal vez Harry consiga que se lo diga—Lily sonaba esperanzada—hasta los fantasmas quieren ver derrotado a voldemort.
Nadie estaba vivo para contarlo…
Bajo sus dedos, los ojos de Harry se abrieron de golpe. Saltó del pedestal y se apresuró por donde había venido, ahora en persecución de su última esperanza.
No solo era la última esperanza de Harry, también lo era de todos los que estaban en ese momento leyendo, porque si Harry no lograba dar con ese horrocrux, significaba que voldemort no sería vencido, y que probablemente Harry moriría enfrentándolo.
 El sonido de cientos de personas avanzando hacia la Sala de los Menesteres fue haciéndose más elevado mientras regresaba hacia las escaleras de mármol. Los prefectos estaban gritando instrucciones, intentando llevar la cuenta de los estudiantes de sus propias casas; había muchos empujones y gritos. Harry vio a Zacharias Smith derribando a estudiantes de primer año para llegar al principio de la cola.
-Pero que imbécil—dijo Alice realmente molesta—los de primer año son prioridad!.
 Aquí y allá estudiantes más jóvenes estaban llorando, mientras los mayores llamaban desesperados a amigos o hermanos.
Recordaban los enfrentamientos que habían tenido, con mortifagos y con el mismo voldemort, el miedo por aquellos a los que no veían, el terror de perder a algún ser querido, y la impotencia por no poder ayudarlos.
Harry avistó una figura de un blanco perlado deslizándose por el vestíbulo de entrada hacia abajo, y gritó tan fuerte como pudo por encima del clamor.
—¡Nick! ¡NICK! ¡Necesito hablar contigo!
-Bien, Nick siempre está dispuesto a ayudar—dijo james recordando las veces que el fantasma había ayudado a los merodeadores y lo bueno que era Nick con los de primer año.
Se abrió paso entre la marea de estudiantes, finalmente alcanzando la base de las escaleras, donde Nick Casi Decapitado, fantasma de la torre de Gryffindor, estaba esperándole.
—¡Harry! ¡Mi querido muchacho!
Nick intentó agarrar las manos de Harry con las suyas. Harry sintió como si las hubieran metido en agua congelada.
-esa sensación es espantosa—dijo Lily—y parece que a los fantasmas les fascina atravesar a los estudiantes!
—Nick, tienes que ayudarme. ¿Quién es el fantasma de la torre de Ravenclaw?
Nick Casi Decapitado pareció sorprendido y un poco ofendido.
-Nick siempre igual—dijo sirius—si se necesita un fantasma, allí está el, pero no se te ocurra preguntar por alguien más, no le gusta para nada!
-Tampoco le gusta que le digan casi decapitado—dijo james riéndose—pero no sirve de nada, todos seguimos llamándolo así.
—La Dama Gris, por supuesto; pero si son servicios fantasmales lo que necesitas…
—Tiene que ser ella… ¿sabes dónde está?
—Veamos…
La cabeza de Nick se tambaleó un poco en su gorguera al girar de aquí a allá, mirando por encima de las cabezas del tropel de estudiantes.
—Es esa de allí, Harry, la joven con el pelo largo.
-Siempre he dicho que es demasiado joven—dijo sirius—y era bastante bonita en vida—Ángela le dio un golpe.—ay!
-Hasta piropeas a las fantasmas!—le regañó—eres incorregible.
-Sabes que solo te quiero a ti—dijo sirius abrazándola—además, iba a decir que era bastante bonita, pero siempre se ha visto bastante triste, entre la pelirroja y tú no me dejan expresarme—se quejó y los demás rodaron los ojos.
Harry miró en la dirección que indicaba el dedo transparente de Nick y vio un fantasma alto, que pilló a Harry mirándola, levantó las cejas y se alejó por una pared sólida.
Harry corrió tras ella. Una vez en la puerta del pasillo por el había desaparecido, la vio llegando al final, todavía deslizándose con fluidez, alejándose.
—¡Eh… espere… vuelva!
Era la hora de la verdad, o la fantasma le contaría lo que sabia, o Harry quedaría a la deriva buscando una diadema que no se había visto en siglos.
Ella accedió a parar, flotando a unos centímetros del suelo. Harry notó que era hermosa, con el pelo largo hasta las caderas y capa hasta los pies, pero también parecía altiva y orgullosa.
-¿Ven?—remarcó sirius—Harry también piensa que es bonita, y ama a Ginny!
 Al acercarse, la reconoció como el fantasma junto al que había pasado varias veces por los pasillos, pero con quien nunca había hablado.
—¿Usted es la Dama Gris?
Ella asintió, pero no habló.
—¿El fantasma de la torre de Ravenclaw?
—Eso es correcto.
Su tono no era alentador.
Lily escuchaba atentamente, al igual que los demás, seguía firmemente abrazada a James, y miraba de vez en vez a su hijo, que hacia ruido y se movía de aquí para allá con un pequeño Neville, ambos ajenos a que sus vidas estaban siendo leídas en ese mismo momento.
—Por favor, necesito algo de ayuda. Necesito saber cualquier cosa que pueda contarme sobre la diadema perdida.
Una sonrisa fría curvó sus labios.
-Es obvio que lo sabe!—acusó Lily—tiene que ayudar a mi hijo!
—Me temo —dijo, girándose para marcharse—, que no puedo ayudarte.
—¡ESPERE!
No había tenido intención de gritar, pero el enfado y el pánico amenazaban con abrumarlo. Miró a su reloj mientras ella estaba suspendida delante. Faltaba un cuarto de hora para la medianoche.
-Se acaba el tiempo!—dijo Alice—por favor, esa fantasma tiene que ayudarlo o todo Hogwarts estará perdida.
—Es urgente —dijo con fiereza—. Si esa diadema está en Hogwarts, tengo que encontrarla, rápido.
—No eres el primer estudiante que codicia la diadema —dijo desdeñosa—. Generaciones de estudiantes me han importunado…
-El no la quiere para ser mas inteligente!—se quejó Lily—por Merlín, Voldemort está por entrar, Harry no la buscaría si no fuese importante!
—¡Esto no tiene que ver con sacar mejores notas! —le gritó Harry—. Es sobre Voldemort, derrotar a Voldemort, ¿o es que eso no le interesa?
-Espero que eso la haga reaccionar—dijo Ángela con voz tensa.
Ella no se podía sonrojar, pero sus transparentes mejillas se volvieron más opacas, y su voz sonó acalorada cuando respondió: —Por supuesto, ¿cómo te atreves a sugerir…?
-La dama gris siempre ha sido de carácter voluble—dijo Dumbledore sonriendo—no es fácil de tratar.
—Bueno, ¡entonces ayúdeme!
La compostura el fantasma se estaba resquebrajando.
—No… no es un asunto de… —tartamudeó—. La diadema de mi …
-¿Qué?—gritaron todos, Frank tuvo que releer la línea para confirma que no se había equivocado.
-La..la..por Merlin no lo puedo creer—balbuceó Lily.
-Pero eso quiere decir que si debe saber que ocurrió con la diadema—dijo Remus.
-Jamás me lo habría imaginado—dijeron james y sirius al tiempo.
-Tampoco yo—corearon Alice y Ángela, Frank volvió los ojos al libro para continuar la lectura.
—¿Su madre?
Ella pareció enfadada consigo misma.
—Cuando vivía —dijo con rigidez—. Era Helena Ravenclaw.
—¿Usted es su hija? Pero entonces, debe saber lo que pasó con ella.
—Aunque la diadema otorga sabiduría —dijo con un obvio esfuerzo de recuperar la compostura—, dudo que aumente mucho tus posibilidades de derrotar al mago que se hace llamar Lord…
-¡¿Qué no ha entendido?!—gritó Lily alterada—no quiere usarla!
—¡Ya se lo he dicho, no me interesa llevarla! —dijo Harry con fiereza—. No hay tiempo de explicarlo, pero si Hogwarts le importa, si quiere ver a Voldemort acabado, ¡tiene que decirme todo lo que sepa sobre la diadema!
Ella se quedó totalmente inmóvil, flotando en medio del aire, mirándole fijamente, y un sentimiento de desesperación engulló a Harry. Por supuesto, si ella hubiese sabido algo, se lo habría contado a Flitwick o Dumbledore, que seguramente le habrían hecho la misma pregunta. Sacudió la cabeza y empezó a girar para marcharse cuando ella habló en voz baja.
-A menos que tenga buenos motivos para no contarlo—dijo Ángela.
-pero entonces ¿Cómo pudo voldemort hacerse con la diadema?—preguntó Remus.
-Es lógico ¿no?—dijo sirius astutamente—voldemort es un manipulador y un mentiroso, seguramente la embaucó hasta sacarle la información
—Le robé la diadema a mi madre.
-¿Qué hizo que cosa?—preguntó sirius con la mandíbula desencajada de la sorpresa.
-No puedo creer todo lo que hay detrás de esta fantasma—dijo Lily sorprendidísima—no me extraña que siempre luzca tan triste.
—¿Usted… hizo qué?
—Robé la diadema —repitió Helena Ravenclaw en un susurro—. Buscaba hacerme más lista, más importante que mi madre. Huí con ella.
-¿Cómo podría estar celosa de su madre?—preguntó Alice
-A veces nuestra familia no acepta ciertas cosas—dijo Lily pensando en su hermana con tristeza—y quienes más deben apoyarnos, son los primeros en darnos la espalda.
James, consiente de lo que su esposa estaba hablando, la abrazo para darle apoyo, ella recargó su cabeza en su hombro
No sabía cómo había conseguido ganarse su confianza y no preguntó, simplemente escuchó, firme, mientras ella continuaba.
-Creo que si le contara la verdad—opinó Lily—por algún motivo le dirá donde encontrar la diadema
—Dicen que mi madre nunca admitió que la diadema se había perdido, sino que pretendió que todavía la tenía. Ocultó la pérdida, mi espantosa traición, incluso a los demás fundadores de Hogwarts.
-Toda madre haría lo que fuera por sus hijo—dijo Alice mirando a su pequeño—no importa que situación se de, siempre intentaremos protegerlos.
»Entonces mi madre cayó enferma… de muerte. A pesar de mi traición, estaba desesperada por verme una vez más. Envió a un hombre que hacía mucho me había amado, aunque yo había desdeñado sus atenciones, a que me encontrase. Sabía que él no descansaría hasta haberme encontrado.
Ninguno se había imaginado jamás semejante historia por parte del fantasma de Ravenclaw, pero lo cierto era, que ella siempre se mantenía apartada de todos, vagaba de un lado a otro sin hablar casi ni con los otros fantasmas.
Harry esperó. Ella respiró profundamente y echó la cabeza hacia atrás.
—Me rastreó hasta el bosque en el que me ocultaba. Cuando rechacé volver con él, se puso violento. El Barón siempre fue un hombre de temperamento fuerte. Furioso ante mi rechazo, celoso de mi libertad, me apuñaló.
—¿El Barón? ¿Quiere decir…?
-Así que de ese modo fue que quedo lleno de sangre—comentó Remus totalmente sorprendido
—El Barón Sanguinario, sí —dijo la Dama Gris, y apartó la capa que llevaba para descubrir una herida oscura en su pecho blanco—. Cuando vio lo que había hecho, se vio abrumado por los remordimientos. Cogió el arma que se había llevado mi vida, y la usó para matarse. Después de todos estos siglos, aún lleva sus cadenas como un acto de penitencia… como debe ser —añadió amargamente.
-No debe ser agradable que tu asesino te siga como fantasma—dijo sirius pensativo—quiero decir, la persiguió durante su vida, y ahora muertos también están en el mismo espacio, debe ser extraño.
-Si, muy interesante, pero ¿y que paso con la diadema?—preguntó Ángela.
—¿Y… y la diadema?
—Se quedó donde yo la había escondido cuando oí al Barón avanzar tropezando por el bosque, yendo hacia mí, oculta en el interior de un árbol hueco.
—¿Un árbol hueco? —repitió Harry— ¿Qué arbol? ¿Dónde fue eso?
—Un bosque en Albania. Un lugar solitario que creí fuera del alcance de mi madre.
-Lo sabia—dijo Lily triunfante—sabia que Albania era importante.
-Así es—confirmó Frank bajando momentáneamente el libro—pero la pregunta es ¿sigue allí o Voldemort al escondió en otro lado? Y en caso de que siga en ese bosque ¿Qué bosque es?, no podemos revisar todos los bosques de Albania, nos tomaría meses, sino es que años!.
-Esperemos el libro nos dé más pistas—decidió Remus y Frank con una cabeza de asentimiento volvió a leer
—Albania —repitió Harry. El sentido estaba surgiendo milagrosamente de la confusión, y ahora entendió porqué le estaba contando lo que le había negado a Dumbledore y Flitwick—. Ya le ha contado a alguien esta historia, ¿verdad? ¿Otro estudiante?
-Voldemort—dijeron james, Remus y sirius a la vez con miradas sombrías perfectamente mostradas en su tono de voz
Ella cerró los ojos y asintió.
—No tenía… ni idea… Era adulador. Parecía… entender… comprender…
-Tom Ryddle es un experto en el arte de la manipulación y el engaño—dijo Dumbledore con voz tranquila—y en sus años de colegio mostraba carisma, era un estudiante modelo, por supuesto que logro engañar a la pobre dama gris
Sí, pensó Harry. Tom Ryddle ciertamente había entendido el deseo de Helena Ravenclaw de poseer fabulosos objetos sobre los que tenía pocos derechos.
—Bueno, no es la primera persona a la que Ryddle le sonsaca cosas —murmuró Harry—. Podía ser encantador cuando quería…
-Sigue sin gustarme que Harry conozca tan bien a Voldemort—se quejo Lily con el ceño fruncido.
-Bueno, tal vez conocerlo tan bien le ayude a sobrevivir—comentó Alice cautelosamente—sabes que será una ventaja.
Así que Voldemort había sido capaz de sonsacarle la localización de la diadema perdida a la Dama Gris. Había viajado a aquel bosque remoto y recuperado la diadema de su escondite, quizás tan pronto como abandonó Hogwarts, antes incluso de haber empezado a trabajar en Borgin y Burkes.
-¿Cómo es que conoce tanto de su vida?—se impresionó Ángela—yo ni siquiera sabia que el había trabajado en Borgin y Burkes.
-Supongo que el profesor Dumbledore le dijo algo—dijo Lily con una sonrisa hacia el director—pensó que era importante que Harry supiera todo eso, para su búsqueda de los Horrocruxes.
¿Y no le habrían parecido aquellos retirados bosques albaneses un excelente refugio cuando, mucho después, Voldemort había necesitado un lugar donde esconderse, sin ser molestado, durante diez largos años?
-Si su supuesta muerte seria en Octubre de este año—razonó Lily— y tardo diez años en regresar, tuvo que ser durante finales del cuarto año y principios del quinto de Harry.
Pero la diadema, una vez se convirtió en su valioso Horrocrux, no había sido abandonada en ese modesto árbol… No, la diadema había vuelto en secreto a su verdadero hogar, y Voldemort debía haberla puesto allí…
—…la noche que vino a pedir trabajo! —dijo Harry, acabando su pensamiento.
Dumbledore asintió, conforme con el rumbo de los pensamientos de Harry, tal vez los merodeadores supieran de alguna habitación o de algún pasadizo que el desconocía, pues el director estaba seguro de que voldemort, mostrando su arrogancia, había supuesto que nadie descubriría más secretos de Hogwarts que el.
—¿Perdón?
—¡Ocultó la diadema en el castillo, la noche que le pidió a Dumbledore que le dejara dar clase! —dijo Harry. Decirlo en voz alta le permitió darle sentido a todo—. ¡Debió esconder la diadema al ir, o volver, al despacho de Dumbledore! Pero merecía la pena intentar obtener el trabajo, de lograrlo podría haber tenido oportunidad de robar también la espada de Gryffindor… ¡gracias, gracias!
-eso tiene sentido—aprobó Remus—aunque voldemort supusiera que Dumbledore no le daría el puesto, tenía que intentarlo.
Harry la dejó allí flotando, con expresión absolutamente desconcertada. Al girar en una esquina para volver al vestíbulo de entrada, comprobó su reloj. Faltaban cinco minutos para la medianoche, y aunque sabía lo qué era el último Horrocrux, no estaba más cerca de descubrir dónde estaba…
-Tiene razón—se lamentó Lily mientras james la abrazaba con fuerza—en cinco minutos se desatará una batalla y aún no tiene idea de donde este el horrocrux.
Generaciones de estudiantes habían fallado en la búsqueda de la diadema; eso sugería que no estaba en la torre de Ravenclaw… pero si no estaba allí, ¿dónde? ¿Qué escondite había encontrado Tom Ryddle dentro del castillo de Hogwarts, que creía que permanecería secreto para siempre?
-¿Realmente pensó que durante años nadie descubriría un escondite en Hogwarts?—pregunto james incrédulo—miles de estudiantes hemos descubierto cantidades de pasadizos y habitaciones secretas.
-Voldemort es un ser extremadamente arrogante—explicó Dumbledore—cree que las cosas que el descubre, nadie más será capaz de hacerlo, se considera así mismo invencible.
-Imbécil—dijeron james y sirius al tiempo.
Perdido en desesperada especulación, Harry giró en una esquina, pero había dado sólo unos pocos pasos en el nuevo pasillo cuando la ventana a su izquierda se rompió en añicos con un estrépito ensordecedor. Cuando saltó a un lado, un cuerpo gigante voló a través de la ventana y golpeó la pared opuesta.
Lily dejó escapar un gemido mezcla de miedo por su hijo y frustración por no estar allí para protegerlo y apartarlo del peligro.
Algo grande y peludo se separó, gimoteando, de lo que había llegado y se lanzó hacia Harry.
—¡Hagrid! —bramó Harry, rechazando las atenciones de Fang, el gran danés, cuando la enorme figura barbuda se puso en pie—. ¿Qué…?
­-¿No estaba escondido en los bosques?—pregunto Remus.
-Parece que se enteró de la batalla—contesto james—y acudió a ayudar.
-Hagrid es genial—concluyó sirius con una sonrisa
—¡Harry, estás aquí! ¡Estás aquí!
Hagrid se agachó, le dio a Harry un rápido abrazo que casi le parte las costillas, y corrió de vuelta hacia la ventana hecha añicos.
-Y no ha aprendido a controlar su fuerza—comentaron los merodeadores con ligeras sonrisas
—¡Buen chico, Grawpy! —bramó a través del agujero en la ventana—. ¡Te veo en un momento, qué buen chico!
Detrás de Harry, en la noche oscura, Harry vio ráfagas de luz en la distancia y oyó un extraño grito agudo. Bajó la mirada a su reloj: era medianoche. La batalla había empezado.
Lily se aferró a james con más fuerza mientras se mordía el labio inferior, señal inequívoca de su nerviosismo, Alice se acomodo en su lugar y tomó el brazo de su esposo, Remus se enderezó (dejando escapar un bajo gemido de dolor debido a sus recientes heridas), mientras que Ángela dirigía miradas preocupadas a sirius, quien intentaba con escaso éxito transmitirle algo de seguridad con la irada
—Caray, Harry —jadeó Hagrid—, este es, ¿eh? El momento de luchar.
—Hagrid, ¿de dónde vienes?
—Escuché a quién-tú-ya-sabes en la cueva —dijo Hagrid ceñudo—. La voz se oye lejos, ¿sabes? “Tienen hasta medianoche para entregarme a Potter”. Supe que debía estar allí, imaginé lo que debería estar sucediendo. Baja, Fang. Así que hemos venido a unirnos, Grawpy, Fang y yo. Nos abrimos paso por el linde del bosque, Grawpy nos llevaba, a mí y Fang. Le dije que me dejase en el castillo, así que me tiró por la ventana, bendito sea. No es exactamente lo que quería decir, pero… ¿dónde están Ron y Hermione?
-Excelente pregunta—dijo james—ya ha pasado mucho tiempo ¿creen que les haya pasado algo?.
-Esperemos que no—dijo Lily con voz quebrada
—Esa —dijo Harry—, es realmente una buena pregunta. Vamos.
Se movieron a prisa por el pasillo, con Fang siguiéndolos patoso. Harry podía oír movimientos a lo largo del pasillo: pasos de gente corriendo, gritos; a través de las ventanas, podía ver más destellos de luz en los oscuros terrenos.
Lily de nuevo pensó en Remus, y su preocupación aumentó cuando vio a su esposo lanzar una mirada nerviosa a su amigo, y luego intercambiar una muda pregunta con sirius, quien también se veía nervioso
—¿A dónde vamos? —dijo Hagrid sin aliento, sus pasos resonaban, pegados a los talones a Harry, haciendo temblar las tablas.
—No lo sé exactamente —dijo Harry, haciendo otro giro aleatorio—, pero Ron y Hermione deben estar por aquí en algún sitio…
-Creo que en este momento odio que Hogwarts sea tan grande—dijo sirius preocupado por le futuro de su ahijado.
-No te haces una idea de cuanto puedo entenderte—lo apoyó james.
Las primeras bajas de la batalla ya estaban desparramadas en el siguiente pasillo: dos gárgolas de piedra que normalmente guardaban la entrada a la sala de profesores habían sido destrozadas por una maldición que había entrado por una ventana rota. Sus restos se arrastraban débilmente en el suelo, y cuando Harry saltó sobre una de las cabezas sin cuerpo, esta gimió ligeramente.
—Oh, no te preocupes por mí… simplemente me quedaré aquí desmenuzada…
Las mujeres estaban al borde de la histeria, la ausencia de noticias de la situación de Neville tenía a Alice a punto de sufrir un colapso nervioso.
Su fea cara de piedra hizo pensar a Harry en el busto de mármol de Rowena Ravenclaw en la casa de Xenophilius, adornado con ese alocado tocado… y después en la estatua de la torre de Ravenclaw, con la diadema de piedra sobre los rizos blancos…
Y cuando llegó al final del pasillo, el recuerdo de una tercera figura de piedra volvió a él, una de un viejo brujo, uno en cuya cabeza el mismo Harry había colocado una peluca y una deslucida diadema. La conmoción recorrió a Harry con el calor del whisky de fuego, y casi tropezó.
-ya sabe donde esta!—gritaron Lily y james al tiempo.
-Esperemos que llegue pronto a ella—comentó Alice.
-No estoy muy segura de lo que deseo—comentó Lily con miedo en la mirada—por un lado entre más rápido la encuentre, más pronto se deshace de ella, pero también significa que estará más cerca de enfrentarse a voldemort.
Sabía, por lo menos, dónde le estaba esperando el Horrocrux.
Tom Ryddle, que no confiaba en nadie y trabajaba sólo, podía haber sido tan arrogante como para asumir que él, y sólo él, había penetrado en los misterios más profundos del castillo de Hogwarts. Por supuesto, Dumbledore y Flitwick, esos estudiantes modelo, nunca habían puesto un pie ese lugar concreto, pero él, Harry, se había desviado del camino habitual en sus días de colegio… había al menos un lugar secreto que él y Voldemort conocían, que Dumbledore nunca había descubierto…
Dumbledore y los demás prestaron más atención, a la espera de descubrir donde estaba el horrocrux escondido en Hogwarts.
Fue devuelto a la realidad por la profesora Sprout, que pasó con estruendo llevando detrás a Neville y a una media docena más de alumnos, todos con orejeras y lo que parecían ser grandes plantas en macetas.
Ante la mención de su hijo Alice dio un pequeño brinco y Frank se apresuró a averiguar que estaba haciendo su pequeño.
—¡Mandrágoras! —bramó Neville a Harry por encima del hombro mientras corría—. Vamos a lanzarlas por las paredes… ¡no les va a gustar!
-Buena idea—apoyaron Alice y Ángela—eso dejará fuera de combate a algunos.
Harry sabía a donde ir. Avanzó más rápido, con Hagrid y Fang corriendo tras él. Pasaron retrato tras retrato, y las figuras pintadas corrieron lateralmente con ellos, brujas y magos con gorgueras y calzones, con armaduras y capas, apretándose en los lienzos de los otros, gritando noticias de otras partes del castillo. Cuando alcanzaron el final de ese pasillo, todo el castillo se sacudió, y Harry supo, cuando un jarrón gigante salió volando de su pedestal con fuerza explosiva, que era por la presión de encantamientos más siniestros que los de los profesores y la Orden.
Esa afirmación no tranquilizo a nadie, y solo sirvió para que el miedo de todos aumentara aún más, algunos se preguntaron si para vencer a voldemort en ese tiempo, era necesaria una batalla semejante.
—¡Todo está bien, Fang, todo está bien! —gritó Hagrid, pero el enorme gran danés se había dado a la fuga cuando astillas de vajilla volaron como metralla por el aire. Hagrid corrió pesadamente tras el aterrorizado perro, dejando a Harry solo.
-De nuevo solo—se quejo Lily.
-No es bueno en esas situaciones—dijo sirius pero al instante deseo no haber dicho nada porque Lily palideció aún mas.
Siguió adelante por los pasillos temblorosos, con la varita alerta, y recorriendo la longitud del pasillo, el pequeño caballero pintado, Sir Cardigan, se lanzaba de cuadro en cuadro junto a Harry, con la armadura resonando con un ruido metálico, gritando con ánimo, con su pequeño y gordo pony a medio galope por detrás.
—¡Fanfarrones y granujas, perros y bribones, sácalos de aquí, Harry Potter, échalos!
-Sir cadogan!—dijeron los merodeadores al tiempo.
-Es un verdadero dolor de cabeza—comentó Frank antes de volver la vista al libro, evitando así que los merodeadores contradijeran su afirmación.
Harry se lanzó por una curva y encontró a Fred y a un pequeño grupo de estudiantes, incluyendo a Lee Jordan y Hannah Abbott, en pie delante de otro pedestal vacío, cuya estatua había ocultado un pasadizo secreto. Sus varitas estaban listas y estaban escuchando en el oculto agujero.
-No creo que los mortifagos conozcan todos los pasadizos del colegio—comentó james—Merlin sabe lo que nos costó encontrar los que plasmamos en el mapa, y estamos bastante seguros de que si no fueron todos.
-Fueron al menos casi todos—siguió sirius
-Y muchos más de los que otros encontrarían fácilmente—finalizó Remus
—¡Menuda nochecita! —gritó Fred cuando el castillo se sacudió otra vez, y Harry pasó a toda velocidad, eufórico y aterrorizado en igual medida. Se lanzó por otro pasillo y entonces vio lechuzas por todas partes, y la señora Norris estaba siseando e intentando espantarlas con las zarpas, sin duda para devolverlas a su lugar apropiado…
—¡Potter!
Aberforth Dumbledore estaba bloqueando el siguiente pasillo, con la varita lista.
-Así que fue a luchar—dijo Ángela con una sonrisa—parece que es de familia—concluyo mirando a Dumbledore.
-mi hermano siempre ha sido infinitamente más admirable que yo—fue la sencilla respuesta del director
—¡Tengo a cientos de chicos haciendo escándalo en mi bar, Potter!
Dumbledore se rio quedamente por la actitud de su hermano, pero Albus sabia que pese a eso, Aberforth estaba preocupado por el colegio y por los menores, en realidad al menor de los Dumbledore no le importaba en absoluto que su bar estuviera siendo invadido por estudiantes, si eso significaba que estarían a salvo.
—Lo sé, estamos evacuando —dijo Harry—. Voldemort está…
—… atacando porque no te han entregado, sí —dijo Aberforth—, no estoy sordo, todo Hogsmeade lo oyó. ¿Y no se les ocurrió a ninguno tomar a algunos Slytherins como rehenes? Hay hijos de los mortífagos a los que han mandado a ponerse a salvo. ¿No habría sido un poco más inteligente dejarlos aquí?
-Esta bien que las serpientes me caen muy mal y todo eso—dijo james mirando a su hijo—pero jamás aceptaría un plan que conllevara tomar a estudiantes como rehenes.
-Sin contar con eso no habría detenido a voldemort—lo secundó Lily.
-Aberforth no soporta a nadie que practique artes oscuras—lo defendió Albus.
—Eso no habría detenido a Voldemort —dijo Harry—, y su hermano nunca lo habría hecho.
Aberforth gruñó y se encaminó en dirección contraria.
Su hermano nunca lo habría hecho… Bueno, era la verdad, pensó Harry mientras volvía a correr: Dumbledore, que había defendido a Snape durante tanto tiempo, nunca habría exigido rescate por los prisioneros…
-Bueno, ninguno de nosotros lo habría hecho—dijo Ángela.
Y entonces derrapó en una última curva y con un grito de alivio mezclado con furia, los vio. Ron y Hermione, ambos con los brazos llenos de grandes objetos curvados, sucios y amarillos, y Ron con una escoba bajo el brazo.
-¿escobas?—preguntó Alice—¿para que quieren escobas en medio de una batalla?.
—¿Dónde demonios han estado? —gritó Harry.
—La Cámara de los Secretos —dijo Ron.
-¿Qué demonios hacían en la cámara de los secretos?—preguntó un muy confundido sirius.
—Cámara… ¿qué? —dijo Harry.
—¡Fue Ron, todo idea de Ron! —dijo Hermione sin aliento—. ¿No fue absolutamente brillante? Ahí estábamos, después de irnos, y le dije a Ron que aunque encontrásemos otro, ¿cómo nos íbamos a deshacer de él? ¡Todavía no nos habíamos ocupado de la copa! ¡Y entonces se acordó de él! ¡En el basilisco!
-Claro!, los colmillos de basilisco destruyen Horrocruxes!—dijo Lily extasiada, ahora se habían desecho de otro horrocrux, conocían la ubicación del siguiente y disponían de armas para destruirlos.
—¿Qué dem…?
—Algo para terminar con los Horrocruxes —dijo Ron simplemente,
Los ojos de Harry bajaron a los objetos en brazos de Ron y Hermione, grandes colmillos curvados; arrancados, se dio cuenta ahora, de la calavera de un basilisco muerto.
Lily, Alice y Ángela se estremecieron con asco, imaginándose a un cuerpo de basilisco muerto, quien sabe en que estado de descomposición, y tomando los colmillos de su cráneo.
—¿Pero cómo entrasteis allí? —preguntó, mirando de los colmillos a Ron—. ¡Se necesita hablar lengua pársel!
-Eso nos va a dificultar entrar si es que llegamos a encontrarla—comento Remus con el ceño fruncido
—¡Lo hizo! —susurró Hermione—. ¡Enséñaselo, Ron!
Ron hizo un horrible y estrangulado sonido siseante.
-¿Es…es posible aprender a hablar…parsel?—preguntó una Ángela muy consternada.
-No—contestó Dumbledore—pero basta con imitar los sonidos que se hacen, y Ron seguramente ha estado con Harry cuando éste ha hablado parsel, así que se limitaría a replicar los sonidos, aunque no entienda lo que se dice.
—Es lo que hiciste para abrir el guardapelo —le dijo a Harry disculpándose—. Tuve que probar varias veces hasta que sonó bien, pero —se encogió de hombros con modestia—, al final entramos.
-Eso fue impresionante—Comentó Lily
-Apuesto a que lo hizo por impresionar a Hermione—se burló sirius.
—¡Estuvo increíble! —dijo Hermione—. ¡Increíble!
-Y lo logró—dijo ahora james sonriendo.
—Entonces… —Harry estaba luchando para seguir el hilo de la historia—. Entonces…
—Entonces ya queda un Horrocrux menos —dijo Ron, y sacó los restos destrozados de la copa de Hufflepuff de debajo de su chaqueta—. Hermione le clavó el colmillo. Me pareció que debía ser ella. Todavía no había tenido el placer.
-Yo quiero destruir uno!—gritaron James y Sirius al tiempo.
-Esto no es un juego—Lily y Ángela los reprendieron al tiempo—compórtense.
—¡Genial! —gritó Harry.
—No fue nada —dijo Ron, aunque parecía encantado consigo mismo—. Así que, ¿qué novedades tienes?
-Oh, nada importante—dijo sirius sarcástico—solo descubrió cual es el siguiente horrocrux y donde está.
Al decirlo, hubo una explosión por encima de sus cabezas. Los tres miraron hacia arriba mientras caía polvo del techo y se escuchaba un grito lejano.
Hubo un segundo de silencio, en el cual Frank, dejando la lectura abrazó a una asustada Alice, sirius se puso extremadamente serio al lado de Ángela, Remus se imaginaba lo que haría de estar en la batalla, como sacar a Harry del peligro, mientras james y Lily solo pedían que su hijo saliera bien librado del asunto
—Sé cómo es la diadema, y dónde está —dijo Harry, hablando con rapidez—. La escondió exactamente donde yo tenía mi viejo libro de Pociones, donde todo el mundo lleva siglos escondiendo cosas. Creyó que era el único que lo había encontrado. Vamos.
Mientras las paredes temblaban otra vez, Harry los llevó de vuelta hacia la entrada tapiada y por la escalera que bajaba a la Sala de los Menesteres.
­-No puedo creer que voldemort haya sido tan arrogante como para dejar una parte de su alma allí—dijo Lily incrédula.
-Mejor para nosotros—dijo sirius contento—tendremos oportunidad de entrar en la sala. Será genial!
-Pero no sabemos exactamente donde está—les recordó Alice.
-Descuida—la tranquilizó Remus con una sonrisa.
-La encontraremos—siguió james con una de sus sonrisas arrogantes, esas que en el pasado tanto molestaban a Lily.
-Después de haber descubierto tantos pasadizos y salas ocultas—continuó sirius arrogantemente—será sencillo.
 Estaba vacía salvo por tres personas: Ginny, Tonks y una bruja muy anciana que llevaba un apolillado sombrero, a quien Harry reconoció de inmediato como la abuela de Neville.
-Ay No!—dijeron Frank, Remus y Sirius al tiempo.
-Sabia que no se quedaría en casa—dijo sirius preocupado por su sobrina.
-Mi madre no debería exponerse de esa forma!—dijo Frank de la misma manera—sé que es una bruja poderosa, pero no debe arriesgarse así.
—Ah, Potter —dijo ella con sequedad como si hubiera estado esperando por él—. ¿Puedes decirnos lo que está sucediendo?.
-Obviamente esta preocupada por Neville—dijo Alice—y tiene que intentar ayudarlo.
—¿Están todos bien? —dijeron Ginny y Tonks a la vez.
­-Puedo entender perfectamente su preocupación—dijo Lily—es horrible saber a las personas que amas, fuera luchando, mientras tu estas en algún lugar a salvo.
—Que yo sepa —dijo Harry—. ¿Todavía hay gente en el pasadizo que lleva a La Cabeza de Cerdo?
-Ese que yo sepa no las tranquilizará demasiado—comentó Alice.
-Espero que no se les ocurra meterse en la lucha—dijo sirius.
-Para que Harry busque lo que tengan que buscar ellas tendrán que salir—dedujo Lily—por eso pregunta si queda gente en el pasadizo
Sabía que la habitación no sería capaz de transformarse mientras todavía hubiese usuarios en ella.
Todos intercambiaron miradas de preocupación, pues estaban seguros de que ahora, tres personas más, saldrían a arriesgar sus vidas.
—Yo fui la última en entrar —dijo la señora Longbottom—. Lo sellé. Creo que no es muy inteligente dejarlo abierto ahora que Aberforth ha abandonado su bar. ¿Hanvisto a mi nieto?
-Bien pensado—aprobó Remus—así no los sorprenderán desde adentro.
—Está luchando —dijo Harry.
-Por supuesto—dijo Alice con una mueca de preocupación.
—Naturalmente —dijo la anciana señora con orgullo—. Perdónenme, debo ir y ayudarle.
Con sorprendente rapidez se marchó hacia las escaleras de piedra.
-No le pasará nada—le dijo Alice a su esposo—tu madre es fuerte, sabe cuidarse sola.
Frank tragó saliva, pero no dio muestras de haber oído a su mujer, y siguió leyendo.
Harry miró a Tonks.
—Creía que se suponía que estabas con Teddy en la casa de tu madre.
-Allá es donde debería estar—dijeron Remus y Sirius al tiempo.
—No podía aguantar no saber… —Tonks parecía angustiada—. Ella le cuidará… ¿has visto a Remus?
-De verdad te ama—comentó Lily.
-Lo sé—dijo Remus cabizbajo—pero se pondrá en peligro por eso.
-No podemos evitar que las personas que nos aman se preocupen por nosotros—le dijo james—y menos si se trata de mujeres tan decididas.
Remus asintió y Frank siguió la lectura,
—Tenía planeando liderar un grupo de luchadores en los terrenos…
Sin decir otra palabra, Tonks se marchó con rapidez.
Sirius que tenia bastante cariño a su sobrina se preocupo, por lo que habían leído Tonks era muy hábil, pero no podía evitar preocuparse.
—Ginny —dijo Harry—, lo siento, pero necesitamos que tú también te vayas. Sólo un momento. Después puedes volver a entrar.
-No creo que le moleste para nada esa opción—dijo Ángela—estará encantada de marcharse.
—¡Y después puedes volver! —le gritó mientras la veía echar a correr por los escalones detrás de Tonks—. ¡Tienes que volver!
-Si, claro regresara cuando Harry salga—dijo Lily sarcástica.
—¡Espera un momento! —dijo Ron abruptamente—. ¡Nos hemos olvidado de alguien!
-Oh, no ¿De quién?—se preocupó Alice.
—¿Quiénes? —preguntó Hermione.
—Los elfos domésticos. Estarán todos abajo en las cocinas, ¿no?
-¿Qué?—dijeron todos confundidos.
-¿Esta insinuando que deben pedirles a los elfos luchar contra los mortifagos?—preguntó james atónito.
-Espero que no—dijeron Alice, Ángela y Lily al tiempo.
—¿Quieres decir que deberíamos ordenarles luchar? —preguntó Harry.
Una pequeña oleada de orgullo recorrió a james al ver que su hijo pensaba como el.
—No —dijo Ron serio—. Quiero decir que deberíamos decirles que se marcharan. No queremos más Dobbys, ¿verdad? No podemos ordenarles que mueran por nosotros…
-¿Ese fue Ron?—pregunto Lily atónita.
-Yo tampoco me lo creo—dijo james divertido
Se oyó estruendo cuando los colmillos de basilisco cayeron en cascada de los brazos de Hermione.
Frank empezó a reír causando curiosidad en los demás, Alice intrigada miró por encima de su hombro para averiguar lo que había causado tal reacción, especialmente en aquella situación y luego, también se echó a reír junto a su esposo.
-¿Quieren decirnos que pasa?—pregunto sirius—yo también me quiero reír.
Frank, tratando de controlar la risa continuó entre arcadas.
Corriendo hacia Ron, le lanzó los brazos al cuello y le besó de lleno en la boca.
Las risas no se hicieron esperar, todos estallaron en sonoras carcajadas
-No lo puedo creer—dijo Lily entre risas, su cuerpo se sacudía la igual que el de James.
-Y ella tomó la iniciativa—decía Ángela también riendo.
-Ron..Ron—sirius intentaba hablar pero la risa no se lo permitía—lento…Hermione—y de nuevo empezaba a reír.
Cuando pudieron controlarse un poco, Frank empezó a leer de nuevo
 Ron arrojó los colmillos y la escoba que estaba sujetando y respondió con tanto entusiasmo que levantó a Hermione del suelo.
Eso fue suficiente para que todos perdieran la compostura de nuevo.
-Ya era hora—se burló james entre risas.

—¿En serio? —preguntó Harry débilmente, y cuando no ocurrió nada excepto que Ron y Hermione se abrazaron el uno al otro con más firmeza y se tambalearon, elevó la voz—. ¡Eh! ¡Que estamos en medio de una guerra!
-Harry no los interrumpas—dijo Lily divertida aún.
Ron y Hermione se separaron, con los brazos todavía alrededor del otro.
-Menudo momento para mostrarse que se aman—se burló james mientras Lily asentía divertida.
-Ustedes ni diga nada—dijo sirius con malicia—que la pelirroja espero a que estuvieras en la enfermería inconsciente durante tres días antes de confesarte que también te amaba.
Ambos se sonrojaron a más no poder mientras los demás estallaban en carcajadas, Dumbledore sonreía divertido, con la alegría brillando en sus profundos ojos azules.
—Por eso —dijo Ron, que parecía que acababa de recibir un golpe en la parte de atrás de la cabeza con una bludger—, es que es ahora o nunca, ¿no?
-Bueno, ya van dos cosas buenas en ese día—dijo Alice—la reconciliación de percy con su familia y la declaración explícita de Ron y Hermione.
-Solo esperemos que los buenos hechos superen a los malos—susurró Remus, pero nadie más pudo oírlo y él no deseaba cambiar la atmósfera de alegría del momento, pues suponía que no se venían cosas fáciles.
—¿Creen que puedan —gritó Harry—.  contenerse hasta que tengamos la diadema?
—Sí… de verdad… lo siento —dijo Ron, y él y Hermione empezaron a recoger los colmillos, los dos ruborizados.
-Como para no estarlo—se burló sirius—no podían escoger un mejor momento.
Cuando los tres volvieron al pasillo escaleras arriba, quedó claro que en los minutos que habían pasado en la Sala de los Menesteres la situación del castillo se había deteriorado severamente.
Fue como si un balde de agua fría les hubiese caído a todos, la situación del beso entre Ron y Hermione había alejado de su mente, por unos minutos, el hecho de que se estaba librando una batalla en el colegio, y ese simple párrafo se los recordó de forma abrupta
 Las paredes y el techo temblaban más que nunca; el polvo llenaba el aire, y a través de la ventana más cercana, Harry vio ráfagas de luz verde y roja tan cerca de la base del castillo que supuso que los mortífagos debían estar a punto de entrar en él.
-Por supuesto que los malditos mortifagos deben estar atacando con magia negra—dijo Sirius con los dientes apretados—mientras que entre la orden, profesores y estudiantes intentan frenarlos y no ser heridos o asesinados.
Mirando hacia abajo, Harry vio al gigante Grawp serpenteando entre ellos, balanceando lo que parecía ser una gárgola de piedra arrancada del techo y rugiendo su disgusto.
-Espero que aplaste a unos cuantos mortifagos—exclamó sirius con esperanza.
-Desde que no aplaste a ninguno de nuestro bando—comentó Ángela—todo estará bien.
—¡Esperemos que pise a algunos! —dijo Ron mientras más gritos resonaban en las cercanías.
Sirius estaba ciertamente sorprendido por su parecido con Ron, era cierto que el pelirrojo era bastante lento con las mujeres, problema del cual el animago carecía por completo, pero la similitud entre frases que se había visto en el libro era increíble, pensaban de manera muy similar
—¡Mientras no sea ninguno de los nuestros! —dijo una voz. Harry se giró y vio a Ginny y Tonks, ambas con las varitas apuntadas a la siguiente ventana, a la que le faltaban varios cristales. Incluso mientras miraba, Ginny lanzó una maldición con buena puntería a la multitud de combatientes más abajo.
-Esa chica es realmente buena—alabó Remus—mira que acertar en un hechizo así.
-Sé que los weasley no tienen mujeres en su familia—dijo james que, como miembro de una de las familias mágicas más antiguas y adineradas del mundo mágico, estaba enterado de ciertas cosas—por lo tanto, en cuanto tuvieron una hija, sobre todo después de tantos hombres, la magia de ella iba a ser bastante poderosa..
—¡Buena chica! —rugió una figura corriendo entre el polvo hacia ellos, y Harry vio de nuevo a Aberforth, con su cabello gris volando mientras guiaba a un pequeño grupo de estudiantes—. Es posible que atraviesen las almenas de la parte norte. Tienen sus propios gigantes.
-Eso no es bueno—se lamentó Lily—si aturdes a un gigante en medio de una batalla se corre el riesgo de lastimar a los que estén alrededor.
—¿Has visto a Remus? —le gritó Tonks cuando él se marchaba.
Remus se preocupó, a pesar de que no conocía aún a la que seria su esposa (solo había visto a la pequeña niña que sirius le había presentado en una ocasión) ya sentía un vinculo con ella, no quería que le ocurriera nada malo.
—Estaba en un duelo con Dolohov —gritó Aberforth—, ¡no lo he visto desde entonces!
-ahora ira a buscarlo—dijeron Alice y Lily perfectamente sincronizadas mientras Ángela asentía de acuerdo con ellas.
-No soportará no estar con el—terminó Ángela mirando a sirius—menos sabiendo que están en la misma batalla.
-Espero que no le pase nada—dijo Remus preocupado.
-Estará bien, no le pasara nada—le prometió james y Remus entendió lo que su amigo quería decir, james le estaba prometiendo que pasará lo que pasará durante el libro, jamás permitirían que le ocurriera nada a Dora, se asegurarían de eso juntos, sirius, james y el mismo Remus, el hombre lobo le agradeció con una sonrisa y una cabezada.
—Tonks —dijo Ginny—, Tonks, estoy segura de que está bien…
Pero Tonks se había marchado corriendo entre el polvo siguiendo a Aberforth.
-Se nota que Ginny también le tiene aprecio—dijo Ángela—debe ser horrible ver así a alguien que quieres.
Ginny se giró, impotente, hacia Harry, Ron, y Hermione.
—Estarán bien —dijo Harry, aunque sabía que eran palabras vacías—. Ginny, volveremos en un momento. Solo quédate a un lado, mantente a salvo…
-no puedo creer que Harry considere que Ginny se va a quedar allí tan tranquila, sobre todo luego de lo de Tonks—dijo Lily.
-el solo quiere protegerla, no podrá estar enfocado en el horrocrux teniendo a Ginny en la cabeza y pensando que esta en peligro, cielo—le dijo james con dulzura—es una sensación insoportable.
-Ya va siendo hora de que ustedes entiendan que podemos cuidarnos solas—le dijo Lily con algo de rudeza.
-No es que las creamos incapaces de cuidarse—le corrigió james sonriéndole con ternura—es que tememos que les ocurra algo—y Lily al ver la mirada de profundo amor de su esposo, simplemente pudo besarlo.
-¿Ves que no se trata de dudar de tus habilidades?—le preguntó sirius a Ángela en un susurro, la chica solo lo beso en la mejilla y lo abrazó.
 ¡Vamos! —le dijo a Ron y Hermione, y echaron a correr de vuelta a la extensión de pared donde la que la Sala de los Menesteres esperaba recibir las órdenes del siguiente que entrase.
Necesito el lugar donde se esconde todo, rogó Harry en el interior de su cabeza, y una puerta se materializó a la tercera pasada.
-Bien—dijo james—pasando tres veces por la pared y pensando en lo que necesitamos accedemos a la sala.
-Así que se descartan todos los tapices y los cuadros del castillo—decidió Sirius—como posible entrada a la sala de los menesteres.
-También debemos descartar las gárgolas, armaduras y estatuas—concluyó Remus.
-Eso deja menos de 24 paredes en Hogwarts—indico james.—todas las demás tienen alguna armadora, tapiz, estatua, o cuadro.
-Luego decidiremos la ubicación exacta—dijo Alice—por ahora veamos si la diadema si esta allí, luego veremos el resto.
El furor de la batalla murió en el momento que cruzaron el umbral y cerraron la puerta tras ellos. Todo estaba en silencio. Estaban en un lugar del tamaño de una catedral con la apariencia de una ciudad, sus altísimas paredes estaban cubiertas de objetos escondidos por miles de estudiantes hacía mucho tiempo.
—¿Y nunca se dio cuenta de que cualquiera podía entrar? —preguntó Ron, su voz resonó en el silencio.
-La verdad fue bastante imbécil—dijo sirius.
—Pensó que era el único —dijo Harry—. Qué lástima que yo tuviera que esconder cosas en mis tiempos… por aquí —añadió—. Creo que está por aquí abajo…
Pasó delante del trol disecado y el armario evanescente que Draco Malfoy había arreglado el año anterior con consecuencias tan desastrosas.
-parece que siguen usando los armarios evanescentes—dijo Remus—me pregunto que consecuencias desastrosos trajo el que Malfoy reparara uno y porque lo reparó en primer lugar.
 Entonces dudó, mirando arriba y abajo las pilas de trastos; no podía recordar por dónde ir después…
-Genial—dijo sirius sarcástico—ahora no recuerda en donde esta.
—¡Accio diadema! —gritó Hermione en desesperación, pero nada voló por el aire hacia ellos. Parecía que, como en la cámara de Gringotts, la habitación no cedería los objetos ocultos tan fácilmente,
-supongo que hace parte de la magia de la habitación—comentó Lily.
—Separémonos —le dijo Harry a los otros dos—. ¡Busquen un busto de piedra de un anciano con una peluca y una diadema! Está sobre un armario y definitivamente en algún lugar cerca de aquí…
-No Deberían separarse—dijo Lily frunciendo el ceño.
-Supongo que estarán seguros en esa sala—especuló Alice poco convencida
Se apuraron por los pasillos contiguos. Harry podía escuchar los pasos de los otros resonando sobre las elevadas pilas de trastos, de libros, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates…
—En algún lugar cerca de aquí —murmuró Harry para sí—. En algún lugar… En algún lugar…
-Espero que lo encuentre pronto—dijo Remus—entre mas tarde peor se pondrá la batalla.
Se adentró cada vez con más profundidad en el laberinto, buscando objetos que reconocía de su anterior viaje a la habitación. La respiración le retumbaba en sus oídos, y su misma alma parecía temblar. Ahí estaba, justo enfrente, el viejo armario con la superficie llena de ampollas en el que había escondido su viejo libro de pociones, y arriba de todo, el picado brujo de piedra que llevaba un viejo sombrero polvoriento y lo que parecía ser una antigua diadema opaca.
-Sí!—bramó james—ya la tiene.
-Ahora que llame a Ron y hermione y la destruyan—animo Remus—entonces solo quedará la serpiente.
Ya había estirado la mano, aunque estaba a unos metros de distancia, cuando una voz atrás de él dijo:
—Quieto, Potter.
-Lo sabia—se lamentó Lily—no era buena idea que se separaran!
Resbaló hasta detenerse y se dio la vuelta. Crabbe y Goyle estaban detrás de él, hombro con hombro, con las varitas directamente apuntadas hacia Harry. A través del pequeño espacio entre sus caras burlonas, vio a Draco Malfoy.
-Por que como todo Malfoy no es capaz de atacarlo solo—dijo james furioso—y tu defendiéndolo, Lils—le recriminó a su esposa
—Es mi varita la que estás sujetando, Potter —dijo Malfoy, apuntando la suya a través del hueco entre Crabbe y Goyle.
—Ya no —jadeó Harry, apretando con más fuerza la varita de endrino—. Él que pierde paga, Malfoy. ¿Quién te ha dejado la suya?
—Mi madre —dijo Draco.
Estaban preocupados por Harry, pues por muy poco hábiles que pudiesen ser Crabbe y Goyle (basándose en la habilidad de sus padres), seguían siendo tres contra uno, y Harry no estaba en posición de guardia, pues no había tenido tiempo de levantar su varita
Harry se rió, aunque no había nada demasiado divertido en la situación. Ya no podía oír a Ron o a Hermione. Parecían haber corrido lejos del alcance de su oído, buscando la diadema.
-Que lleguen pronto—suplicó Lily en un susurro.
—¿Entonces cómo es que los tres no están con Voldemort? —preguntó Harry.
Frank asintió mientras leía al tiempo que Remus decía—Bien hecho, Harry, gana algo de tiempo.
—Vamos a ser recompensados —dijo Crabbe. Su voz era sorprendentemente suave, para ser la de una persona tan enorme. Harry apenas le había oído hablar antes. Crabbe hablaba como un niño pequeño al que le hubiesen prometido una bolsa de caramelos—. Nos quedamos, Potter. Decidimos no irnos. Decidimos entregarte.
-Un plan brillante—ironizo james con los dientes apretados por la furia
—Buen plan —dijo Harry con fingida admiración. No podía creer que estando tan cerca se lo fuesen a impedir Malfoy, Crabbe, y Goyle. Empezó a retroceder lentamente hacia el lugar donde el Horrocrux estaba ladeado sobre el busto. Si sólo pudiese ponerle las manos encima antes de que estallase la pelea…
-este chico sería un excelente auror—dijo Frank interrumpiendo la lectura—muchos magos mayores no tienen sus ideas, ni su intuición.
—¿Entonces cómo entraron aquí? —preguntó, intentando distraerlos.
-Moody estaría orgulloso de tenerlo como alumno—dijo james recordando a quien le dio su entrenamiento de auror.
—Prácticamente viví en la Habitación de las Cosas Escondidas todo el año pasado —dijo Malfoy, con voz crispada—. Sé cómo entrar en ella.
De nuevo todos se preguntaron porque Malfoy estaría allí y para que habría usado el armario evanescente.
—Estábamos escondidos en el pasillo de fuera —gruñó Goyle—. ¡Ahora podemos hacer Encantamientos Desilusionadores! Y entonces —en su cara se formó una sonrisa estúpida—, ¡apareciste justo delante de nosotros buscando una dia-dum! ¿Qué es una dia-dum?
-Imbecil—gruñó sirius.
—¿Harry? —la voz de Ron sonó de repente del otro lado de la pared, a la derecha de Harry—. ¿Estás hablando con alguien?
-y llega la ayuda—se alivió Lily.
-El solo hecho que grite es un factor distractor—comento Remus.
Con un movimiento rápido, Crabbe apuntó su varita hacia la montaña de quince metros de muebles viejos, baúles rotos, viejos libros, ropa y trastos imposibles de identificar, y gritó: —¡Descendo!
-ron!—casi gritó Lily preocupada por la integridad del mejor amigo de su hijo, esperaba que el chico tuviese buenos reflejos y alcanzara a reaccionar.
La pared empezó a tambalearse, y entonces el tercio superior cayó en el pasillo de al lado, en el que estaba Ron.
—¡Ron! —bramó Harry, cuando en algún lugar que no estaba a la vista Hermione gritó, y Harry oyó innumerables objetos caer al suelo al otro lado de la desestabilizada pared. Apuntó su varita a la muralla y gritó: —¡Finite! —y se estabilizó.
Todos se tranquilizaron por un segundo, a la espera del siguiente movimiento de los chicos, pues ahora Ron y Hermione también estaban al tanto de que había alguien más en la habitación
—¡No! —gritó Malfoy, agarrando el brazo de Crabbe cuando esté hizo amago de repetir el hechizo—. ¡Si destrozas la habitación puede que entierres esa cosa, esa diadema!
-parece que el hijo tiene algo más de cerebro que el padre—escupió james con odio.
—¿Importa eso? —dijo Crabbe, liberándose—. Es a Potter a quien quiere el Señor Tenebroso, ¿a quién le importa una dia-dum?
-Simio sin cerebro—se exasperó jame—deja a mi hijo en paz o te daré tu merecido.
—Potter vino hasta aquí para cogerla —dijo Malfoy, con impaciencia poco disimulada ante la lentitud de sus compañeros—, así que debe significar…
-Hasta Malfoy—dijo james diciendo el apellido con rabia—se da cuenta de que sus compañeros son unos ineptos.
—¿”Debe significar”? —Crabbe se giró hacia Draco sin disimular su ferocidad—. ¿A quién le importa lo que tú creas? Ya no recibo órdenes tuyas, Draco. Tú y tu padre estan acabados.
-pues para no recibir órdenes suyas, entro a la sala de los menesteres por indicación de Malfoy—razonó Remus
—¿Harry? —gritó Ron de nuevo, desde el otro lado del montón de trastos—. ¿Qué está pasando?
-No preguntes y ve con el—dijo Lily tensa.
—¿Harry? —imitó Crabbe—. ¿Qué está pasando…? -¡No, Potter! ¡Crucio!
-no!—dijeron varias voces.
-Dime que no le dio, dime que no le dio—suplicó Lily y Frank se apresuró a leer de nuevo
Harry se había lanzado hacia la diadema. La maldición de Crabbe no le alcanzó, pero golpeó al busto de piedra, que voló por los aires. La diadema se elevó y luego cayó fuera de la vista sobre la masa de objetos en los que el busto había estado apoyado.
—¡ALTO! —gritó Malfoy a Crabbe, su voz resonó por la habitación—. El Señor Tenebroso lo quiere vivo…
—¿Y? No le he matado, ¿verdad? —gritó Crabbe, empujando el brazo de Malfoy que le retenía—. Pero si puedo, lo haré. De todas formas el Señor Tenebroso le quiere muerto, ¿cuál es la difer…
-Espero por su propio bien que no se atreva a tocar a mi hijo—amenazó Lily con tal ahinco que habría hecho vacilar al mismo voldemort.
-Lo triste es que un muchacho tan joven este deseando asesinar—dijo Dumbledore
Un chorro de luz escarlata pasó a centímetros de Harry. Hermione había doblado la esquina y lanzado un encantamiento aturdidor a la cabeza de Crabbe. Sólo falló porque Malfoy le apartó.
-Supongo que Malfoy al final si se preocupa por él a pesar de todo—dijo Alice—algo bueno debe haber dentro de Draco para hacerlo.
-Yo no veo nada bueno dentro de ese niñato prospecto de mortifago—negó sirius.
—¡Es esa sangre sucia! ¡Avada Kedavra!
-Hermione—dijeron varios en la sala asustados por la maldición asesina.
Harry vio a Hermione lanzarse a un lado, y la furia de ver que Crabbe había apuntado a matar, borró todo lo demás de su mente. Le lanzó a Crabbe un Hechizo Aturdidor, este se hizo a un lado, tirando la varita de Malfoy fuera de su mano, esta rodó fuera de la vista bajo una montaña de muebles y huesos rotos.
-Tiene que encontrar la diadema—dijo Remus—o la batalla que se libra fuera será en vano.
—¡No lo maten! ¡NO LO MATEN! —gritaba Malfoy a Crabbe y Goyle, que estaban apuntando a Harry. Su vacilación durante esa fracción de segundo fue todo lo que Harry necesitó.
—¡Expelliarmus!
-gracias al cielo—se alivió Lily
La varita de Goyle salió volando de su mano y desapareció en el baluarte de objetos que había a su lado. Goyle saltó tontamente donde estaba, intentado recuperarla. Malfoy saltó fuera del alcance del segundo Hechizo Aturdidor de Hermione, y Ron, apareciendo de repente al final del pasillo, lanzó un hechizo de Inmovilización Total a Crabbe, que no le alcanzó por poco.
-Desarmen a ese imbécil ya!—gruñó james.
Crabbe se dio la vuelta y gritó: —¡Avada Kedavra! —de nuevo.
-Por merlin, desármenlo o atúrdanlo antes de que mate a alguien—dijo Lily preocupado
 Ron saltó fuera de vista para eludir el chorro de luz verde.
Tuvieron un segundo de alivio al ver que de nuevo, los chicos se habían salvado de una maldición asesina.
 Malfoy, que estaba sin varita, se ocultó detrás de un armario de tres patas cuando Hermione cargó contra ellos, golpeando a Goyle con un Hechizo Aturdidor al avanzar.
-Bien hecho—felicitó Remus—pero su problema es Crabbe, déjenlo fuera de combate, busquen la diadema y salgan de allí.
—¡Está por aquí, en algún lugar! —le gritó Harry, apuntando a la pila de trastos en los que la vieja diadema había caído—. Búscala mientras yo voy a ayudar a Ron…
-Tiene razón, no es buena idea dejar a Ron solo con Crabbe, entre los dos podrán vencerlo más rápido antes de que pase algo que lamentar—dijo Ángela.
—¡HARRY! —gritó ella.
Un sonido crepitante y humeante a su espalda le advirtió. Se giró y vio a Ron y Crabbe corriendo por el pasillo hacia él, tan rápido como podían.
-¿Ahora que paso?—dijeron Alice y Ángela al tiempo, mientras Lily enterraba sus uñas en el brazo de su esposo.
—¿Tenías frio, escoria? —rugía Crabbe mientras corría.
Pero no parecía tener control sobre lo que había hecho. Llamas de un tamaño anormal los estaban persiguiendo, lamiendo los laterales de las murallas de trastos, que se estaban desmenuzando convertidos en hollín ante su contacto.
-fuego maldito!—se horrorizó Lily aumentando su presa en el brazo de james, quien hizo un gesto de dolor pero no dijo nada que lo delatara, pues sabia que su esposa estaba extremadamente preocupada por su hijo, y no era que le no lo estuviera, era que intentaba mostrarse fuerte.
—¡Aguamenti! —chilló Harry, pero el chorro de agua que salió de la punta de su varita se evaporó en el aire.
-eso no servirá de nada—dijo Lily con un gemido ahogado—tienen que correr, y salir de allí.
—¡CORRAN!
Frank se apresuraba en la lectura, pues a pesar de que siempre había sido su esposa quien estaba en intimo contacto con Lily, el también le tenia bastante cariño a la pelirroj, y apreciaba a james y a los otros dos merodeadores, podía hacerse con facilidad, una idea de lo que los Potter debían estar sufriendo al conocer el oscuro futuro de ese niño que en ese momento jugaba con su propio hijo, a quien, parecía, tampoco le había ido de maravillas.
Malfoy agarró al aturdido Goyle y lo arrastró. Crabbe los adelantó a todos, ahora con aspecto aterrorizado.
-ahora si corres ¿eh, cerdo cobarde?—dijo sirius con rabia, pidiendo que su ahijado y sus amigos salieran bien librados del asunto.
Harry, Ron y Hermione iban a todo correr tras su estela, y el fuego los perseguía. No era un fuego normal.
-claro que no es un fuego normal—dijo Lily con temor—es magia negra, difícil de controlar, y no debería saberla un estudiante.
-Snape y los Carrow deben tener algo que ver—comentó Alice con rabia.
Crabbe había usado una maldición que Harry no conocía. Cuando giraron en una curva las llamas los persiguieron como si estuvieran vivas, sensibles, decididas a matarlos.
-Por favor, por favor—suplicaba Lily—que no le pase nada a mi hijo, por favor.
Ahora el fuego estaba mutando, formando una manada gigante de bestias ardientes: serpientes llameantes, quimeras y dragones se elevaban y caían, y se elevaban de nuevo, y los detritus de siglos de los que se estaban alimentando, fueron lanzados al aire y hacia sus bocas con colmillos, sacudidos en lo alto de pies con garras, antes de ser consumidos por el infierno.
Tragaron saliva con dificultad, no veían forma de que los chicos salieran del lugar que estaba siendo consumido por el fuego maldito, y para completar, el horrocrux había desaparecido en medio de ese infierno.
Malfoy, Crabbe y Goyle habían desaparecido fuera de vista; Harry, Ron y Hermione se pararon en seco: los ardientes monstruos estaban rodeándolos, acercándose cada vez más, moviendo garras, cuernos y colas, y el calor a su alrededor era tan sólido como una pared.
—¿Qué hacemos? —gritó Hermione por encima de los rugidos ensordecedores del fuego—. ¿Qué hacemos?
El pedido desesperado de hermione no hizo más que aumentar el miedo en los lectores, se imaginaron a los chicos rodeados por llamas enormes y sin escapatoria posible
—¡Aquí!
Harry agarró un par de escobas de aspecto sólido de la pila más cercana de trastos y le lanzó una a Ron, que puso a Hermione detrás.
-Merlin bendiga las escobas—dijo sirius en un rugido forzado
Harry pasó la pierna por encima de la segunda escoba y, con fuertes golpes en el suelo, se elevaron en el aire, esquivando por centímetros el pico cornudo de una llameante ave de rapiña que cerró la mandíbula con fuerza. El calor y el humo se estaban volviendo insoportables. Bajo ellos el fuego maldito estaba consumiendo el contrabando de generaciones de estudiantes perseguidos, los resultados culpables de miles de experimentos prohibidos, los secretos de incontables almas que habían buscado refugio en la habitación. Harry no podía ver ni rastro de Malfoy, Crabbe o Goyle por ninguna parte.
-es obvio que no quiere dejarlos allí—dijo Lily—es demasiado noble para eso.
Descendió en picado tan bajo como se atrevió sobre los merodeadores monstruos llameantes para intentar encontrarlos, pero no había nada más que fuego. Qué terrible manera de morir… nunca había querido esto…
—¡Harry, salgamos, salgamos! —bramó Ron, aunque a través del humo negro era imposible ver dónde estaba la puerta.
-si, salgan ya mismo!—urgió james—antes de que mueran calcinados.
Y entonces Harry escuchó un débil y lastimoso grito humano en el medio de la terrible conmoción, del estruendo de las llamas devoradoras.
-es muy peligroso—rugió sirius—sal de ahí.
—¡Es… demasiado… peligroso! —gritó Ron, pero Harry se giró en el aire. Con las gafas proporcionándole una pequeña protección en los ojos contra el humo, rastreó la tormenta de fuego que había debajo, buscando un signo de vida, una extremidad o una cara que todavía no estuviese carbonizada como la madera…
-Nadie merece morir de esa forma—dijo Lily entendiendo por completo a su hijo.
-¿Olvidas que estaban allí para entregar a Harry? ¿se te olvido que uno de ellos intentó matar a Ron y Hermione?—dijo sirius con rabia.
-No le hables así, sirius—lo previno james.
-No, déjale—intervino Lily—sé que esta tan preocupado por Harry como nosotros y esa es su forma de demostrarlo—sirius la miró con disculpa y agradecimiento grabados en su expresión
Y entonces les vio. Malfoy con los brazos alrededor del inconsciente Goyle, ambos colocados sobre una frágil torre de carbonizados pupitres, y Harry bajó en picado. Malfoy le vio acercarse y elevó un brazo, pero incluso cuando Harry lo cogió, supo al momento que no servía de nada. Goyle era demasiado pesado y la mano de Malfoy, cubierta de sudor, resbaló al instante de la mano de Harry…
Lily y james, en medio del miedo por la situación en que estaba metido su hijo, sintieron aún más orgullo por el, pues arriesgarse por los amigos era ya bastante noble, pero hacerlo por los enemigos era sin duda admirable.
—¡SI MORIMOS POR ELLOS, TE MATARÉ, HARRY! —rugió la voz de Ron, y, mientras una gran quimera llameante se lanzaba hacia ellos, él y Hermione arrastraron a Goyle a su escoba y se elevaron de nuevo en el aire, girando y tambaleándose, mientras Malfoy se encaramaba detrás de Harry.
-Ahora salgan de allí—urgió Alice—a la puerta, ya!
—¡La puerta, llega hasta la puerta, la puerta! —gritó Malfoy al oído de Harry, y Harry aceleró, siguiendo a Ron, Hermione y Goyle a través del ondeante humo negro, apenas capaces de respirar. A su alrededor los últimos objetos sin quemar por las llamas devoradoras fueron lanzados en el aire, cuando las criaturas del fuego maldito las lanzaron a lo alto en celebración: copas y escudos, un collar centelleante y una vieja diadema opaca…
-el horrocrux!—gritaron al tiempo.
-Es peligros—dijo Ángela.
-Harry lo logrará—Lily desbordaba confianza—es hijo de james Potter, su habilidad en la escoba debe ser espectacular
—¡¿Qué estás haciendo, qué estás haciendo?, la puerta está por ese lado! —gritó Malfoy, pero Harry realizó un giro cerrado y se lanzó en picado. La diadema parecía caer a cámara lenta, girando y brillando mientras bajaba hacia las fauces de una serpiente con la boca abierta, y entonces la cogió, se la puso alrededor de la muñeca…
-Si!—gritaron de nuevo
-Ahora cambia de dirección y a la puerta—urgió james
Harry volvió a virar bruscamente cuando la serpiente se lanzó hacia él; se elevó hacia arriba, directo al lugar donde, rezaba, estuviera la puerta abierta. Ron, Hermione y Goyle habían desaparecido. Malfoy estaba gritando y agarrándose tan fuerte a Harry que le hacía daño. Entonces, a través del humo, Harry vio una mancha rectangular en la pared y dirigió la escoba hacia ella. Momentos después el aire limpio le llenó los pulmones y colisionaron contra la pared del pasillo de enfrente.
Un suspiro colectivo se escuchó en la sala, pues al menos Harry, Ron y Hermione habían salido de un peligro inmediato, y tenían un minuto de alivio antes de la siguiente prueba.
Malfoy cayó de la escoba bocabajo, jadeando, tosiendo y con arcadas.
Harry se dio la vuelta y se sentó. La puerta de la Sala de los Menesteres se había desvanecido, y Ron y Hermione estaban sentados sin aliento junto a Goyle, que todavía estaba inconsciente.
—C-Crabbe —dijo Malfoy con voz ahogada tan pronto como pudo hablar—. C-Crabbe…
—Está muerto —dijo Ron con severidad.
-Muerto por su propia mano—dijo sirius con acritud—intentó matarlos a todos y el truco se le volvió en contra.
Se hizo el silencio, sólo roto por los gemidos y toses. Entonces un gran número de enormes explosiones sacudió el castillo, y una gran cabalgata de figuras transparentes pasó galopando en sus caballos, con las cabezas gritando con sed de sangre bajo sus brazos. Harry se levantó tambaleándose cuando el Cazador sin Cabeza pasó y miró alrededor: la batalla todavía tenía lugar a su alrededor. Podía oír más gritos que aquellos de los fantasmas que acababan de pasar. El pánico lo invadió.
—¿Dónde está Ginny? —dijo bruscamente—. Estaba aquí. Se suponía que tenía que volver a la Sala de los Menesteres.
-Realmente la ama—dijo Lily con una sonrisa triste—ha estado a punto de morir, y lo primero en lo que piensa es en ella, sea lo que se que pase, espero que pueda terminar junto a ella.
—Caray, ¿crees que todavía funcionará después de ese fuego? —preguntó Ron, mientras se ponía en pie, frotándose el pecho y mirando de derecha a izquierda—. ¿Deberíamos dividirnos y mirar…?
-no, tienen que mantenerse juntos—dijo Remus con severidad—si se dividen estarán preocupados unos por los otros y no trabajaran bien, no deben separarse a menos que sea indispensable
—No —dijo Hermione, también levantándose. Malfoy y Goyle permanecieron inútilmente desplomados en el suelo del pasillo; ninguno tenía varita—. Permanezcamos juntos. Digo que vayamos… Harry, ¿qué es eso en tu brazo?
-La diadema—dijeron y Lily continuo—pero perdieron los colmillos, tendrán que encontrar como destruirlo.
-Oh, creo que eso no será problema—dijo Dumbledore sobresaltándolos a todos—me temo que esa maldición que uso el joven Crabbe, es uno de los métodos que destruyen Horrocruxes, probablemente la diadema dará muestras de su destrucción en unos segundos.
—¿Qué? Oh, sí…
Se sacó la diadema de la muñeca y la levantó. Todavía estaba caliente, ennegrecida de hollín, pero cuando la examinó más cerca fue capaz de ver las pequeñas letras que tenía grabadas: UNA INTELIGENCIA SIN LÍMITES ES EL MAYOR TESORO DE LOS HOMBRES.
-Es una lastima tener que destruir esa joya—se lamentó Ángela—miles de generaciones la han buscado y cuando la encuentran hay que destruirla, es una pena.
Una sustancia como sangre, oscura y alquitranada, parecía estar manado de la diadema. De repente Harry la sintió vibrar con violencia, después romperse entre sus manos, y al hacerlo, le pareció oír un débil y distante grito de dolor, resonando no sólo en los terrenos del castillo, si no en el objeto que acababa de fragmentarse entre sus dedos.
-y solo queda uno—dijo Alice.
-y después, el mismo voldemort—dijo Remus con voz sombria—james, te juró que si esta en mi mano, no permitiré que Harry se enfrente a el.
-Lo sé—dijo james con una sonrisa—no tienes que decírmelo.
—¡Debe de haber sido el fuego maldito! —dijo Hermione con un quejido, con los ojos en la pieza rota.
-No se porque no me sorprende que sepa que maldición es—dijo Remus
—¿Cómo dices?
—Fuego maligno o fuego maldito es una de las sustancias que destruyen Horrocruxes, pero yo nunca, nunca me habría atrevido a usarlo, por lo peligroso que es… ¿cómo supo Crabbe cómo…?
-es verdad, solo alguien con mucha experiencia y elevado control de maldiciones y hechizos podría usarlo y controlarlo—dijo Lily
—Debió de aprenderlo de los Carrow —dijo Harry severamente.
-seguramente—aprobó james.
—Una pena que no estuviese concentrado cuando le mencionaron cómo pararlo, la verdad —dijo Ron, cuyo pelo, al igual que el de Hermione, estaba chamuscado, y cuya cara estaba ennegrecida—. Si no hubiese intentado matarnos a todos, lamentaría bastante que estuviese muerto.
-yo no lo habría dicho mejor—comentó sirius sin pizca de compasión en la voz.
—¿Pero no te das cuenta? —susurró Hermione—. Esto quiere decir, que si podemos pillar a la serpiente…
-habrán acabado con todos los Horrocruxes—terminó Remus—lo que significa que ya sabemos cuales son todos los objetos que tenemos que encontrar.
-Tan pronto terminemos el libro—decidió Lily—encontraremos y destruiremos esas cosas.
-y luego acabaremos con voldemort—concluyó james y Remus y sirius asintieron en perfecta sincronía.
Pero se interrumpió cuando gritos y alaridos y los inconfundibles sonidos de duelos llenaron el pasillo. Harry miró alrededor y su corazón pareció fallar.
Algo similar ocurrió con el de Lily, quien de inmediato se preguntó que nuevo peligro debía afrontar su hijo, antes de que todo terminara.
Los mortifagos habían entrado en Hogwarts. Fred y Percy acababan de aparecer a la vista, ambos peleando contra hombres enmascarados y con capuchas.
El hecho de que los seguidores de Voldemort hubiesen logrado ingresar al castillo, evidenciaba quien estaba ganando la batalla, y lastimosamente no era quienes ellos desearían.
Harry, Ron y Hermione corrieron para ayudarlos. Chorros de luz volaron en todas direcciones y el hombre que peleaba con Percy retrocedió con rapidez, entonces la capucha se deslizó y vieron una alta frente y cabello veteado…
—¡Hola, Ministro! —bramó Percy, lanzando una limpia maldición directamente hacia Thicknesse, que dejó caer la varita y se empezó a arañarse las ropas por delante, aparentemente con tremendo malestar—. ¿Le he mencionado que renuncio?
-El que estaba bajo la imperius—dijo Ángela—¿Cuál era su nombre?
-Pius Thicknesse—contestó Lily—parece que algunos cuantos están luchando obligados.
—¡Estás bromeando, Perce! —gritó Fred cuando el mortífago con el que estaba luchando se derrumbó bajo el efecto de tres Hechizos Aturdidores distintos. Thicknesse había caído al suelo con pequeños pinchos saliéndole por todas partes, parecía estarse convirtiendo en una especie de erizo de mar. Fred miró a Percy con regocijo.
-Bueno creo que la situación esta controlada—suspiró Lily—el problema es ¿Por cuánto tiempo?. ¿y que ha ocurrido con los demás?
—Realmente estás bromeando, Perce… no creo haberte oído bromear desde que tenías…
El aire explotó.
-Merlin! ¿es que no pueden tener un segundo de pa?!.—gritó Lily—salen de una y de inmediato están en algo peor!
 Habían estado agrupados todos juntos, Harry, Ron, Hermione, Fred, y Percy, con los dos mortífagos a sus pies, uno aturdido y el otro transformado; y en esa fracción de segundo, cuando el peligro parecía temporalmente a raya, el mundo se desgarró.
Lily se abrazaba con todas sus fuerzas a su esposo, quien luchaba por deshacer el nudo en su garganta, los ojos de la pelirroja estaba empañados, pues las lagrimas de miedo por el futuro de Harry y sus amigos la tenían al borde de un colapso.
Harry se sintió volar por el aire, y todo lo que pudo hacer fue agarrarse lo más fuerte posible a esa fina ramita de madera que era su única arma, y protegerse la cabeza con las manos. Escuchó los gritos y alaridos de sus compañeros, sin esperanza de saber lo que les había pasado…
-Que estén bien, por favor que estén bien—susurraba Lily medio sollozando—que no les haya pasado nada.
Y entonces el mundo se volvió todo dolor y penumbra.
-¿Qué pasó?—pregunto Lily aterrada—¿Qué ocurrió con Ron, hermione, Fred y Percy?—indagó con miedo, pues en lo que han leído del libro, la pelirroja (y de hecho todos los demás) le había cogido amor a la familia weasley por todo lo que habían hecho por su hijo, desde arriesgar sus vidas sacándolo de la casa de sus tíos hasta brindarle la familia que voldemort le quitó, y hermione también se había ganado el cariño de la mujer, no quería que le pasara nada a ninguno.
Estaba medio enterrado en las ruinas de un pasillo que había sido objeto de un terrible ataque.
Cada palabra leída por Frank no hacia sino aumentar el miedo y la ansiedad en todos los presentes, pues el ambiente que se estaba describiendo en el libro no era nada alentador.
El aire frío le dijo que esa parte del castillo había volado, y algo caliente y pegajoso en su mejilla le indicó que estaba sangrando abundantemente.
Lily no soportaba la idea de imaginar a su hijo, en medio de una batalla, sufriendo los efectos de una explosión de semejante magnitud, solo esperaba que la herida de su mejilla no fuese nada serio.
Entonces escuchó un grito terrible que le retorció las entrañas, que expresaba agonía de un tipo que ninguna llama o maldición podía causar, y se levantó,
Todos supieron en ese punto, que algo terrible había ocurrido, alguno de los amigos de Harry había salido seriamente lastimado, o en el peor de los casos, muerto.
 tambaleándose, más asustado de lo que había estado en todo el día, más asustado, quizás, de lo que había estado en toda su vida…
Conocían la sensación a al perfección, las veces que habían visto caer amigos en medio de alguna batalla, las (lastimosamente) numerosas ocasiones en las que habían escuchado a un padre llorar por su hijo, a un amigo por su hermano o a algún ser querido perdido en medio de una lucha.
Hermione estaba luchando por ponerse en pie entre las ruinas, y tres hombres pelirrojos estaban juntos en el suelo donde la pared había explotado. Harry agarró la mano de Hermione al tambalearse y tropezar contra piedra y madera.
Eso confirmaba que alguno de los weasley había sido el herido, temían descubrir que no fue una herida seria, no deseaban que el libro dijera de repente que uno de los weasley había muerto
—¡No… no… no…! —estaba gritando alguien—. ¡No! ¡Fred! ¡No!
-No!—sollozó Lily y ya no pudo evitar que algunas lagrimas se desbordaran de sus ojos y rodaran por sus mejillas hasta desaparecer, Alice no estaba mejor, Ángela seguía luchando por retenerlas, pero el labio le temblaba de una forma delatadora, sirius se puso pálido, pues si había alguien a quien, durante la lectura del libro, había tomado más cariño que a su ahijado, esos eran los gemelos, y uno estaba allí tirado, siendo probablemente abrazado con su hermano y probablemente muerto.
Percy estaba sacudiendo a su hermano, y Ron estaba arrodillado a su lado. Los ojos de Fred miraban sin ver, con el fantasma de su última sonrisa todavía grabada en la cara.
-No..no..puedo..no..quiero creerlo—lloraba Lily pensando en Fred y en Molly, no podía imaginar el dolor de una madre al perder a su hijo—no..es..justo.
-Lo sé, Lils—intento tranquilizarla james con voz rota—lo sé—repetía mientras la abrazaba.
-George—balbuceó sirius—el..no..George no lo va a soportar—dijo forzando al nudo de su garganta a bajar.
-Molly—susurró esta vez Alice—…su hijo—no pudo evitar mirar a Neville imaginando lo que sentiría si lo perdiera, de inmediato sacudió la cabeza alejando esos pensamientos.
-Sé que es horrible lo que acabamos de leer—dijo Dumbledore con su voz tranquilizadora, pero se notaba que también se sentía conmovido por la muerte de Fred—pero si queremos evitar que eso ocurra, lo mejor que podemos hacer es leer el siguiente capitulo, si eres tan amable Frank—indicó el profesor—leeré el siguiente, ustedes deben darse apoyo unos a otros en este momento.
Pero no era necesario que Dumbledore lo dijera, pues ya estaban haciendo, tan pronto Frank soltó el libro, abrazó firmemente a su esposa, cosa que james ya estaba haciendo desde antes que se confirmara la muerte de Fred, Remus estaba sentado al lado de Lily, y también le brindaba apoyo ante la mirada de un agradecido james, sirius y Ángela se daban soporte mutuamente, ambos contrariados por lo que acababan de descubrir, y así en medio de algunos sollozos, Dumbledore inició la lectura del siguiente capitulo.

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